El travestismo político ¿una excepción o una suerte de filosofía de vida?

Publicado por Equipo GV 12 Min de lectura

Dr. Franco Lotito C. –  www.aurigaservicios.cl
Académico e Investigador (UACh)

 

Definición de persona hipócrita: conoce la verdad, ve la verdad, sabe que es verdad y aún así, defiende las mentiras.

 

Bachelet_lagosEl diccionario de la Real Academia Española define el concepto “travesti” como aquella persona que por inclinación natural o como parte de un espectáculo, se viste con ropaje del sexo contrario.

Han sido muchos los observadores y estudiosos del “arte de hacer política” que se han referido a los políticos como verdaderos maestros del travestismo. Son políticos que no dudan un segundo en cambiarse de ropaje (de color, de tienda y de discurso) de acuerdo a cómo soplan los vientos –y los intereses políticos– en el acontecer nacional.

Un político que sabe de estos menesteres es el senador Andrés Allamand, ex presidenciable y ex ministro del Gobierno de Sebastián Piñera, quién en febrero de 2013 hizo amplio uso del concepto “políticos travestis” al referirse a algunos de sus pares y oponentes generando mucha polémica en relación con el Movimiento de Liberación Homosexual (http://www.lanacion.cl/allamand-indigna-al-movilh-por-hablar-de-politicos-travestis/noticias/2013-02-13/152141.html.)

En todo caso –y en beneficio de Allamand– él no es el único político que ha hecho uso de esta expresión, ya que en el año 2005, nada menos que la ahora presidenta Bachelet tildó de “travesti político” a su oponente Sebastián Piñera por sus claras ambigüedades políticas y económicas, quién, posteriormente, le devolvió el favor a la candidata a la presidencia de Chile, Michelle Bachelet bajo premisas similares en el ámbito de las decisiones políticas. (http://www.emol.com/noticias/nacional/2005/11/21/202344/bachelet-acusa-a-pinera-de-travestismo-politico.html).

Por otra parte, un periodista hizo lo propio con Ricardo Lagos en noviembre de 2016 llamándolo “travesti político” inveterado por sus –cito en forma textual– “movidas truchas” realizadas en el año 1990 con el fin de tener militancia política en dos partidos al mismo tiempo, es decir, en el PS y en el PPD, con el fin de obtener mayor poder de influencia sobre la “coalición de izquierda chilena” (http://www.politicaconchile.cl/2016/11/ricardo-lagos-travesti-politico/).

La pregunta es: ¿quién será, entonces, el más travesti entre todos los políticos chilenos?

Sin ánimo de ofender los justos derechos de las personas que integran el Movimiento de Liberación  Homosexual (Movilh) y otras asociaciones similares, quienes son seres humanos que han venido al mundo con una orientación sexual que no pueden “rechazar” ni cambiar por gusto ni deseo, la verdad es que nuestro país parece estar plagado de travestis políticos que voluntariamente y de manera muy hipócrita y cínica, se cambian de ropa –de discurso, de ideología, de coalición, de partido, etc.– de acuerdo a:

1. Cómo sopla el viento político.

2. En función de los intereses del momento.

3. En consonancia con sus insaciables ganas de acceder al poder.

Llega a tal punto este “transformismo”, que muchos de estos políticos travestis –con el exclusivo fin de participar de cuotas de poder y tener voz y voto en temas de contingencia política–  están dispuestos a tolerar TODAS aquellas situaciones que sólo un tiempo atrás condenaban y rechazaban a voz de cuello y en forma destemplada. En otras palabras: cuando se despiertan los apetitos irrefrenables por el poder no hay quien los detenga y el doble estándar domina el escenario. Es el juego de la doble moral con todas sus florituras.

¿Algunos ejemplos? ¡Fácil! Los derechos humanos –que supuestamente son valores universales– parecen ser más “válidos” de ser defendidos en relación con una determinada ideología que prima en ciertos países de izquierda versus la ideología que prima en otros. Es así, que muchos políticos de izquierda  –en una notable muestra de corrupción intelectual y de doble “moral”– defienden a brazo partido a dictaduras de izquierda y a movimientos “revolucionarios” fallidos, tales como las de Cuba, Corea del Norte, Venezuela, Ecuador o de la ex República Democrática de Alemania, que de democrática no tenía absolutamente nada, ya que de ella, al igual que en Cuba hasta hace un par de años atrás y de Corea del Norte, actualmente, sólo podías salir muerto y en un ataúd.

Estos travestis políticos defienden a dichas dictaduras aún cuando quienes se han enquistado en el poder en estos países llevan años y décadas encarcelando, torturando, fusilando, asesinando y pisoteando los derechos humanos de millones de personas. Si esto no es, derechamente, hipocresía política, cinismo recalcitrante y una actitud de doble estándar en materia de respeto a la democracia y a los derechos humanos, no me imagino qué otro nombre podríamos darle.

Al parecer, hoy en día, mentir y falsear información se ha vuelto parte integral del sujeto político, al igual, que decirle a la gente todo aquello que quieren oír, aún cuando todo lo que le digan y todas las promesas que hagan sean burdas mentiras, mero populismo, cantos de sirenas y puros cuentos imposibles de llevar a la práctica.

