El oxígeno político se agota en los tubos del duopolio y ya no alcanza para la supervivencia de “carcamales” y partidos mismos. Es hora de definir quién vive, y quién jubila.
Por Arturo Alejandro Muñoz
Columnista Granvalparais.cl
Todo mal. No ha podido ser peor. Pésimo fin de año viven las tiendas partidistas de la Nueva Mayoría, cuestión que para los partidos de Chile Vamos, en cuanto a su propia realidad, es ya una constante desde hace largos meses. Al salto de la mata. Así andan los dos bloques del duopolio, criticados y rechazados (a veces insultados) por la mayoría de la sociedad civil.
Pero, pierda cuidado amigo lector, los políticos que conforman las mesas directivas de las tiendas de ese duopolio, al igual que sus eméritos representantes instalados en dos de los poderes del Estado (Ejecutivo y Legislativo), tienen “cuero de chancho”. No les entran balas ni prestan oídos a críticas y exigencias cuando estas provienen del pueblo… con mayor razón si la procedencia se arrastra desde “el bajo pueblo”.
Hasta hace algunos meses nada más, estos privilegiados ciudadanos creían estar predestinados por la Pachamama y los dioses griegos para vivir ad eternum en el Parlamento o en los Ministerios, subsecretarías e intendencias. Mal que mal, el jueguito de las ‘sillas musicales’ les había sido exitoso durante dos décadas, pero finalmente la dura realidad se les vino encima en forma de abstención electoral, cuestión que difícilmente se puede solucionar mediante promesas y discursos expresados por las bocas de siempre, por los mismos del ‘familisterio y del eterno compadrazgo duopólico.
Entonces, surgió la idea de “reinventarse”… cuestión de ingeniería política, aseguró uno de los carcamales de la Nueva Mayoría, ese mismo que , carente de carisma y liderazgo, cree ser dueño del derecho exclusivo a convertirse en el habitante de mayor rango en La Moneda, y para ello lleva meses descalificando a todo aquel –o aquella- que supone posible contrincante.
Las tiendas del duopolio muestran su frenesí enloquecido tratando de re encantar a la gente, pero esta sabe que la crisis les pisa los talones, y que los mismos predadores de siempre continúan viviendo como si al país nada le ocurriera. Así, senadores y políticos en general, como Letelier Morel, los hermanos Walker, el inefable proto fascista Moreira Barros, la Tohá, Isabelita ‘la despistada’, José Gómez, Marcelo Díaz, el car’e piedra Piñera Echenique,,. y todos los demás, no están a la altura de las circunstancias históricas que señalan el arribo de un nuevo escenario ocupado por el hastío de la gente con las cofradías políticas actuales, junto al crecimiento de movimientos sociales que escaparon de manos de la autoridad y del influjo de los “cantamañanas” de un Parlamento que hace tiempo dejó de responder lo que el nivel de los tiempos exige.
¿Y cuál es el nivel de estos tiempos? ¿El mismo oxidado desde la colonia en el dominio y la explotación de muchos por un puñado? ¿He dicho algo nuevo, algo que resulte sorprendente o imaginativo? Por cierto que no. Es de dominio público el severo bajón experimentado por las tiendas mencionadas, las que en los últimos comicios no lograron siquiera convocar al 40% de los electores. Es tan seria la situación que la mismísima ONU explicitó su preocupación al respecto. Después de todo, lo que está en juego –de verdad en juego- es nuestro sistema democrático que pese a ser blandengue y melifluo es mejor que una dictadura… o al menos no es tan malo como ella (en estos artículos, para explicar una idea, resulta imperioso extremar los cuidados con los conceptos y palabras a utilizar para no entregarse tan fácilmente a la crítica mordaz).
Por ello, en las tiendas del duopolio “a reinventarse llaman”. Aunque, si de reinventarse se trata, ¿hacia dónde debería dirigir sus dardos ideológicos hoy la derecha? Intentó ocupar el centro político, tal vez lo logró en parte pero su éxito ha sido mínimo, casi irrisorio. Vea usted estas cifras indesmentibles: en los últimos dos meses –de acuerdo a la encuesta ADIMARK- Sebastián Piñera sólo aumentó dos puntos, en la misma medida que el ‘aparecido’ Alejandro Guillier aumentaba diez y el ‘faraón’ Lagos se quedaba en sus escuálidos cinco puntos.
