Por Samuel Fernández Illanes
Fac. Derecho, U. Central
Kim Jong-un y Trump en Singapur reunidos por fin, a veces anunciada y otras cancelada, pero impactante. Si ayer se insultaban o amenazaban destruirse mutuamente. Un paso positivo para la región y el mundo. Una mezcla de realismo y de osadía el desarmar una amenaza nuclear descontrolada. Se inserta en un panorama tensionado en otros escenarios, políticos, económicos y de seguridad. Con organismos divididos y pocos resultados en el deterioro entre las grandes potencias, terrorismo, comercio ilegal de drogas, migraciones, cambio climático, y pocos logros para contrarrestar la pobreza, las violaciones a los derechos humanos, y otros males globales que perduran.
El Estados Unidos de Trump, siempre inesperado y muchas veces criticado, da una señal potente que acepta un régimen de más de setenta años que divide la península y mantiene aislada una población, que no sabe de libertad, democracia, derechos fundamentales, alimentos y progreso; al divinizar una dinastía que todo controla y los aparta del mundo en una época globalizada. Una anomalía que no debe continuar. A cambio, deberá renunciar a su desmesurado proyecto nuclear, verificable e irreversible, sometido a control internacional. Está claro que al reunirse con Kim, hay un reconocimiento a su propia realidad y nadie espera que renuncie al poder. Más bien lo potencia pues tendrá la ayuda que tanto requiere. Pero no hay otra solución viable, salvo una nueva guerra esta vez con armas atómicas. Las eventuales aperturas tal vez cambien a Corea del Norte.
Tampoco Trump modificará su nuevo proteccionismo económico, ni sus conocidos objetivos en otros campos, posiblemente los reitere, envalentonado por esta mediática reunión. Pero se abren vías que antes estaban clausuradas y que sólo aprovechaban algunos, saltándose las sanciones vigentes a Corea del Norte, que irán levantándose. Es el caso de China y Rusia, que ahora podrán operar sin limitaciones, como vecinos para los nuevos tiempos. Otros como Corea del Sur, artífice y gran beneficiado. Y pienso en Chile frente a inesperadas oportunidades.
Una realidad diferente y todavía incierta que aparece como una esperanza. Será necesario apreciarla con cautela, sin obstaculizarla. El mundo la necesita.