Parece ser cierta la aseveración que señala que cuando existe un “amo” que paga las cuentas, un “amo” que entrega millonarias subvenciones y que genera grandes negociados entre pares (incluyendo el narcotráfico), un “amo” que financia las campañas políticas de muchos de estos pseudo “defensores de los derechos humanos”, no les queda a estos travestis políticos otra alternativa que mostrar una postura de servilismo y de sometimiento total. Esta es otra vergüenza más que se suma a la ya larga lista de “irregularidades” en la hoja de servicio de estos supuestos “servidores públicos”.

Ahora bien, si alguien piensa que los políticos de “derecha” no hacen lo mismo que sus pares comunistas, socialistas y pseudo demócratas cristianos  – a saber, vender sus almas al mejor postor–, entonces esta persona peca de extrema inocencia y candidez.

Con todo el respeto que se merece nuestra Presidenta Michelle Bachelet, todavía me resulta imposible olvidar la vergonzosa imagen transmitida a todo el mundo el día 12 de febrero de 2009, que mostraba a una  ¡¡Presidenta de Chile!! que fue elegida democráticamente, “fugándose” –como señalaba irónicamente el abogado y periodista Héctor Soto– con saltitos de gorrión emocionalmente revolucionado –y con una sonrisa de oreja a oreja– de una ceremonia en la Fundación Salvador Allende en Cuba, porque el amo y señor de Cuba –el fallecido dictador cubano Fidel Castro– le había pegado un silbido de que ahora la recibiría en sus brazos y en sus aposentos reales.

Si ése no fue un acto de servilismo y sometimiento extemporáneo ante un brutal dictador extranjero, quien junto con su hermano Raúl llegó a estar más de 50 años aferrado al poder y que convirtió a un país entero en una suerte de “dinastía del poder” que todavía se extiende en la figura de su hermano Raúl Castro, yo no sé cómo lo podríamos llamar.

Por otra parte, fue el mismo “bien-amado” Fidel Castro, quien, sólo pocos días después de esta muestra de servilismo impropio por parte de la Presidenta Bachelet, la traiciona vilmente y le propina un golpe de gracia final –, es decir, el “pago” de Cuba a tanta muestra de amor– bajo la forma de una columna periodística en que Fidel Castro apoyaba de manera incondicional las aspiraciones marítimas bolivianas del gobierno de Evo Morales en contra de Chile. ¡Plop!

Tal como lo señaló en una oportunidad el reconocido economista chileno Sebastián Edwards: “Cuba sigue siendo una dictadura, un país represivo donde se violan sistemáticamente los derechos humanos, sin libertad de prensa ni protección a los derechos civiles”. Y yo no creo que haya que ser un “momio derechista”, un “contrarrevolucionario”, un “fascista” o “un vendepatria” para reconocer esta simple pero desagradable verdad.

Los hombres (y mujeres) honrados y dignos de un país son aquellos que son capaces de tomar el “toro por las astas”, decir las cosas por su nombre y actuar de una manera correcta. La incapacidad –sumado a la falta de coraje civil y  la presencia de cobardía política– de  enfrentar la verdad sin adornos, constituye otra de las grandes debilidades de quienes están metidos en el ambiente político. En lugar de ello, prefieren utilizar malabarismos retóricos y eufemismos minimizadores, una estrategia que termina por convertirse en la típica mentira hipócrita, sucia y solapada para explicar ciertas “conductas” y decisiones políticas inaceptables, tal como lo hizo el partido comunista encabezado por Guillermo Teillier, Daniel Núñez, Hugo Gutiérrez, Camila Vallejos y Karol Cariola de tildar a la hija del ex presidente Patricio Aylwin, la ex parlamentaria Mariana Aylwin, de “provocadora”, “imprudente”, “subversiva” y de ser parte de un ”complot y conspiración internacional” en contra de Cuba, en lugar de condenar y rechazar de manera clara y categórica la prohibición de ingreso de Mariana Aylwin a Cuba.

En este sentido, los políticos travestis siempre  justificarán sus propios “cambios de sexo” aseverando que ellos no tienen que dar cuenta a nadie de sus actos (aunque éstos sean indecentes, corruptos e inmorales).

De acuerdo con estas premisas –en una lucha enconada del más fuerte por apoderarse de los cargos públicos–, los políticos travestis se convierten en verdaderos expertos  transformistas, ya sea saltando de un partido a otro, cambiando su discurso a piacere (y de acuerdo con la contingencia política y económica), acusando a sus ex compañeros de filas de “retrógrados”, de dinosaurios del pasado y de agentes contrarrevolucionarios, tapando de insultos a los fascistas de derecha –es decir, todos aquellos que no comparten su ideario político “revolucionario”–, e insultando a destajo a todo aquél que no concuerde con sus ideas, por estúpidas e incoherentes que sean.

Digamos finalmente, que la locución latina “panem et circenses”, es decir, pan y circo, propia de los antiguos romanos  y utilizada con el fin de aplacar al pueblo, mantenerlo tranquilo y ocultar hechos controvertidos y con carácter corrupto y delictual, se hace presente en el siglo XXI en toda su luminosidad y esplendor.

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1 Comment
  • Para resumir en términos muy simples el tema del travestismo político, sólo resta acotar, que los actores políticos son como los camaleones: cambian de piel y de color según más les convenga y adecúan su actuar según los colores políticos, donde más calienta el sol y donde más les sirvan para sus objetivos personales. He dicho.

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