Por Osvaldo Segovia
Profesor Facultad de Economía y Negocios, U. Central
Donald Trump llegó a la presidencia de Estados Unidos enarbolando un mensaje proteccionista plasmado en su slogan de campaña ‘América primero’. Transcurridos 13 meses de su mandato suma otra controversia a las ya conocidas, anunciando medidas que podrían desencadenar una guerra comercialcon la mayoría de sus socios, tocándole el turno esta vez a la Comunidad Económica Europea (CEE).
El 1 de marzo anunció la imposición de aranceles del 25% a las importaciones de acero y del 10% al aluminio. Como era de esperarse, la respuesta no tardó y la Unión Europea junto con Canadá fueron los que más enérgicamente han amenazado con tomar represalias.
Además, el ministro francés de Economía, Bruno La Maire, advirtió que en esta guerra comercial entre EE.UU y la CEE solo pueden surgir perdedores. No obstante, las reacciones de sus pares europeos no parecieron intimidar a Trump, por cuanto afirmó en tono desafiante y utilizando su arma comunicacional preferida -twitter- que la guerras comerciales son buenas y fáciles de ganar.
China ya ha pedido a EE.UU que no transite por el sendero del proteccionismo, dada la posibilidad inherente de que otros países pudieran seguir el ejemplo y con bases de recuperación económica mundial muy inestables.
¿Será prudente forzar la paciencia del resto de las naciones occidentales, que ya comienzan a incomodarse con Trump y su temperamento impredecible? Las batallas ya comenzaron, al parecer la guerra comercial es inminente.