Por Leandro Albani
Barometro Latinoamericano
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, apenas puede contener la sonrisa. Está rodeado por militares y funcionarios. Su brazo derecho se extiende y aprieta la mano de una persona herida sobre una cama de hospital. Es febrero de 2015 y esa imagen dio la vuelta al mundo. Netanyahu no está saludando a una persona cualquiera, sino a un integrante de un grupo terrorista que opera en el sur de Siria.
Desde ese momento, las sospechas de la colaboración israelí con grupos irregulares en territorio sirio fueron confirmadas. El viernes pasado, el portal Al Masdar News difundió nuevas imágenes en las que se ven a personal médico de las fuerzas armadas israelíes (IDF, por sus siglas en inglés) atendiendo a terroristas heridos en los Altos de Golán, territorio sirio usurpado por Israel en la década de 1960.
Según la cadena de noticias HispanTV, los terroristas “tras recibir los primeros auxilios por parte de los sanitarios militares en la parte de los Altos ocupada por Israel, retornan a sus posiciones iniciales para seguir combatiendo contra las tropas sirias”.
Hospitales
A los pocos años de iniciada la crisis interna en Siria, se supo que en los Altos del Golán el gobierno de Tel Aviv mantenía instalados hospitales de campaña donde los terroristas son asistidos. El 19 de julio pasado, el teniente coronel de las IDF, Tomer Koler, declaró que su país fundará un centro médico para atender a los terroristas.
“El hospital estaría ubicado en el lado sirio de la cerca, pero en el lado israelí de la línea de demarcación en los Altos de Golán”, detalló el militar y agregó que comenzará a funcionar durante este mes, con una capacidad para atender a 50 pacientes diariamente.
En agosto de 2016, el diario Al Quds Al Arabi publicó las declaraciones de un responsable médico de un grupo terrorista quien afirmó: “Hace casi 40 días que el gobierno jordano ha cerrado sus pasos fronterizos con Siria. Esto ha hecho que murieran diversos combatientes heridos en Siria. Por lo tanto, hemos decidido trasladar a nuestros heridos a hospitales israelíes”. Al mismo tiempo, el diario israelí Yedioth Ahronoth confirmó que equipos médicos del ejército hebreo habían intensificado las misiones para el “rescate” de los terroristas.
Diversos medios de comunicación calculan que hasta el año pasado, unos 1.300 terroristas fueron atendidos en hospitales de campaña israelíes. El diario británico Daily Mail informó a finales de 2015 que durante el año 2013, el gobierno de Tel Aviv gastó cerca de 13 millones de dólares en servicios médicos para integrantes de los grupos irregulares que operan en Siria.
En enero de este año, el jefe del estado mayor de Israel, Gadi Eizenkot anunció que su gobierno destinaría siete millones de dólares para “asistir” a los terroristas que combaten en Siria. Durante una conferencia sobre desafíos de seguridad desarrollada en el centro interdisciplinario de Herzliya, el militar afirmó que “veintiséis millones de shekels (siete millones de dólares) del presupuesto de las IDF se va a destinar a la asistencia médica” para los extremistas. Eizenkot confirmó que “en total, más de 3.000 de ellos han sido hospitalizados en Safed y Nahariya”, ciudades localizadas en el norte de los territorios ocupados palestinos.
Otra prueba de la injerencia israelí en Siria la brindó la propia Organización de Naciones Unidas (ONU). En junio de 2016, el organismo internacional publicó un informe en donde señaló que la Fuerza de la ONU de Observación de la Separación (UNDOF, por sus siglas en inglés), durante el periodo de marzo a mayo de 2014, “detectó contactos entre los terroristas de Frente Al Nusra” y “el ejército israelí en los Altos de Golán”.
En la investigación se detalló que las fuerzas de la ONU fueron testigos de cómo los terroristas transportaron a 89 heridos en el Golán. En el informe se citaron declaraciones de Mohammad Qasim, activista sirio de la oposición en la provincia de Quneitera, quien manifestó que las fuerzas israelíes proporcionaron al Frente Al Nusra mapas de la zona fronteriza y de puestos estratégicos del Ejército sirio. “Durante los enfrentamientos, las fuerzas israelíes bombardearon ferozmente muchos de los puestos del gobierno sirio, derribando un avión de combate sirio que estaba tratando de impedir el progreso de los combatientes”, aseveró Qasim.
