Por Cristian Chávez Pizarro
Tecnólogo Médico mención Oftalmología, U. San Sebastián
El glaucoma es la segunda causa más común de ceguera irreversible en el mundo, afectando a más de 61 millones de personas. Según la World Glaucoma Association, se estima que al 2020 los afectados por esta patología alcanzarán los 80 millones de individuos, de los cuales dos tercios serán mujeres. En Chile, más de 350 mil personas podrían estar afectadas por esta patología.
El glaucoma es llamado una enfermedad silenciosa ya que no presenta síntomas, es multifactorial y neurodegenerativa del nervio óptico, que en la mayoría de los casos ocurre por un aumento de la presión intraocular, dañando el nervio óptico y por tanto, la visión.
El desconocimiento de la patología y las consecuencias irreversibles que tiene, puede terminar en una ceguera completa y transformarse en un problema de salud pública grave, pues quien la padece pierde progresivamente su independencia física, por ello la prevención es esencial: controles periódicos con oftalmólogos o tecnólogos médicos pueden llevar a evitarla hasta en un 95%.
Hay que considerar también que existen factores de riesgo que la hacen más propensa en unos que otros: presión intraocular elevada, alta miopía, ser mayor de 40 años y antecedentes de familiares que padezcan la enfermedad. Actualmente en algunas clínicas es posible también evaluar marcadores genéticos que indican la posible presencia de glaucoma en una familia o la rapidez de la progresión de la enfermedad, pero lamentablemente estos exámenes aún no son de fácil acceso.
Además, hoy en día existen exámenes exploratorios de avanzada tecnología para detectar signos que son manifestaciones de la enfermedad. Uno de ellos es la Tomografía de Coherencia Óptica (OCT) que estudia el nervio óptico y permite entregar al Médico información para el diagnóstico y tratamiento del glaucoma. Mientras antes sea el diagnóstico, mejor será el pronóstico de esta enfermedad.
En resumen, bien vale tener en cuenta que acudir a controles oftalmológicos permitirá medir la periódicamente la presión intraocular y realizarse chequeos a partir de los 40 años o antes si se tiene alguno de los factores de riesgo anteriormente descritos. Todas son acciones de enorme importancia para prevenir o detectar la enfermedad y cuidar el importante sentido de la visión.