Dr. Franco Lotito C. – www.aurigaservicios.cl
Docente e investigador (UACh)
Los “vampiros emocionales” no son otros, que individuos que están acostumbrados a nutrirse de la energía y la fuerza interna de aquellas personas que tienen la desgracia de encontrarse cerca de ellos, especialmente, cuando a sus víctimas les resulta difícil alejarse de su círculo de influencia.
En la primera parte de esta columna identifiqué a tres de estos tipos de individuos: los “vampiros lloriqueantes”, los “reyes y reinas del psicodrama” y los “vampiros politiqueros”. Hoy corresponde identificar y describir a algunos otros más. La recomendación que doy a los pacientes que llegan a mi consulta, y que han sufrido (o están sufriendo) las consecuencias de estar en contacto con este tipo de individuos tóxicos, es una sola: en la medida de lo posible, cortar cuanto antes las relaciones con estos sujetos o, por lo menos, alejarse y evitar al máximo el contacto con ellos, a raíz de las graves consecuencias en la salud mental y psicológica que de esta relación pueden derivarse. A continuación, se entenderá –de manera muy rápida– el por qué de esta acotación.
Comencemos con los “vampiros emocionales tres en uno”. Con este tipo de vampiros usted obtiene tres sujetos venenosos por el precio de uno solo: rogados, cínicos y soberbios. Son esos individuos que creen ser más que los demás, que lo miran a uno en menos –y desde “el hombro”–. Son sujetos que se comportan como “semidioses de blanco” y quienes, cuando usted les envía un correo electrónico o los llama por teléfono, se niegan –a través de terceros– y tampoco se dignan responder a quienes consideran como sus “inferiores”. Son esos sujetos que “ofrecen” su ayuda con una cuota de fingido interés, pero cuando usted acude a ellos –creyendo que su ofrecimiento es sincero–, de pronto estos vampiros emocionales se “olvidan” de su palabra, no responden, desparecen, se tornan invisibles e inalcanzables. Son sujetos hipócritas, que delante suyo le “hacen fiestas” a usted, que le sonríen cínicamente y que lo saludan como si fueran “amigos” o “cercanos”, pero en el mismo instante en que usted se gira, lo acuchillan por la espalda, hablando mal de uno, esparciendo rumores, sembrando cizaña. Este tipo de vampiro emocional es de la peor calaña y, si usted puede, dese el gusto de pegarle una patada en el…, bueno, usted ya entendió dónde, y evítelo a toda costa, ya que corre el serio riesgo de terminar enfermo, asqueado y descompuesto por el alto nivel de estrés y tensión que provocan.
Luego está el “vampiro inculpante”. Éste sujetoes un experto manipulador y especialista en hacer sentir a uno culpable por todos los errores y malos resultados que se producen. Pobre de usted si comete algún pequeño error, porque en ese mismo instante comienza a sermonear, adopta el papel de víctima, reta y hace abuso de la descalificación pública; habla de valores, y exige a los demás trabajar de acuerdo con tales valores, mientras él (o ella) actúa como si nunca hubiese roto ni siquiera un huevo; se descontrola, agita el ambiente y emprende acciones contra los supuestos causantes del mal… que él mismo ha provocado; da vuelta las palabras y las hace aparecer en la boca del otro; es siempre el que tiene –y dice– la última palabra, siendo incapaz de aceptar sus errores o de reconocer que puede estar equivocado. Si se topa con uno (o una) de ellos… huya lo más rápido posible de su alcance y hágale el quite, puesto que corre el riesgo de salir con severos daños de esta insana relación interpersonal.
También encontramos a los “vampiros parlanchines”, del tipo logorreico, que hablan y hablan sin cesar, y que no permiten que otra persona pueda intervenir o hacer alguna acotación. A estos vampiros, con características narcisistas, les encanta y fascina escucharse a sí mismos, buscando controlar a su entorno inmediato a través de su discurso y parloteo incesante.
