El miedo a la plaza pública

Publicado por Equipo GV 8 Min de lectura

Por Pablo Varas

plazaPor historia ha sido el lugar marcado desde el que nacen y se despiden todos los asuntos más serios.

Desde una de sus esquinas siempre se inician las manifestaciones, o es el lugar al que llegan miles luego de haber recorrido las calles gritando y llenándolo con demandas de todo tipo, especialmente económicas y enjuiciando una conocida estructura social injusta. La salida a la calle es un acuerdo que nace desde la asamblea en el sindicato, desde la universidad…nos juntamos en la plaza y desde allí marcharemos, así son los asuntos.

La plaza es el primer lugar que trazaron los conquistadores para colocar la bandera y la cruz, señalando la llegada y las reparticiones de los nuevos dueños del látigo y la amenaza de infierno.

Público es que mucha sangre ha corrido por estas demandas y justas razones. Los que son unos pocos/cuantos y se sienten dueños de todo, han exigido siempre que para calmar a la turba/chusma enardecida, exigente y antipatriota, están las balas, y así está escrito en nuestra historia y en la de otros pueblos también. En la calle carabineros dispararon a mujeres embarazadas envueltas en banderas de esta patria por orden del Ministro del Interior de Eduardo Frei, el pueblo se llama El Salvador, eran los años sesenta y la revolución en libertad.

Las plazas públicas recuerdan el balanceo encantador de los cuerpos de algunos que lo merecían. Mussolini por ejemplo, colgado por los pies junto a su amante pasó horas mientras era insultado, así se certificaba para la memoria de los tiempos la muerte de un fascista. Un poeta los quería a todos en la plaza pública también juzgados, a esos que los habían puesto fuera de la Ley en un gobierno radical que habían apoyado…el pueblo te llama Gabriel.

La Plaza del Sol en Madrid, con miles y miles de hastiados del duopolio político español dio inicio a un proyecto democrático nuevo, Podemos, que recoge las propuestas y demandas de una generación que sólo conoce una democracia a medias, heredada de una transición inconclusa y pactada. España un país que se reparten corruptos derechistas, socialistas y monárquicos.

Hace algunos años en países árabes las Plazas se convirtieron en lugares de gigantescas protestas, algunos pidiendo más democracia y otros sosteniendo los dogmatismos del Corán. Se hablaba que había llegado la primavera, algo así como se veía la luz al final del túnel del oscurantismo, pero todo aquello sucedía en ese lugar. Justamente el punto más determinante de cualquier ciudad, allí donde se hacen los desfiles en marchosas alfombras rojas y hay fuerte música militar.

La política chilena no es participativa no democrática en sus momentos para definir a sus artistas y guaripolistas que los representarán en el escenario electoral. Todos los acuerdos se hacen entre cuatro paredes con unos pocos elegidos, esos que al parecer saben más que todos, los más educados en política pero malos lectores y faltos de estudios en la historia.

La Plaza Pública sirve para que allí sean santiguados como si de ángeles se tratara a corruptos que inician su carrera para estar en ese pozo llamado parlamento. Llegan inflados de halagos, borrachos de tantos aplausos, al borde del paroxismo ante la seguidilla frases y frases que lo condenan a aceptar que son o es el mejor o la más impecable de todas, resignados los pobres. Para los elegidos, que el Agora sea una caja de fósforos no tiene la más mínima importancia, lo determinante es el nombre y son faltas de ortografía. La Plaza Pública con sus estatuas de próceres espera la llegada de su hora para que sea reivindicada como el lugar donde todos puedan decir y proponer lo que les apura y lo que necesitan cambiar con urgencia.

Nadie quiere hacer algo diferente, todos con el mismo recorrido, aquí todos son los mismos de siempre aunque hablan por bocas de otros. Lejos está la inmensa mayoría que pretenden representar. Son una pantomima las primarias, mejor la dedocracia.

En el caso de la derecha UDI/RN/PIÑERA su política la hacen entre los mecenas de grupos económicos que dictan hasta las normas para ir al baño. El que pone la plata pone la música, aunque huela pescado. PDC/PS/PPD/PC/PRSD hacen lo mismo. Cada partido pone en sus viejos sombreros los nombres de los valientes emprendedores y tranquilos esperan estar en alguna papeleta. Si tiempo lo ocupan pidiendo dinero a empresarios firmando como siempre…esperando respuesta y a sus órdenes.

Tiene miedo el Frente Amplio de ir a un lugar público y que en un campamento desde allí salga el nombre de un candidato, eso no es relevante, ellos llegarán cuando les apure el voto siguiendo la misma vieja forma de hacer política. No es en el sindicato donde se construye el pliego de peticiones el punto de partida para proponer los pilares necesarios para una nueva patria.

A la fábrica se llega ya con la torta cortada y las fotos nuevas. Cantos de sirenas en cajas de lo que deberían ser las bases de un programa para este maltratado Chile, a medio terminar siempre como si de un puzzle mentiroso se tratara.

Nadie quiere la Plaza Pública, nadie quiere ir a ventilar sus palabras y colgarlas para que sean vista por todos, le tiene miedo. Es mejor hacer tiempo y estar en la foto el día de la proclamación, de algo, de cualquier cosa o asunto. Chascones para lo público, pero bien peinados a la hora de ponerse/proponer, por decir algo.

Bajen de sus escaños, vayan a escuchar lo que dice la calle, no te tengan miedo a los trabajadores, a los sucios, a los migrantes, a los invisibles. No cuadra afirmar que son los sostenedores de todas las demandas. Que sean la Plaza la que elija quien es quien en esta historia, en este nuevo cuento y si la Plaza propone al suplementero para candidato a diputado, bien, que sea él entonces.

Pasan los días y la Plaza Pública aún no escucha el Chile nuevo del que hablan los rebeldes de los tiempos actuales. Las palomas que no son militantes de nada, que no votan y que solo se alinean con los que le tiran migas de pan, no emprenden aún el vuelo, no hay ruido cercano ni menos peligro.

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