Por Karen Kanzúa
Decana Facultad de Ingeniería, U. Central
En los últimos años, nos hemos acostumbrado a ver a Chile posicionado en la opinión pública, como país líder de la región en cuanto a economía, marcando referencia respecto a las naciones vecinas, además de estar a la vanguardia en temas relevantes para la sociedad latinoamericana. Sin embargo, el camino hacia el desarrollo todavía lo estamos formando. Haber conseguido ser miembro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), más que un reconocimiento, es un reto que nos deja la vara más alta y nos invita a ir por más.
En este contexto, es necesario que como país comprendamos que, para lograr un mayor desarrollo productivo, necesitamos pasar de ser una economía basada en los recursos naturales; debemos dejar de ser un país que sólo exporte commodities. Para ello, tenemos la responsabilidad de nivelar la inversión en innovación y desarrollo (i+d) tal como nuestros pares en OCDE quienes destinan un 2,4% de su PIB a este ítem, mientras que en Chile invertimos menos del 0,4%.
En este sentido, las Facultades de Ingeniería del país, cumplen un rol valioso, pues tienen el reto de promover la transformación a través de la formación de los ingenieros del futuro, con más investigación científica y aplicada en su malla curricular. Un ejemplo de iniciativas positivas que apuntan a fortalecer la educación en ingeniería hacia un modelo de clase mundial, es lo que está haciendo CORFO con su programa Ingeniería 2030, pues impone como requisito para los postulantes el desarrollo de proyectos conectados con las necesidades reales de la sociedad local y regional, pero además que involucran a otras disciplinas y otros actores –como la comunidad- para que efectivamente se pueda avanzar de forma legítima. Adicionalmente, impulsa a las Facultades de Ingeniería a incorporar nuevos planes de estudio, nuevos laboratorios, nueva infraestructura, nuevo capital humano, para poder impactar y ser un impulso en la economía y la industria de Chile.
Si bien, es notable la labor que CORFO promueve de manera indirecta en la educación superior, es importante reconocer que la tarea es compartida y para conseguir resultados sostenibles y a mayor escala, se necesita un cambio cultural, la sociedad chilena debe instalar un nuevo paradigma y comprender que la colaboración entre los distintos actores que mueven la economía de un país y la sociedad es un factor fundamental.