Por Dr. Franco Lotito C.
www.aurigaservicios.cl
Académico e Investigador (UACh)
“El que no tenga tiempo para su salud, lo deberá tener para su enfermedad” (Dieter Hanning).
“La primera riqueza es la salud” (Ralph Waldo Emerson).
En una oportunidad, el Dalai Lama, uno de los monjes tibetanos más respetados y admirados del siglo XXI, señaló en una oportunidad, que a él, una de las cosas que más lo sorprendía del hombre occidental, era que esta persona perdía su salud con el fin de ganar dinero, después perdía todo el dinero ganado con el objetivo de recuperar la salud, y por el hecho de pensar ansiosamente en el futuro no alcanzaban a disfrutar el presente, razón por la cual, el hombre occidental, finalmente, no era capaz de vivir ni el presente ni el futuro. Una muy sabia reflexión que contiene una potente moraleja.
En honor al Dalai Lama, tal vez sea el momento –y la hora– de que cambiemos nuestras prioridades y fijemos nuestra atención en algo que cuando la tenemos no sabemos valorarla, y que sólo aprendemos a valorarla cuando ya no la tenemos: nuestra salud.
Si bien, no se puede tener la imagen de la salud de una persona exclusivamente a través de un conjunto de cifras y números, es un hecho incuestionable que el acto de disponer de ciertos indicadores permite a las personas interesadas en su bienestar –así como a los especialistas médicos– tener una visión más pormenorizada del propio estado de salud, en función de lo cual, se está en condiciones de tomar algunas decisiones importantes, ya sea de tipo preventivas, o bien, de tipo correctivas.
La combinación única que resulta de la carga genética de una persona, así como del estilo de vida que lleva y el ambiente en el que se desenvuelve dicha persona, determina que la salud represente algo más que un mero “conjunto de datos y cifras”. Recordemos también, que el ser humano es una unidad psico-física-espiritual, en que cada uno de los componentes, influye sobre el otro.
Teniendo esto presente, existen algunos índices (o signos vitales) que representan marcadores relevantes del “kilometraje humano” y corresponden al reflejo de una buena –o mala– condición física. Por lo tanto, resulta fácil comprender que el hecho de saber interpretar de manera adecuada dichos índices nos puede ayudar a identificar aquellas áreas del espectro salud individual que es preciso trabajar. Los índices que se mostrarán a continuación han sido tomados de la conocida y prestigiosa institución de salud norteamericana Mayo Clinic, y deben ser visualizados como CIFRAS DE REFERENCIA, por cuanto, aún cuando los datos referenciales calcen para millones de personas, siempre diferimos en algo de nuestros semejantes. Revisemos algunos de estos índices:
- Presión sanguínea: todos nosotros deberíamos tener presente que una presión arterial elevada (hipertensión) aumenta de manera notable el riesgo de sufrir enfermedades cardio- y cerebro-vasculares, así como también enfermedades de tipo renal crónica, experimentar cambios cognitivos, sufrir lesiones en los ojos, desencadenar aneurismas, sufrir insuficiencia cardíaca, entre otros trastornos.
Una presión sistólica alta (número mayor) significa que una presión elevada en las arterias durante cada latido del corazón es suficientemente grande como para que a la larga vaya debilitando las paredes vasculares. En tanto que la presión diastólica (el número menor) significa que el corazón y los vasos sanguíneos no se relajan lo suficiente entre los latidos. Esto implica que las personas deben estar atentas a los incrementos sostenidos, ya sea de la presión sistólica o de la diastólica.
Los siguientes índices son clasificaciones para personas adultas, pudiendo presentarse una cierta variación entre ellos, por cuanto, se considera que los valores ÓPTIMOS para la presión sistólica deberían ser algo menores a 120, en tanto que para la diastólica los valores óptimos serían cifras algo menores a 75.
Indicadores generales: presión arterial Normal-menor: de 120 a 129/75-79 mmHg; Normal-alto: de 130 a 139/80-89 mmHg; Hipertensión: permanentemente mayor de 140/90 mmHg. Si por casualidad su presión sanguínea fuera superior a 190/110 mmHg o más, la recomendación es consultar de inmediato con un médico.
