Por Hugo Pérez White
Nuestro país está convulsionado con tantas tragedias causadas por diferentes factores como terremotos y tsunamis y bien sabemos que éstos surgen en los momentos más inesperados, dejando a su paso dolor y lágrimas ya que la angustia y la incertidumbre que provocan estos siniestros dejan huellas no solamente por las pérdidas materiales, sino, más que nada por las pérdidas humanas que se producen o pueden producirse y que afectan la vida familiar y la propia existencia de las comunidades.-
Lamentamos los estragos que dejó el fuego en el parque nacional las Torres del Paine en la región de Magallanes como consecuencia del descuido de un turista que no tomó las debidas precauciones al no apagar una fogata como correspondía hacerlo y este descuido terminó en tragedia ecológica de incalculables proporciones.
Con posterioridad a lo sucedido en las Torres del Paine, el alma nacional se sintió consternada por el fallecimiento de siete brigadistas que trabajaban abnegadamente para apagar el gran incendio que se produjo en la región de la Araucanía y también con nefastas consecuencias.
La mente humana es tan impredecible que hasta es capaz de concebir una calamidad tan estrepitosa como destruir nuestra rica vegetación arbórea que genera trabajo y ayuda a la producción económica de las zonas afectadas y al país en general mejorando la productividad y aumentar los ingresos de todos los que participan en esta actividad.
En muchas ocasiones el fuego se manifiesta en forma espontánea debido a las altas temperaturas en épocas veraniegas que en algunos países superan los cuarenta grados Celsius y el daño ecológico causado es un hecho irreversible, pues, ya todo no será igual aunque pasen muchos años en reforestar los campos dañados.
Las comunidades afectadas directamente por los incendios forestales van a cambiar sus condiciones de vida y de lo cual se deben sacar las conclusiones necesarias para evitar que los niños y jóvenes no se conviertan en pirómanos creyendo que el fuego es un acto de diversión.
El hombre tiende a no reconocer sus propios errores y sólo sus conciencias tienen la competencia para juzgarse a si mismos aunque las evidencias lo delaten como autores de los delitos, porque éstos se guardan celosamente en el subconsciente de las personas y es una válvula de escape que le permitirá alegar sobre su inocencia.
Si la tesis de la intencionalidad tiene alguna consistencia, los incendios van a continuar produciéndose y la gente que vive de estos trabajos ejecutarán sus labores preocupados de sus familias por el peligro a que están expuestos permanentemente.
No sigamos quemando nuestros bosques o tratemos de evitar que ello suceda porque en esta forma estamos destruyendo parte importante de la corteza terrestre que es nuestra base de sustentación y la que nos proporciona gran parte de los alimentos necesarios para nuestro organismo y fundamentales para nuestras vidas.
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