Por Dr. Franco Lotito C. – www.aurigaservicios.cl
Académico, Escritor e Investigador (UACh)
“Los analfabetas del siglo XXI no serán aquellos que no sepan leer ni escribir, sino que aquellos que no sepan aprender, desaprender y reaprender” (Alvin Toffler).
Hoy en día, las exigencias profesionales y personales para ciertos cargos de confianza en las empresas han cambiado un poco. Es así, por ejemplo, que lo que buscan hoy las empresas, son personas que sean, entre otras cosas, rápidas, honestas, globales, que sientan atracción por la tecnología y puedan ser flexibles. Estas empresas andan a la búsqueda de sujetos que sepan detectar e identificar las necesidades de los clientes y, cada vez más, se está valorando la experiencia y la experticia adquirida por la persona.
A grandes rasgos se puede decir que las personas que sean rápidas, asertivas, motivadoras, tecnológicas y honorables tendrán más chances y oportunidades de ser integradas a una empresa, que aquellos otros individuos que carecen de estas cualidades y características. La razón de fondo para este “perfil” es muy fácil de explicar: en un mundo cada vez más globalizado, veloz e incierto, no hay tiempo que perder o para quedarse dormido. De lo contrario se corre el riesgo de que la competencia pase por encima de la empresa que no se dio cuenta que los tiempos han cambiado una enormidad.
Las personas más demandadas están entre los 28 y los 45 años, si bien, la tendencia hoy apunta a contratar gente con experiencia, por cuanto, se ha detectado que gente muy joven, en ocasiones, carece de la perseverancia y la paciencia para permanecer en un determinado puesto y/o empresa durante mucho tiempo, con un adicional que puede representar un inconveniente para su contratación: quieren ganar mucho dinero y ojalá quedar de inmediato en un puesto de jefatura que no requiera de gran esfuerzo y dedicación, pero que pague bien.
Asimismo, se da el caso de empresas que están incorporando personas mayores y con mucha experiencia, sobre todo a nivel part time y de asesorías.
En función de lo anterior, algunas de las “cualidades” o características más deseables que buscan las empresas para sus futuras contrataciones son las siguientes:
- Tener actitud: dado el alto nivel de competitividad que existe hoy, se requiere de personas que aseguren resultados, y es aquí, donde la “actitud” de la persona adquiere relevancia, por cuanto, esta característica, definida como la “predisposición interna de un sujeto, que puede ser positiva o negativa, ante hechos, situaciones o personas”, involucra una serie de aspectos interpersonales, es decir, el nuevo trabajador deberá demostrar ser un buen comunicador, tener rasgos y/o potencial de liderazgo, que esté en condiciones de motivar e impulsar a su equipo de trabajo hacia la excelencia, entre otros desafíos. Es por ello, que esta persona necesita saber trabajar en equipo. Por otra parte, este trabajador debe corporeizar a un líder de opinión capaz de influir en el comportamiento de su equipo, en función de lo cual, no sólo debe estar investido de autoridad formal, sino que, preferentemente, debe desarrollar –por sí mismo– una suerte de autoridad informal: la gente le cree y tiene confianza en esta persona, la gente se identifica con su visión y está dispuesta a seguirlo en sus decisiones. A lo anterior, se suma el hecho de que para ser un líder en propiedad, esta persona debe manejar una gran cantidad de información, tanto al interior de su organización, como así también fuera de ella.
- Flexibilidad: dado que existe un mercado que cambia constantemente, con plazos cada vez más cortos, donde los procesos que ayer funcionaron, hoy ya no sirven, el trabajador debe mostrar una alta capacidad de adaptación a los cambios, tener habilidad –y capacidad– para tomar decisiones rápidas y certeras en ambientes donde existe incertidumbre y, a menudo, no se dispone de toda la información que uno quisiera. Esta flexibilidad se vincula, asimismo, con la capacidad de ser autónomo e independiente. En este sentido, es necesario que la persona tenga la disposición de salir fuera –de la ciudad, de la región, del país– sin poner trabas.
- Visión global: en función de las decenas de tratados comerciales que tiene Chile, hoy se hace necesario competir más allá de las fronteras. En este sentido, es preciso señalar que resulta insuficiente pensar sólo en ser los primeros en el país, sino que la visión debe apuntar a ser los mejores del mundo y estar en una búsqueda constante de la excelencia.
