Por Jaime Torres Gómez
Columnista Cultura Granvalparaiso.cl
En la Región de Valparaíso ha existido continuidad de agrupaciones musicales doctas estables, principalmente en el ámbito de las universidades locales como la Católica (PUCV), de Valparaíso (UV) y Playa Ancha (UPLA), que han sostenido conjuntos de diversas conformaciones con propuestas artísticas de total encomio.
Distinto es el ámbito de las orquestas medianas y grandes, donde, en la práctica, hoy prácticamente no existe alguna agrupación de carácter regional, profesional y estable, como lo fuera la recordada Orquesta Filarmónica Regional, hoy en día sin actividad efectiva y sin posibilidades de rearmarse mientras la comunidad local en su conjunto no dé muestras de verdadero interés en reclamar su presencia, como sí ocurre en otras regiones. Así, erróneamente, se ha propendido recurrir a la presencia de orquestas en gira que llegan sin carácter fundacional inherente ni menos formativo…
En tal contexto, y con un espíritu de validar la necesidad de disponer de agrupaciones profesionales estables en la región (orquestas y conjuntos de cámara), surge el Trio Pléyades, formación integrada por los jóvenes hermanos Manuel y Eduardo Simpson (violín y cello, respectivamente) más Analía Marigliano, pianista mendocina radicada en la zona.
Con una presentación en el exitoso ciclo de conciertos que desarrolla el Club Alemán de Valparaíso -plausible instancia de convergencia mediante ciclos musicales y encuentros culturales diversos-, esta agrupación ofreció un programa con dos exigentes obras de Piazzolla y Brahms, dando muestra de sus bondades artísticas como elementos por fortalecer.
Comenzado con las notables 4 Estaciones Porteñas de Piazzolla -en magistral arreglo para trío de José Bragato-, hubo una entrega aún por pulir en cuanto carácter y técnica de ejecución, al ser innegablemente una obra de consumado virtuosismo y no apta aún para una agrupación en formación, debiendo mejorarse aspectos de afinación, texturas, balances y mayor soltura expositiva, que, en el tiempo y en base a un trabajo sostenido, se dispondrá de un apreciable resultado.
La segunda parte, con el entrañable Trio N° 1, Op. 8 de Brahms, obra de juventud y retomada en su madurez, la agrupación ofreció una excelente entrega global, demostrando seriedad de trabajo y un favorable potencial artístico. De cohesionado ensemble, desde el primer movimiento se percibió la debida calidez brahmsiana con una certera digitación incoada por la excelente pianista y luego unos bien acoplados violín y cello, más desarrollos individuales y colectivos con buenos logros en dinámicas, balances y fraseos. En el segundo (Scherzo), -de exquisitas y lúdicas filigranas iniciales, como un arrebatador desarrollo del trío en la sección central- hubo un preciso y logrado fraseo marcado en el alzar del tempo binario inicial, más debida enjundia global, calibrados diálogos entre los instrumentos y logradas progresiones expresivas. En el tercero (adagio), nuevamente incoado por la magnífica pianista (de cálido toucher), hubo pleno idiomatismo y cabal asimilación de la emotividad inserta, destacándose además la exposición de los pasajes del cello. Y un último movimiento en la misma línea, de claridad conceptual irreprochable y magnífica ejecución.
En suma, una presentación de un conjunto de sólidos músicos porteños, que de perseverar su continuidad como ensemble, sin duda será el trío estable que la Región de Valparaíso necesita como parte de su patrimonio intangible.
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