Por otra parte, si tiene personas a su alrededor, que siempre lo buscan para que usted les arregle su vida y sus problemas, entonces se ha topado con el “vampiro ruinoso”, que quiere obligarlo a que usted se convierta en una suerte de médico de cabecera, curandero certificado, coach particular, exorcista profesional, asesor espiritual, consejero en amores y trainer personal. Toda la vida de estos sujetos es un verdadero vitraux de historias variopintas de pobre factura y tristes fracasos, que no tienen empacho alguno en desparramar y hacer vox populi a los demás.
De igual forma, evite a aquel “vampiro emocional que se nutre de la desgracia ajena”, y que lo hace sentir a usted como el ser más inútil e incompetente que ha pisado la madre tierra. Para este sujeto usted siempre será muy gordo, muy feo, muy chico, muy alto, muy tonto, muy… de todo lo (malo) que se pueda imaginar, por cuanto, es aquel vampiro emocional que se siente atraído directamente por su yugular, y mientras más certero e infame es su golpe, más energía emocional logra absorber de su víctima de turno.
Asimismo, tenga presente a aquellas personas que pueden considerarse como los “vampiros emocionales que no tienen la intención de serlo”, pero quienes, por su comportamiento y actuar, terminan por agotarlo a usted: son los propios hijos, la pareja, los padres, los parientes cercanos o amigos que han tenido un mal día, un mal negocio, que han metido “la pata” una y otra vez, han sufrido un accidente, una operación, un divorcio o separación traumática, etc., y quieren que sea usted, quien –gratuita y graciosamente– los acoja, los consuele, los cuide, los mime, los anime y vuelva a poner en pie, aún cuando usted mismo(a) esté a punto de desplomarse e irse a una sala UTI.
También tenemos a los llamados vampiros de la verdad, quienes caminan y andan de “sinceros y honestos” por la vida, y se ven a sí mismos como la quintaesencia de la franqueza… pero sólo en lo que dice relación con las debilidades y defectos de las personas a quienes les ventilan sus parcializadas apreciaciones, no así de las virtudes, bondades y fortalezas de que son también poseedores, donde, la tan mentada franqueza, se convierte en una honestidad camuflada y agresiva, con la que esgrimen sólo las debilidades de las personas.
Finalmente, más a menudo de lo que se piensa, se da el caso de la pareja, familiares, amigos cercanos que se dedican a utilizar a los demás como verdaderas vasijas receptoras donde descargar sus propios problemas, sus tristezas, amarguras y tensiones, agotando de paso, a quienes, en un gesto de solidaridad y acto samaritano, realizan un esfuerzo por escucharlos y ayudarlos.
Usted, por su parte, evite llegar a convertirse en uno de estos vampiros emocionales. Usted tiene más herramientas y recursos personales a disposición de los que se imagina, recursos que le permitirán, en primer lugar, revisar el tipo de relaciones interpersonales que mantiene y, en segundo lugar, encontrar la manera más adecuada de optimizarlas, sin que usted tenga que salir dañado.
LOS “VAMPIROS EMOCIONALES”: INDIVIDUOS QUE SE NUTREN DE LA ENERGÍA AJENA PARTE II https://t.co/0IPpkynFi1
Si hay un tipo de personajes que no faltan en nuestro país, éstos son, precisamente, los vampiros emocionales dispuestos a robarle y quitarle su energía y fuerza interna. No lo permita. Haga valer sus capacidades por sobre las incapacidades de estos sujetos. Ponga en práctica sus virtudes por sobre las desvirtudes y malas artes de estos individuos. Busque cortar el círculo vicioso en que se puede caer, si no se es lo suficientemente asertivo frente a ellos.
Lean la segunda parte de este interesante artículo. Calza muy bien con el mundo real y el entorno en el que se interactúa a diario. En mayor o menor grado. Creo que en algún momento de nuestras vidas vamos a estar obligados a tener que relacionarnos con algún vampiro emocional.
Los vampiros emocionales II Parte. https://t.co/Lj0XwqfjF1