- Colesterol: el colesterol total está constituido por las lipoproteínas de baja densidad (LDLs), las de alta densidad (HDLs) y otras partículas sanguíneas. Aún si su colesterol total está en un nivel conveniente (bajo los 200mg/dL), una LDL alta o una HDL baja significa un riesgo cardiovascular y de ateroesclerosis, es decir, que el material graso se deposita en las paredes de los vasos sanguíneos, ocasionando un deterioro progresivo y una reducción del flujo sanguíneo. Para calcular la relación de colesterol individual, es preciso dividir el colesterol total por la HDL. Un indicador positivo es cuando el resultado es menor a 4,5.
- Grasas: una dieta rica en grasa aumenta significativamente el riego de desarrollar una enfermedad cardiovascular y tener presión sanguínea alta. Para evitar comer mucha grasa, trate de consumir sólo el 30% de las calorías diarias en forma de grasa. Para calcular la cifra ideal, divida las calorías diarias que usted necesita por 30. Por ejemplo: si usted necesita 1.800 calorías diarias, limite el consumo de grasas a 60 gramos (1.800:30 = 60).
- Calorías: no cabe duda alguna que en este siglo las grasas han acaparado el interés y la atención de aquellas personas que se preocupan por su salud, pero el control del peso también requiere fijarse muy bien en el balance entre las calorías que se consumen y las que se queman en las actividades diarias. Por lo tanto, calcular cuántas calorías necesita consumir al día –siempre que usted no sea un deportista de alto rendimiento- para mantener un equilibrio, es algo simple: (a) para mantener el peso: multiplique su peso actual en kilos x 29 = número de calorías diarias que usted puede consumir. Ejemplo: 75 kilos x 29 = 2.175 calorías. (b) Si ahora quiere bajar de peso: multiplique su peso actual en kilos x 22 = número de calorías a consumir. Ejemplo: 85 kilos x 22= 1.870 calorías, que corresponde al número de calorías que usted debería consumir, si realmente desea bajar de peso.
- Cintura y caderas: un peso excesivo alrededor del vientre (tener el cuerpo en forma de manzana) aumenta el riesgo de desarrollar una enfermedad cardiovascular, tener presión sanguínea elevada o sufrir de diabetes. Quienes tienen grasa en exceso en las caderas y muslos (cuerpo en forma de pera) tienen menores riesgos de salud, equivalentes a aquellas personas que no tienen sobrepeso. La forma en cómo se distribuye la grasa corporal se expresa en la relación cintura-cadera. Para calcular los índices se procede de la siguiente manera: (a) mida su cintura a la altura del ombligo, (b) mida sus caderas en el punto más ancho (a nivel de las nalgas), a continuación (c) divida la medida de la cintura por la de la cadera. Si la persona es hombre, una cifra superior a 1,0 indica un mayor riesgo de salud. Si es mujer, los riesgos están a asociados a una cifra mayor a 0,85.
- Peso corporal: un estudio publicado por la revista médica inglesa The Lancet mostró que para el caso de los hombres un aumento de 16 kilos sobre su peso normal, además de generar una serie de graves problemas y trastornos de salud (diabetes, problemas a la columna, riesgos cardiovasculares, insuficiencia cardíaca, etc.), representaba un incremento en la posibilidad de desarrollar cáncer de esófago, tiroides, de colon y riñón que iba de un 24 a un 52%. Además que en los hombres gordos se presentaban, proporcionalmente, más casos de tumores rectales y melanomas malignos que en los hombres con peso normal.
Para el caso de las mujeres, el sólo aumento de 14 kilos sobre su peso normal, implicaba un incremento del 34 al 59% de mayor riesgo de desarrollar cáncer de útero, esófago, colon, vesícula, endometrio y riñón, además de las otras consecuencias que ya han sido señaladas.
