Por Héctor Jara Paz
La derecha pone énfasis en la producción y aumento de la riqueza. Para ello, requiere libertad del mercado. Su ideología es “no a la política”, recogiendo el sentimiento sembrado en décadas en contra de esta actividad, destacando la marginalidad de sus defectos, como “una carrera” para el robo y la corrupción. No se hace cargo de la cosa social como responsabilidad del Estado, sino, afirma que creando riqueza, la población más vulnerable, a la larga, recibirá el “derrame” o los beneficios indirectos o marginales.
Esto no es una “política chilena”, ha sido una tendencia en el mundo las últimas décadas, denominado neoliberalismo. Sus resultados objetivos a nivel mundial han sido históricos, en cuanto a generar los mayores niveles de desigualdad en sus respectivos países. Los ciclos positivos para la economía, han sido aprovechados por los más ricos para duplicar sus fortunas, los ciclos negativos, los han pagado los más pobres y Chile no ha sido la excepción.
La Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948) sostiene que el acceso a la salud, educación, vivienda, nutrición adecuada y una vida medioambiental saludable es esencial para la humanidad, no es una opción política.
La centro izquierda, en cambio, que históricamente tuvo su accionar condicionado a las ideologías del humanismo cristiano, humanismo laico y el marxismo, han dejado de proponer las ideas integradas de una “nueva sociedad” y, si bien, su discurso sigue orientado hacia el beneficio de los sectores medios y populares, es decir basados en las necesidades de los más necesitados, sus propuestas son sectoriales y pragmáticas, ofreciendo soluciones directas a los problemas de mayor presión social. El financiamiento de sus políticas de la “cosa social”, se basan en la existencia diferenciada del pago de impuestos y la estimulación de la economía por parte del Estado.
La experiencia chilena en relación al éxito de ambas posturas, ha estado condicionado al valor del cobre en el mercado internacional y hoy no es la excepción. Las proyecciones del valor del cobre son auspiciosas, pero lo que hay que determinar es ¿para quienes?.
El anterior gobierno de Piñera, tuvo los mayores precios del cobre de las últimas décadas, sin embargo, esa riqueza no llegó a los más pobres del país, pero sí logramos que un par de familias chilenas aparecieran en la revista Forbes, como las más ricas del mundo, incluida la fortuna del ex presidente. La diversificación de la economía chilena en la época de bonanza (Pesca, Forestal, Generación y distribución de Energía y la industria salmonera en particular), se mantuvo en manos de las mismas 7 familias o capitales extranjeros.
Creo que hoy, en una Latinoamérica todavía afectada por un tipo de economía mercantilista y de especulación financiera, la economía chilena tiene mejores expectativas de crecimiento, debido en gran parte por la proyección del precio del metal rojo, y esto, no está en juego en las próximas elecciones.
¿No será hora entonces, de optar por la alternativa de un mejor reparto de la riqueza?
De eso se trata cuando se habla de gratuidad en la educación pública; del mejoramiento y construcción de nuevos hospitales para la salud pública; de modelos de viviendas sociales más dignas. La señora Juanita no quiere un Estado que le garantice a su hijo tener pega de buen obrero, por muy digno que sea, para toda su vida…La señora Juanita quiere soñar con un hijo que tenga oportunidades en la vida y eso tiene que ver con alimentación, salud y educación.
No nos dejemos influenciar con panfletos que hablan de subsidiar “a los flojos que no quieren trabajar”, pues los flojos existen en todas las familias, especialmente en aquellas que lo han tenido todo y que vía herencia seguirán siendo ricos, no obstante ser flojos.
Por ello, mi voto es Guillier, porque es un avance en las reformas del actual gobierno de Michelle Bachelet… no obstante que quedarán pendientes los sueños integrales de una mejor sociedad, una propuesta ideológica que vaya con las urgencias de los nuevos tiempos…pero eso, es una tarea de todos, como la construcción de las grandes alamedas por donde pase el hombre libre.