La inclusión de niños transgénero: un tránsito necesario

Publicado por Equipo GV 4 Min de lectura

Por Daniel Sánchez
psicólogo y académico de la Universidad Central
Daniel Sánchez - Defendiendo la tareaLa Superintendencia de Educación ha enviado recientemente a los establecimientos una circular con medidas para resguardar los derechos de los estudiantes transexuales. Esta iniciativa, al parecer, transita por el camino correcto.

Poco se sabe en Chile respecto de las temáticas referidas a niños transgénero: En el mundo, por el contrario, ya hace 60 años se trabaja en estos temas con la complejidad que presentan dichas miradas.

Vale la pena distinguir tres cosas: primero, la identidad sexual (sexo asignado al nacer); segundo, la identidad de género (sensación sentida por la persona respecto de la pauta cultural que define su género); y, finalmente, orientación sexual (afectos, deseos y sensaciones sentidas hacia el mismo u otro sexo). Visto así las temáticas de género no necesariamente dicen relación con la sexualidad.

Cabe otra acepción. En psicología y psiquiatría existe el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (en leyes existen los códigos, en medicina los manuales y en pedagogía las orientaciones). Lo interesante de dicho manual es que en su versión última define: “disforia de género” (eliminando el concepto de trastorno de identidad de género). En términos simples, dicha disforia hace relación al malestar, stress o disconformidad que genera la discordancia entre identidad de género y sexo asignado el que no se identifica ni siente como propio. Con ello, se abre una puerta enorme para que la comunidad entera (padres, gobierno, académicos, niños y escuelas) puedan comenzar a mirar este tránsito de una manera más amorosa.

Es cierto que la complejidad de la identidad de género implica una infinidad de preocupaciones para los padres de niños(as) transgénero. La verdad es que para los menores dicha preocupación no existe; así, dichas preocupaciones son de los padres, no de los niños.

La investigación ha demostrado que la identidad se forma entre los 18 meses y 5 a 6 años de edad. En este último momento los niños tienden a asumir que el género que han escogido los acompañará por un largo periodo; entonces, preguntarnos por esta identidad en un niño, resulta del todo vital.

Resulta un imperativo inamovible que las discusiones se centren en lo que ha venido pasando en materia educacional. La circular del Mineduc no es una locura de la administración gubernamental, toda vez que ha estado inspirada en la convención de derechos del niño, la propia constitución, la Ley de Inclusión y, fundamentalmente, la Ley Zamudio contra la discriminación.

Un niño tiene la hermosa posibilidad de convertir su vida en lo que desea. Las posibilidades de explorar su naturaleza y decidir libre y soberanamente respecto de sus caminos ha de ser siempre la guía que oriente nuestros empeños. La identidad de género es algo que ocurre. Siempre tendremos niños, jóvenes y adultos que han decidido liberarse de las presiones de la sociedad para finalmente ser lo que esperan.

Otra cosa es lo que como adultos nos genera esta realidad en extremo difícil y dolorosa para nuestra generación. Aquí es momento de reflexionar entre lo que los niños desean y lo que queremos que sean tal como nosotros hemos diseñado; allí existe una cuestión que requiere mucho de nuestro trabajo social.

Finalmente, así como los niños transitan en su búsqueda de identidad, los adultos también requerimos un tránsito generacional para lograr entender las cosas desde donde los niños miran y no desde nuestra formación generacional.

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