Por Enrique Ceppi.
Edición PrimeraPiedra.cl
La política chilena ha entrado en la vorágine electoral cumpliendo los plazos fijados por la nueva ley de elecciones. A pesar del descrédito de la política y de los políticos, la proximidad de las elecciones presidenciales, parlamentarias y de consejeros regionales no deja de cobrar importancia en los medios de comunicación y en las conversaciones familiares. Dentro de 40 días tendremos elecciones primarias para seleccionar candidatos a presidente de la república.
Así como hay un momento para las ideas y los programas, para establecer las alianzas programáticas y discutir las visiones de país, pero hay otro momento, también importante, para definir la táctica electoral. Las ideas y el programa hay que impulsarlos en todos los terrenos: en la calle, en los trabajos, en las marchas y, también, en la institucionalidad. Y las elecciones son la vía democrática para ocupar espacios en las instituciones donde se definen las políticas públicas. Esa es la importancia de las elecciones y de participar en ellas no solo con un afán testimonial sino con la intención de ganar puestos en los organismos del Estado.
Muchos se preguntarán para qué sirven estas votaciones primarias. En el papel se dice que es un ejercicio democrático para la selección de candidatos que ponga un límite a las decisiones de las cúpulas partidarias, lo que es verdad. Esto quiere decir que las directivas y los candidatos se ven obligadas a salir a la calle a conversar con la gente y tratar de convencerla de ir a las urnas y votar por su candidato, lo que es bueno.
El ejemplo contario lo presenta el Partido Demócrata Cristiano (PDC) que decidió no concurrir con la senadora Carolina Goic a esta prueba selectiva por temor a hacer el ridículo electoral, tal como le ocurrió a su candidato, Claudio Orrego, en las primarias presidenciales de 2013. Con la idea de tener más tiempo para dar a conocer a su candidata, la senadora Goic optó – con el apoyo de Gutenberg Martínez y Mariana Aylwin – por llegar con su candidata hasta el 27 de noviembre a la primera vuelta de la elección presidencial, pero con ello se disparó un balazo en los pies. El PDC se quedó fuera del pacto NM y enfrenta el riesgo de correr solo en la elección parlamentaria. Este parece ser el abrazo del osos Gutenberg. Los únicos ganadores en el PDC, hasta el momento, están siendo los sectores anticomunistas que quieren sacar al partido de la alianza de centro-izquierda.
La que fue una sorpresa es la inscripción de la elección primaria del pacto Chile Vamos (CV). Después que la NM se quedó abajo, dudaron un par de semanas sobre participar en este ejercicio democrático. Total, los poderes fácticos del empresariado y la derecha tienen claro quién es su candidato, Sebastián Piñera Echeñique, y lo consideran ganador. Pero pronto se dieron cuenta de la ventaja que les traía, como bloque, participar en las elecciones primarias y dejar en evidencia la ruptura de la NM. Así es como tendremos la oportunidad de presenciar la que se puede llamar primaria de los millonarios, en la cual se enfrentarán el campeón de las pasadas financieras, Piñera, con más de 1.662.500 millones de pesos acumulados en sus una generación (2.500 millones de dólares), ante Manuel José Ossandon, con 3.475 millones de pesos de patrimonio reconocido, y Felipe Kast, que no lo hace mal, con solo 1.075 millones declarados oficialmente.
Por el otro lado, a última hora, reuniendo las firmas necesarias en las esquinas, el bloque del Frente Amplio (FA), logró inscribir sus precandidatos, el sociólogo y profesor universitario Alberto Mayol y la periodista Beatriz Sánchez. Esta será la primaria de los alternativos, los que se abrieron un espacio en la política a partir de las movilizaciones sociales y quieren renovar la clase dirigente del país. Será difícil equivocarse en esta votación primaria, por un lado estará el bloque de los millonarios, los que se han paseado por el parlamento, los ministerios, las finanzas y constituye la élite de los favorecidos por el sistema imperante, por el otro lado el bloque de los que viven de un sueldo, las víctimas de las AFP y las familias endeudadas en la educación de sus hijos.
En lo inmediato, lo trascendente ha sido la inscripción de Chile Vamos y del Frente Amplio para la realización de elecciones primarias para definir sus abanderados presidenciales. En ambos casos es evidente cual será el candidato ganador. Todos los estudios de opinión indican que en la derecha se impondrá Sebastián Piñera y en el Frente Amplio será elegida la periodista Beatriz Sánchez. Pero esto no le quita importancia y trascendencia a la elección. Más que el nombre de los ganadores, lo trascendentes será la capacidad de cada bloque para movilizar a sus partidarios y llevarlos a votar el domingo 2 de julio. Para la derecha la meta no es muy alta, con alcanzar los 800.000 participantes que tuvieron en la primaria de 2013 entre Longueira y Allamand, se considerarán satisfechos.
Difícilmente podrán acercarse a los 2 millones de electores que movilizó la NM en 2013. En cambio, para el Frente Amplio la situación es diferente, como coalición nueva no tiene referencias propias con las cuales compararse. Su estructura orgánica es incipiente, pero, dada su ambición y su capacidad para sacar a la calle a millones de personas, se podría esperar que, a lo menos, se acerque al número de votantes que movilice la derecha. Este será, de forma indirecta, un duelo inédito entre la derecha tradicional y las fuerzas emergentes del movimiento que se define como contrario al neoliberalismo. La principal pregunta, al final del día 2 de julio, será el número de votantes que tuvo cada bloque: ¿Cuántos ciudadanos se desplazaron a la votación? y ¿quién llevó más electores a las urnas? Para cada bloque será importante el número de electores alcanzado, eso demostrará la fuerza de sus ideas y la capacidad orgánica para convencer y encantar a los ciudadanos.