¿Los Chilenos votan por el mal menor?

Publicado por Equipo GV 6 Min de lectura

Por Rafael Urriola
Columnista Primerapiedra.cl

 

rafael_urriolaLa derecha concluyó que es inmune a los negocios ilegales que han vinculado financiamiento de la política, facturas falsas y evasión fiscal. No de otra manea se explica que el varias veces imputado por estos delitos, Pablo Longueira, aparezca liderando un llamado a votar por el candidato Piñera en la primarias del próximo domingo 2 de julio.   Asimismo, el malogrado “chiste” que contó el candidato fue más bien replicado desde su entorno porque se estaba haciendo un uso político antes que por reconocer el mal gusto de la historieta.

Claro que hay otros elementos que debiesen tomarse en cuenta. Los procesos sociales y de adscripción política toman tiempo. El caso de Francia no es un modelo para nosotros en lo político pero es de gran interés sociológico. Los ciudadanos franceses ya hace tiempo que venían descolgándose de la derecha tradicional (Giscard, Chirac, etc.) pero también de la socialdemocracia tradicional representadas por el Partido Socialista. De cualquier modo un observador común podría recordarnos que esta derecha y esta izquierda se ha turnado en el poder en los últimos 40 años con ligeros matices de carácter representados por N. Sarkozy.

Si esto es cierto entonces no habría tal crítica a los partidos tradicionales. Al parecer el comportamiento de los electores es menos drástico y tiene un trasfondo ideológico más fuerte que lo que se piensa. En efecto, cuando llegaron a la segunda vuelta Chirac y Le Pen (extrema derecha con pasado fascistoide) un porcentaje muy alto de la izquierda concurrió a la segunda vuelta disciplinadamente a votar por el “mal menor”. ¿Qué más ideológico que votar por el mal menor? Esta es una situación que puede observarse en Chile también.

pentaAdicionalmente, la población perdona con mayor facilidad los mismos “pecados” a los propios que a los adversarios. En Chile, en Brasil o en Europa cuando se descubre un hecho ilegal de los adversarios se arma un escándalo que se minimiza al máximo si el mismo hecho es protagonizado por los propios. Caval y Penta son casos emblemáticos. Sin embargo, esta reacción de incoherencia solo se afirma en un segmento del entorno de los votantes. Los círculos concéntricos más alejados del ejercicio concreto del poder de los partidos, es decir la gente común y corriente, no le es indiferente esta reacción sino ¿como se explicaría que más del 90% de la población rechaza o evalúa mal a los políticos?

Empero, la primera reacción no es “pasarse al otro lado” sino -como lo muestran las cifras de las elecciones desde 1990- ha habido una constante baja absoluta de votantes. Obvio que la gente no tendría razón en pasarse desde la derecha tradicional a la izquierda tradicional si lo que le criticó a los propios es lo mismo que ve en los de enfrente. La gente primero se aleja, luego vota pero sin convicción, más adelante no vota y, raramente, se entusiasma con alternativas diferentes que no son ni podrían ser las tradicionales. Sin embargo pasa y eso es lo que representan Macron (25%) Le Pen (22%) y Melenchon (20%) en Francia.

Así, no será extraño que Katz y Ossandón logren un porcentaje alto en las primarias de la derecha porque el candidato que mejor representa el “más de lo mismo” es Piñera. Incluso, por el carácter de las primarias, Piñera podrá ser favorecido pero ya vislumbran que no le sería agradable obtener menos de 70% e incluso se han propuesto una votación de 1,2 millones de personas solo en las primarias de la derecha lo cual es de un enorme optimismo y podría serle contraproducente. Justamente, habrá menos votación porque no está en juego “el mal menor” que tanto ha movido electoralmente a los chilenos en los últimos años.

 

De su parte, el Frente Amplio no tiene una disputa central en cuanto al candidato o candidata sino ha aprovechado la situación para adquirir experiencia en las complejas lides electorales y ha salido adelante limitando las desuniones torpes del pasado. Así como una parte de la derecha que se había trasladado a votar por Parisi (votación que espera recuperar Katz) hay otra parte que votó por MEO y que se quedará masivamente con el FA. Visto así, el FA podría partir con una base en torno al 16% de la votación y su gran desafío es recuperar a los frustrados pero, sobre todo, atraer a los que por lógica histórica debían abstenerse. Este proceso no ha ocurrido hasta ahora de manera electoralmente significativa.

En cambio, la derecha y la izquierda tradicional luchan mas bien por evitar la fuga mientras que el FA lo hace por atraer a un segmento que en Francia se aburrió y votó por otros. Algo similar intenta Katz en la derecha pero aún mantiene demasiados vínculos con las cúpulas.

 

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