Por Dra. Jocelyn Uribe
Jefa de Carrera de Educación Parvularia, U. Central
Las esperadas vacaciones, sinónimo de mar, campo, risas, diversión y un merecido descanso. Sin embargo, todo esto no siempre resulta como lo planeamos; la tan ansiada playa pronto se transforma en un montón de arena, gritos y aglomeración, es entonces que vemos como la diversión de nuestros niños se empieza a desdibujar, pasando muchas veces del aburrimiento al ocio extremo, algo que los adultos agradecemos tras un año de trabajo intenso.
¿Qué sucede cuando sumamos a los niños a nuestros panoramas, a lo que nosotros creemos serían unas buenas vacaciones?, el problema de buscar entretención y alternativas diversas se agudiza aún más, dado que debemos hacernos cargo de unas felices y placenteras vacaciones para quienes nos acompañan. La solución está a la mano, basta con rememorar un poco y visualizar los panoramas que en oportunidades quietamente nos entretenían, como ir al parque, subirnos a los juegos, hacer guerras de agua o jugar con linternas al oscurecer; teniendo claro que igualmente éramos niños en otro contexto, ‘de otra época’.
Uno de los grandes desafíos que tenemos, es invitar a nuestros niños a que dejen de lado la tecnología (celular, tablets, juegos electrónicos) y abrir la puerta a panoramas sencillos y cotidianos que en una buena compañía se transforman en toda una aventura, como: organizar caminatas al bosque y disfrutar de la variedad de formas, colores y olores que nos ofrece la naturaleza; correr por las plazas, trepar árboles, buscar ‘bichitos’ en el parque, pequeños caracoles en el mar, sacar a pasear a sus mascotas, conversar, responder a preguntas, mostrarle a nuestros hijos fotos de cuando éramos niños (los hijos siempre creen que los padres nacieron grandes), y para los cortos instantes de actividades más tranquilas, los recortes, las figuras de greda o plasticina, el dibujar, pintar y hacer caleidoscopios (con todos los colores del arco iris frente a nuestros ojos).
Éstas, nunca dejarán de ser buenas opciones, sobre todo si las actividades parten de una entretenida invitación para realizarlas. Pensando precisamente en que los niños derrochan creatividad y energía para grandes creaciones, haga la prueba, solo basta con volver a brindarles esta oportunidad… verán como la frase ¡los niños, al fin de vacaciones!, pasa de ser una angustia para los padres, a una gran oportunidad.