Por Jaime Sierra B.
Este domingo, fecha que sin duda será histórica, el Frente Amplio NO PUEDE, NO DEBE, abandonar una ruta, un ideario, por cálculos mezquinos, o por apuestas a futuro, a un futuro que nadie conoce, y que ni mejor de las dialécticas puede predecir.
Ya se ha hecho antes experimentos mal calculados. Los riesgos son múltiples y de variadas índoles. Pero además, esta vez estamos inmersos en un contexto latinoamericano distinto, en que la derecha está dominando. Y el dominio de la derecha es vinculante con la posición económica de la explotación máxima al costo mínimo, ecuación práctica, simple, efectiva, y real, pero carente de propósito humanitario. Se debe ser claro, no hay sólo un país en juego, hoy se trata del continente.
Las matemáticas que usa el FA son muy, demasiado simples. Al pensar en un retroceso, pareciera que sus cálculos consistieran en una simple resta aritmética: 2022 menos 4 es igual a 2018, o algo así. Pero no.
La derecha se encuentra en una competencia por poseer, aquello que los economistas de izquierda llaman las fuentes productivas, y en todo su amplio espectro, desde lo natural, hasta lo manufacturado, incluyendo las TI y los IDX, (Investigación & desarrollo plus cualquiera de sus derivados o complementos). Y cuatro años son un período suficiente para desarrollar muchas actividades que sirvan a sus propósitos expansivos. Es sumarle cerca de un 10% de tiempo al ya transcurrido en el presente esquema, económico y educativo. Con efectos impredecibles, dadas las declaraciones del candidato Piñera de cortes de “grasa” en servicios aún desconocidos. Es dable entonces pensar que los recortes presupuestarios caigan sobre servicios de control del medio ambiente, o de educación, de salud, DDHH. No se sabe. Ya vimos lo que pasó con la actual ley de pesca. Por lo tanto, los retrocesos pueden ser estructurales, de modo que se tarde mucho más que cuatro años en recuperarlos. En la actualidad, con las nuevas técnicas de administración, publicidad y manejo de datos, que crecen exponencialmente, en cuatro años se puede hacer tanto daño, (o tanto bien, según sea el propósito), como antes en seis. No es baladí.
Hoy se necesita, más que nunca, al llamado mal menor.
Se trata de impedir cosas que ni siquiera podemos imaginar. Nada ni nadie puede asegurarnos que en cuatro años más sea posible dar nuevamente un cambio de timón. La misión, la responsabilidad ahora es mantener el rumbo. Es lo mínimo a asegurar. La carga, la arreglaremos por el camino. Y será más fácil con Guillier que con Piñera. Un Ministerio de Interior dominado por la UDI puede tener consecuencias lamentables para nuestra historia próxima.
El FA ya mostró equivocaciones fuertes en su estrategia comunicacional en la recientemente pasada campaña. Porque no se crea que fueron sus mensajes los que convocaron su alta votación. Fue la desilusión del cuerpo votante con la Nueva Mayoría. La misma que, por otro lado, provoca el alto índice de abstención. No pueden, no deben, ser contumaces. Deben ahora llamar abiertamente a votar por Guillier.
El FA no puede apostar. Debe contribuir a ASEGURAR.