Por Dr. Luis Castillo.
Decano Facultad de Medicina, Universidad San Sebastián
Durante los últimos dos años hemos visto cómo sistemáticamente la deuda del sector hospitalario ha concentrado el interés de los medios de comunicación. En la administración anterior esta variable fue considerada como uno de los indicadores de gestión críticos para el sector, y mensualmente era reportado en un Informe de Gestión que era compartido a toda la Red Asistencial y al Ministerio de Hacienda, y cuyo su extracto era comentado en la prensa.
El transparentar la situación financiera de cada servicio de salud y entender el origen de su déficit permitió concordar la incorporación de compromisos de gestión focalizados en los servicios de salud, para desde el nivel central entregar las herramientas y empoderaron los equipos para la consecución de dichos objetivos.
Basta recordar que el punto más alto de la deuda en los cuatro años de Gobierno alcanzó los $117 mil millones, momento en que el senador Guido Girardi y el diputado Juan Luis Castro anunciaban el colapso financiero del sistema público de salud (agosto, 2013). Finalmente, la deuda entregada por el Gobierno pasado fue en $65 mil millones.
Podrá haber discrepancias sobre este último punto, pero la actual administración proyecta ya su tercer año, y la situación se muestra compleja. La reducción del gasto durante el último bimestre del año pasado solo da cuenta de que este se trasladó al 2016. Medidas extraordinarias de contención no han sido tomadas, y si consideramos la suplementación adicional de $280 mil millones desde el Ministerio de Hacienda durante 2015, es poco probable que el déficit sea menor a los $410 mil millones, marcando la peor gestión presupuestaria en Salud desde que existen registros de la misma.
Por de pronto, la medida tomada desde hace algunos meses por la autoridad central es dilatar la entrega de la información oficial a fin de aminorar las críticas a esta. De esta forma, aún no se conoce el cierre de enero y febrero de 2016, cifras que ya estarían disponibles.
¿Qué se está haciendo mal? El enfocar la discusión en un déficit estructural, y no focalizarla en mejorar la gestión de los servicios de salud, es la clave para comprender el severo y crítico estado en que se encuentran. La alternativa más fácil siempre será el solicitar más recursos, pero en las circunstancias actuales, solo se puede confirmar que el Ministerio de Salud ya se gastó el ahorro que se les había pedido a todos los ministerios en conjunto.
Sin embargo, lo positivo es poder reconocer la oportunidad de que aún se está a tiempo de tomar decisiones que permitan enmendar un rumbo que se refleje en más, mejores y oportunas atenciones para los beneficiarios del sistema público de salud del país.
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