Quien decide votar por un delincuente, por un corrupto, por un traidor, por un mentiroso, tiene plena conciencia de que sufragará voluntariamente por un ladrón, un traidor, un corrupto, un mentiroso.
Por Arturo Alejandro Muñoz
Columnista Granvalparaiso.cl
Acostumbrados a orarle a la ‘historia oficial’ y arroparse con la comodidad que otorga la confianza en un inmovilismo perenne, los seguidores a ultranza de una economía de mercado basada en la ley del más fuerte y en una profunda desigualdad social que tiene eco directo en el incremento a fondo de la brecha económica, siempre culparán a los pobres como responsables de su estado de miseria, pero jamás reconocerán que los marcos legales y jurídicos son tanto o más culpables de esos estados de carencia que los propios carenciados.
Obviamente, nunca harán tamaño reconocimiento, pues son precisamente los que conforman las minorías que se han adueñado de todo el país quienes construyen, aprueban y ponen en ejecución tales legislaciones. Ellos lo saben, el país lo sabe, todos lo sabemos… pero nadie mueve un dedo para, de verdad y en serio, poner coto a las actividades delictuales que algunos poderosos ciudadanos realizan a vista y paciencia de la sociedad civil, como si se tratara de actos legalmente válidos y moralmente prístinos, cobijados por una prensa canalla que oficia de obsecuente correveidile oficial de una moralidad en calzoncillos.
Lo anterior no es ‘atributo’ exclusivo de nuestro país, claro que no. Ha ocurrido desde siempre en todas las repúblicas y reinos del planeta, siempre con el concurso de las cofradías políticas del momento y, para no variar mucho en el acusatorio de estas líneas, de la prensa principal que existía en su momento en cada una de esas naciones. Ejemplos sobran.
¿No fue acaso Alphonso Capone un criminal, un delincuente de alta peligrosidad? ¿No era ello sabido y conocido por todo el pueblo estadounidense en la década de 1930? Claro que lo era, pero las leyes de la época le permitían seguir no sólo en libertad sino también delinquiendo a placer. ¿No lo buscaba la prensa de entonces para entrevistarlo, fotografiarlo y colocar su nombre en las portadas de los principales diarios? Los medios de comunicación lo trataban como si hubiese sido una estrella de cine, alguien de alto vuelo social y moral. Tal es así, que en 1929 la prensa lo nominó “Personaje del año’, superando a personalidades como Albert Einstein y Mahatma Gandhi. Era, pues, la sociedad toda quien le permitía realizar ilícitos a placer; en esa ‘sociedad toda’, estaba incluida la legislatura de aquellos años.
No debemos olvidar que el de Capone jamás se trató de “un caso aislado” ni era tampoco la “excepción a la regla”. Por el contrario, formó parte de un nutrido listado de criminales y asesinos cuyas vidas e historias personales fueron llevadas al cine, como sucedió con Lucky Luciano, Frank Nitty, Johnny Stompanato, Mickey Cohen y un largo etcétera que terminó, ya avanzado el siglo veinte, con una comercialmente exitosa y ficticia historia de una familia gansteril, los Corleone, nacida de la pluma magistral del desaparecido escritor Mario Puzo.
¿Y el caso de Adolf Hitler, no viene también al punto en este somero recuento? A comienzos de la década de 1930 los alemanes eran conscientes del grado de peligrosidad y fanatismo inherente al partido del cabo austríaco, el NSDAP, como también lo eran respecto de los tóxicos pensamientos y cambios de humor de don Adolf. Pero, votaron democráticamente otorgándole al partido nazi un alto número de curules en el Bundestag, seducidos por la locuacidad de aquel líder político y por una prensa carente de moralidad y equilibrio. El pueblo alemán hubo de pagar carísimo por ello una década después, al grado de ver dividido su país en dos sectores políticamente irreconciliables y sometidos a intereses y voluntades de una ocupación extranjera.
En Chile, bello último rincón del mundo, ya ocurrió algo similar, aunque en este caso no hubo votación democrática sino golpe de estado aplaudido por la mitad de la población y por toda la prensa adicta al capitalismo exacerbado. Sabemos bien en qué y cómo terminó aquello. Miles de asesinados, cientos de miles perseguidos, exiliados, torturados, golpeados… y con los líderes golpistas encarcelados por sus calidades de asesinos y ladrones, el país entregado a las fauces predadoras de capitalistas sin patria ni ley, y la sociedad en general sometida al imperio de la corrupción y la delincuencia.
Los electores tienen hoy suficiente información respecto de candidatos al ejecutivo y al legislativo. Nadie puede argumentar desconocimiento del currículo de esos postulantes. Hoy, quien decide votar por un delincuente, por un corrupto, por un traidor, por un mentiroso, tiene plena conciencia de que sufragará voluntariamente por un ladrón, un traidor, un corrupto, un mentiroso. Llorar sobre la leche derramada meses después, sólo resulta útil al pañuelo que seca esos lagrimones.
Si usted opta elegir a quien va a legislar en beneficio de un pequeño segmento de la sociedad, no puede entonces alzar luego la voz reclamando por el ninguneo y olvido a que ese legislador somete al resto de los habitantes. Usted conocía su currículo, sabía de su pensamiento y, lo más importante, estaba plenamente informado de sus acciones. Si ello sucede, nadie lo ha engañado… simplemente usted se auto engañó. Así de simple, y de claro. A veces, el desavisado, el fanático per se, entrega poder y fama a quienes son los herederos de aquellos que han pretendido clavar la rueda de la Historia para evitar el avance y desarrollo de la sociedad. El siguiente listado es ilustrativo de lo dicho. Vea usted, estimado lector, lo que ciertos ‘legisladores’ que usted mismo ha privilegiado con su votación, realizaron en contra del desarrollo social e histórico de nuestro país. Esos individuos son herederos y seguidores de quienes ofrecieron tenaz resistencia, clasista, racista e inaceptable resistencia a:
La abolición de los títulos nobiliarios
La abolición de los mayorazgos
La libertad de vientre
La ley de matrimonio civil
La supresión del patronato
Los cementerios laicos
La ley de instrucción primaria
La jornada laboral de 8 horas y las vacaciones
La sanción del cohecho electoral
La legislación laboral
La existencia de un Estado fuerte que regule y controle a la sociedad y al país
La igualdad –real- ante la ley
Política impositiva; quien más gana, más paga
Defensa de los recursos estratégicos del país
Preservación del medio ambiente
Sistema de reparto en pensiones
Educación de calidad, laica, gratuita y universal
Acceso oportuno y eficiente a un sistema eficaz de salud pública
El derecho de la mujer a decidir sobre su propio cuerpo
Lucha frontal y decidida contra la delincuencia común y la de corbata
En fin, eso y más. Usted tiene perfecta información respecto de quiénes son los candidatos que no concuerdan con lo anterior y sí pretenden continuar privilegiando ad eternum a los predadores de siempre.
En otras palabras, usted conoce sobradamente a aquellos decimonónicos que le solicitan su sufragio para continuar vendiendo el país, por kilos y metros, a manos expoliadoras, para continuar manteniéndote a ti, mujer, bajo la férula machista… para seguir exigiéndote, joven estudiante, que te dejes cazar por CORFO, por un banco o por una financiera durante los próximos 20 o 30 años… o para que ustedes, cercanos ya a terminar una fructífera existencia laboral, reciban jubilaciones misérrimas que apenas alcanzan el salario mínimo.