ISIS, la mejor opción
A mediados del año pasado, el profesor Efraim Inbar, director de BESA -un centro de estudios estratégicos de la Universidad ortodoxa Bar-Ilan de Tel Aviv-, publicó el artículo La destrucción del Estado Islámico es un error estratégico, en el que sostiene que “la existencia continuada del Estado Islámico sirve a nuestros intereses estratégicos” y “puede servir como herramienta para socavar los planes de Irán, Hezbolá, Siria y Rusia” para Medio Oriente. Inbar, señalado como un influyente asesor del gobierno de Netanyahu, calificó como un “error” y una “locura” destruir a ISIS.
Las declaraciones de funcionarios israelíes confirman por qué Tel Aviv bombardea cada vez con mayor asiduidad diferentes zonas de Siria. Mientras tanto, las denuncias del gobierno de Damasco presentadas en la ONU sobre la injerencia israelí se siguen acumulando sin que nadie tome cartas en el asunto. Es claro que al Estado israelí le interesa que Siria sea desmembrada, objetivo que comparte con Arabia Saudí y Turquía, sus principales aliados en Medio Oriente.
En abril de este año, el ex ministro de Seguridad de Israel, el general Moshe Yaalon, confirmó algo que era un secreto a voces: la relación de Tel Aviv con los grupos terroristas que operan en Siria. En una entrevista al Canal 10 de Israel, Yaalon relató que “hubo un caso reciente en el que Daesh abrió fuego y se disculpó”. Los disparos del grupo terroristas habían impactado contra los Altos del Golán, territorio sirio ocupado por Israel luego de la denominada Guerra de los Seis Días en 1967.
Eliminar al presidente
“Es hora de eliminar a Al Assad, literalmente”, declaró, sin perturbarse, Yoav Galant, ministro israelí de la Vivienda en mayo de este año. Luego de que Estados Unidos acusara al gobierno sirio de tener un supuesto crematorio construido en el complejo de la prisión de Sednaya, cerca de Damasco, Galant no perdió el tiempo y le exigió a Washington que “se haga algo ahora”.
“Esto es algo que no hemos visto en 70 años, estamos cruzando una línea roja y es hora de eliminar a Al Assad, literalmente”, expresó el funcionario y ex comandante general de las Fuerzas de Defensa de Israel.
Por si fuera poco, Galan subió la apuesta y argumentó que el gobierno del presidente sirio Bashar Al Assad es “el peor desde los nazis encabezados por Adolf Hitler en Alemania durante la Segunda Guerra Mundial”.
En enero de 2017, mientras participaba en el Foro Económico Mundial celebrado en la localidad suiza de Davos, Netanyahu sostuvo que “la opción más benigna para Siria sería una balcanización o fragmentación del país árabe, que bajo las actuales circunstancias es lo mejor que se podría obtener. Esto, porque tengo serias dudas que un Estado unitario vuelva a gobernar el país”.
No hay fisuras en las declaraciones de Netanyahu. Aunque al primer ministro en ocasiones los medios lo muestren como un desaforado o “políticamente incorrecto”, Netanyahu representa al Estado israelí más profundo, comandando por la ideología sionista. El primer ministro es consciente, como lo es la mayoría de la clase política israelí, que la caída de Siria es un paso más para la desaparición de Palestina y, a su vez, una nueva escalada para desestabilizar a Irán, el principal contrincante de Israel en Medio Oriente.
Desde el comienzo de los planes desestabilizadores para golpear a Siria y lograr el derrocamiento de Al Assad, el gobierno de Tel Aviv mantuvo, en apariencia, un segundo plano, mientras Estados Unidos y Rusia todavía hoy se disputan el territorio comprendido entre Irak y Siria. Al mismo tiempo, en estos últimos años los hechos de injerencia protagonizados por Turquía y Arabia Saudí en suelo sirio, respaldando al Daesh y a otros grupos irregulares, continuaron, llegando al punto de que el gobierno de Recep Tayyip Erdogan sostiene una invasión por tierra y aire sobre el norte de Siria, región habitada y defendida por el pueblo kurdo y de otras nacionalidades.
Si hay algo que no se les puede negar a los gobernantes y militares israelíes es un sinceridad que roza lo perverso. En el caso de Palestina, nunca tienen tapujos en decir que el objetivo del Estado israelí es exterminar a las palestinas y a los palestinos. Después de seis años de guerra de agresión contra Siria, el discurso es similar: destruir al Estado sirio, “eliminar” a su presidente y acompañar este discurso con bombardeos que, por lo visto, los organismos internacionales no registran.