Si la derecha requiere reinventarse tendría que hacerlo sólo rumbo a la izquierda (cuestión simplemente imposible), o retrogradar de nuevo hacia el extremo de su propia trinchera: al “pinochetismo vegano” (posición que no procura la “sangre ni la carne” de sus opositores), pero jamás abandonando sus intereses principales, los económicos enclavados en el sistema neoliberal salvaje. .
Por su parte, la Nueva Mayoría, ya en vías de escisión, ¿cómo podría reinventarse si en el año 1990 arriesgó su pellejo político mediante una traición que le permitió girar hacia una socialdemocracia arrastrada por los intereses personales de sus viejos guardianes PS, PPD, PDC y PRSDÑ?, cuestión esta última que, dicho sea, consiguieron asociándose con sus antiguos “adversarios” para enriquecerse a la vez que expoliaban los recursos naturales del país y adelgazaban los bolsillos del pueblo. De hecho, en el escenario político la Nueva Mayoría comparte la misma posición con los cuadros derechistas, y tanto unos como otros se definen de “centro y algo” (centroizquierda, centroderecha).
Por ello, ¿la vieja Concertación deberá reinventarse mediante el conjuro de Merlín el mago que en medio del bosque envía a cada bicho a su correspondiente agujero? Si es así, la DC volvería a conformar una especie de CODE (¿la recuerda?) con RN y algunos liberales y pinochetistas trasnochados, mientras el PS y el PPD, definitivamente, deberían volver a Chillán para un nuevo Congreso en el que la gente, sus bases, determinen el norte de ambas tiendas; ello, por supuesto, significaría primero que todo el adiós definitivo -con aroma a jubilación- de ciertos carcamales que se sienten ‘iluminados procurando eternizarse en el mando para seguir privilegiando los intereses de sus verdaderos mandantes, los megaempresarios y las transnacionales.
Sin temor a equivocarnos, es posible afirmar que el único partido político –de todo el espectro con presencia parlamentaria- que realmente se ha reinventado en estas décadas ha sido el Partido Comunista. ¿Qué no? Vea usted cuán inteligentemente lo ha hecho. En estas líneas recurro a los escritos de mi amigo Alejandro Lara León, profesor de estado y articulista talquino (‘nacionalizado’ serenense), quien al respecto escribió:
“Es que el PC ha cambiado y a mi manera de pensar muy inteligentemente. De ser un partido revolucionario, cuando se les cayó el muro de Berlín en el mate, cayó la URSS, quebró Cuba, ellos también quebraron en Chile y fue Gladys Marín la que los llevó por la institucionalidad democrática para ganar Cores, Concejalías, Presidentes de Juntas de Vecinos, Alcaldes, Diputados y ahora van hacia el Senado… y han entrado al Gobierno de la Nueva Mayoría y tienen cargos, embajadas, consulados etc., lo que los mete de lleno en los asuntos de gobierno, con atractivas ganancias políticas y pérdidas inexistentes”.
Eso es ‘reinventarse’ con éxito, pues si ahora el PC requiere hacerlo de nuevo, resulta de Perogrullo que lo hará buscando sus raíces históricas, vale decir, transitando decididamente hacia posiciones de una izquierda marxista y proletaria, sin haber perdido nada relevante ni de gran importancia a lo largo del proceso.
En fin, el oxígeno político comienza a agotarse en los tubos del duopolio. La asfixia electoral ya se ha manifestado con sus primeros episodios. Tarde o temprano, pese a que les duela o les provoque urticaria, los partidos de la Nueva Mayoría y de Chile Vamos se verán atrapados entre la espada y la pared, lo que les obligará –llanto de por medio- a desligarse de los viejos tercios, de los ‘comandantes y faraones’, pues el oxígeno no alcanza apara todos.
O se lo entregan a esos carcamales, o lo destinan a nutrir sus tiendas partidistas para revitalizarlas en esencian y acción, “reinventándose” de verdad y con éxito. No hay otra forma.
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