Por Antonio Horvath Kiss
Senador por Aysén
La evaluación ambiental del proyecto Dominga, de 2 mil 500 millones de dólares, tras sus pormenores, ha terminado en una “crisis de Gabinete” que significó un cambio en el equipo ministerial político económico.
La verdad es que no es el primer proyecto que se presenta en el sector, antes hubo varios intentos de instalar termoeléctricas en el borde costero entre las regiones de Coquimbo y Atacama, afectando con ello profundamente a las comunidades y a los pescadores artesanales que viven en esas localidades, así como a lo referente a las reservas y protección de importantes áreas marinas que están bajo la tuición de Conaf y otras marinas en proceso de ampliación con el objetivo de valorar estos importantes ecosistemas, entre los que destacan más de 11 especies de ballenas, pingüinos, delfines y otras de alta significación natural, y también de un importante fenómeno turístico que incluso representa mayores ingresos a los pescadores que su actividad originaria, y a las comunidades del sector.
Un tema muy importante es que en este caso el proyecto fue rechazado por la instancia regional; sin embargo, esto se pretendió revertir a través del denominado Consejo de Ministros para la Sustentabilidad. Tal como hemos sostenido desde hace mucho tiempo con organizaciones y aún escasas autoridades de gobierno y del Parlamento, lo que aquí falta es una auténtica planificación participativa y vinculante del borde costero y del territorio.
Con mucho esfuerzo logramos en el Senado que la zonificación del borde costero tuviese rango de ley, cuestión que se consiguió durante la crisis de la acuicultura, entre otros, por el virus ISA. Por tanto, esta es la verdadera solución. En consecuencia, el proyecto minero puede ser sacado adelante a través de los puertos existentes, pero no necesariamente transformando a las regiones de Atacama y Coquimbo en zonas de sacrificio.
Al igual que la “caída” del proyecto Río Cuervo –en la Región de Aysén–, el cual por ir asociado en su minuto en la línea de transmisión a HidroAysén, hoy en día solo tiene viabilidad si se zonifica el borde costero de la región, y si se transforma en una central de pasada que permite proveer electricidad a un muy bajo costo, y si esa energía es aprovechada integralmente por la Región de Aysén y la provincia de Palena, para salirse de la mitad de una matriz con petróleo y a corto plazo a gas, y del uso de la leña que tiene contaminada a la región a uno de los niveles más altos de América.
La ley 20/20 que impulsamos en Senado permitió que las Energías Renovables No Convencionales compitieran a menor costo que las termoeléctricas y las grandes hidroeléctricas con sus agresivas líneas de transmisión En Chile le tienen miedo a la planificación y al uso armónico del territorio y del mar, al grado que se eliminó el año 2010 el Ministerio de Planificación transformándolo en el de Desarrollo Social.