Por Francisco Mardones,
Presidente del Programa Industrias Inteligentes – Corfo
En el sector privado se habla de la urgencia de la transformación digital, como un imperativo de adaptarse y sobrevivir a un mundo cambiante y con competidores globales, distintos a los que enfrentaba habitualmente. ¿Por qué habríamos de pensar que el Estado es inmune a esta necesidad? No hay un Uber o un Amazon que amenace al Estado pero peor aún, nos podríamos encontrar en la obligación de interactuar con un dinosaurio que impida nuestra transición al desarrollo.
El Estado, al igual que cualquier organización moderna, está basado en información. Necesita fuentes de datos fiables y actualizadas, que fluya e interopere entra ministerios, reparticiones y municipios y que permita la rápida toma de decisiones. Así también, requiere que las personas que trabajan en él tengan las competencias necesarias para procesar y analizar estos datos y actuar concorde a ellos. Debemos comenzar a decir adiós a las consultorías de meses para tratar de levantar información y dar bienvenida a los datos que llegan en tiempo real, que son analizados ágilmente, que permiten optimizar políticas públicas y adelantarse a los eventuales conflictos.
En una época de grandes cambios, se requiere de una visión transformadora por parte de quienes dirigirán el país. Necesitamos que se deje de hablar de modernización del Estado y se hable de la Transformación Digital del Estado. Después de todo, las organizaciones que no ven a la tecnología como un elemento transformador sino como una mera herramienta “para llevar la contabilidad, enviar emails y tener presencia web” se arriesgan a perder el rol relevante que hoy creen tener.