- Tecnología: el acceso a un mercado globalizado se basa fuertemente en el dominio de los medios tecnológicos como instrumentos básicos para la conquista de ciertos mercados. Un solo ejemplo: aquel trabajador que no tiene un computador en su puesto de trabajo, que no posee gran dominio sobre dicho equipo y que no está conectado en línea, queda simplemente fuera del sistema. Está out. Hay que poner atención de que no se trata de que la persona sepa programar un computador, sino que tenga muy claro en su mente que él está obligado a aplicar todas las tecnologías computacionales y de información existentes en el desarrollo del negocio o del servicio que presta a la comunidad.
- Buen conocimiento del idioma inglés: es por todos conocidos que para poder negociar en otros mercados con un cierto grado de éxito, el buen manejo del inglés se hace imprescindible, aún cuando el dominio de otro idioma, tales como el idioma alemán y el chino mandarín también entregan ventajas competitivas. Por lo tanto, la sugerencias para aquella persona que aún no se maneja con algún idioma extranjero, es pensar seriamente en invertir en el aprendizaje de una lengua extranjera, de preferencia, inglés.
- Tener una vida integral: las empresas multinacionales están buscando profesionales que tengan una “vida equilibrada” y que tengan otras actividades –deportivas, culturales, sociales– además de la vida laboral, donde el sujeto “trabajólico” –pero muchas veces improductivo– que se queda trabajando hasta las diez u once de la noche, ya no es bien visto. Lo anterior, implica que estos trabajadores deben desarrollar otras tareas, entrenarse en otras áreas, buscar otros intereses. Es así, por ejemplo, que aquellos trabajadores que tienen una veta deportista y que se mantienen físicamente activos, son muy bien valorados, ya que significa que estas personas con capaces de ser perseverantes, de entrenar de manera regular, de competir consigo mismo y de destacarse claramente por sobre otras personas sedentarias y también algo abúlicas.
- Honestidad y honorabilidad: con los múltiples casos de corrupción en el ámbito público y privado, pago y recepción de coimas, emisión de facturas y boletas falsas, colusión entre empresas, colusión entre el sector público y el sector privado (caso Caval, Corpesca, Carabineros y el gigantesco fraude al Fisco, SOQUIMICH, Penta, etc.), el tema de la honestidad y la honorabilidad se ha convertido en un aspecto relevante a la hora de contratar nuevo personal. Esta característica ya no se ve como una “cualidad obvia” del sujeto a contratar, por cuanto, hoy en día, al momento de seleccionar, se hace necesario repasar y analizar la hoja de vida del postulante de manera detallada.
Todo lo anterior confluye hacia un solo objetivo: el trabajador del siglo XXI deberá apuntar a ser un sujeto consecuente y coherente entre lo que dice y lo que hace, es decir, deberá demostrar sentido común, sensatez, ser criterioso y tener un buen nivel de equilibrio emocional interno.
Este es el gran desafío del trabajador exitoso del siglo XXI.
Están muy bien descritas las cualidades y competencias que las organizaciones exigen que deben poseer los colaboradores. Hoy en día existe la necesidad de estar constantemente actualizando los conocimientos y adaptándose al manejo de las nuevas tecnologías y ojalá hablar otro idioma. Aunque la comparación puede ser odiosa, debemos ser como las máquinas: cada tantos meses está saliendo al mercado una superior.
Muchos profesionales invierten mucho tiempo y dinero en su formación profesional, para poder ir optando a mejores puestos de trabajo, con mejores sueldos y beneficios. Algunos ejemplos son: estudiar una segunda carrera profesional, cursar un diplomado, hacer algún pos título o algún posgrado de magister o doctorado.
Ojalá estas exigencias que hacen las empresas para contratar a sus equipos de trabajo, vayan de la mano con un sueldo proporcionalmente justo con tanta preparación exigida y que los puestos de trabajo no se los den al amigo de, al pariente de, o para pagar algún favor político.
Con mucha pena y desmotivación he visto en las noticias que gente con mucha formación profesional no encuentran un trabajo digno y con una paga acorde con tanto tiempo y dinero invertido en adquirir conocimientos más específicos de alguna área determinada, sobre todo a los profesionales que se dedican a la investigación en Chile. ¿Cuántos de estos talentos han tenido que irse a trabajar a otro país donde lo valoran como corresponde? Nadie es profeta en su tierra. Le ha pasado a Pablo Neruda y a Gabriela Mistral, sólo por nombrar algunos ejemplos. Para brillar han tenido que salir al exterior.