- Exámenes de rutina para hombres y mujeres: si usted tiene alrededor de 50 años y está sano, los exámenes de rutina incluyen: (a) Control de presión arterial: cada 2 años; (b) examen de colon: cada 3 a 5 años; (c) control oftalmológico: cada 2 a 4 años hasta los 65años, y luego cada 1 a 2 años; (d) examen de colesterol y triglicéridos: cada 3 años, siempre y cuando sus valores están en un nivel adecuado, de otra forma la recomendación es un chequeo anual; (e) mamograma: anualmente; (f) examen de Papanicolau (cuello uterino): cada 1 a 3 años.
Finalmente, señalemos que uno de los factores que puede ayudar a cualquier persona a mantenerse en forma y con buena salud, es la realización de actividad física en forma regular, por cuanto, llevar una vida sedentaria aumenta –al igual que en los otros casos señalados más arriba– el riesgo de desarrollar diversas enfermedades que pueden adquirir el carácter de catastróficas: osteoporosis, diabetes, enfermedades cardiovasculares, sobrepeso, obesidad, insuficiencia cardiopulmonar, etc.
En este sentido, diversos estudios internacionales han llegado a la misma conclusión: la realización de actividad física moderada por al menos 30 minutos al día durante cinco días a la semana permite a las personas, indistinto de su edad y sexo, mantenerse sanas y vitales.
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Que no nos suceda a nosotros que por prestar atención a última hora a un tema tan relevante cono la salud, nos encontremos que ésta se ha deteriorado tanto, que será difícil recuperarla en su totalidad, o peor aún, que el diagnóstico que se nos entregue, resulte ser lapidario en su pronóstico. La salud es un tesoro que sólo aprendemos a valorar cuando… lo perdemos.
En los tiempos actuales, en que lamentablemente todas las personas estamos expuestas a agentes contaminantes (del medio ambiente, comida, agua, etc.) y los malos hábitos alimenticios, sedentarismo y la falta de tiempo, producto del ritmo de vida acelerado al que estamos expuestos a diario (niños, adultos, adultos mayores incluidos), el tema concerniente a la salud, es uno de los cuales al que siempre debemos dedicarle tiempo para informarnos, ya que son realidades que nos afectan directamente, ya sea a nosotros mismos, a algún amigo o a un familiar querido, y una información oportuna puede que nos permita ayudar a tomar conciencia acerca de malos hábitos de alimentación y sedentarismo, etc., ya señalados, que pueden estar afectando nuestra salud. Si aprendemos a reconocer síntomas que pudiéramos estar sintiendo en nuestros organismos y a los cuales no le damos mayor importancia, puede marcar la diferencia al momento que nos decidamos consultar al médico y se logre detectar alguna enfermedad oportunamente para tratarla exitosamente.
El contenido de este tipo de artículos, contribuye a darnos información, ya que está redactada de manera tal, que todos podamos entenderla, es decir, con palabras accesibles para todos y no en puro vocabulario científico que muchas veces no entendemos y es como si nos estuvieran hablando en chino.
Todos tenemos derecho a informarnos, pero ello depende de cada uno de nosotros. Información hay publicada en distintos medios de comunicación (Tv, radio, prensa, Google, redes sociales). No hay escusa para no invertir tiempo para informarse. Sólo existe un poco de desinterés y desidia en nosotros mismos.
En todos los temas de salud y enfermedades que nos puedan estar afectando, el tiempo es una poderosa herramienta que podemos utilizarla a favor nuestro, pero si nos dejamos estar, lo estaremos utilizando en contra nuestra.
La idea de fondo es, justamente, esa VAMZ: entregar información que sea útil para la gente, utilizando un lenguaje comprensible, para que todos puedan sacarle el máximo provecho a estos datos que se consignan en este artículo, ya que, al tenor de los datos que entrega el MINSAL, un alto porcentaje de la población chilena sufre de algunos de los siguientes males: hipertensión arterial (uno de cada cuatro chilenos adultos), diabetes tipo II (uno de cada diez), sobrepeso y obesidad (el 60/70% de la población), depresión (12% de la población y algunos dicen que el 17%) y así suma y sigue.
No hay que esperar a perder la salud para darnos cuenta lo importante que ésta es.
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