El fin de semestre es época de evaluación y la psicóloga de la U. San Sebastián, Ximena Rojas, entrega las claves para enfrentar un mal término de asignatura.
La mitad del año es época de balance para los estudiantes. Es el momento en el que pueden ver el resultado de su desempeño académico, las fortalezas y las debilidades de las asignaturas que están cursando.
En esta reflexión, no pocos viven una realidad un tanto más fuerte: enfrentar la reprobación de un ramo que puede significar el retraso de un año en la carrera que se cursa. Y si a ello se suma el costo económico por el semestre o año completo que se debe volver a ser- que puede llegar a varios millones- el tema se vuelve más complejo.
Al constatar esta nueva realidad, no son pocos los sentimientos que los jóvenes viven: angustia, tristeza, enojo, desinterés o preocupación, entre otros. Frente a ello, ¿cómo vivir esta nueva realidad?
Según la académica de la Facultad de Psicología de la U. San Sebastián, Ximena Rojas, el alumno que reprobó uno o más ramos debe, “primero que todo informarse sobre los caminos posibles en cuanto a toma de ramos, los costos y beneficios de cada una de las alternativas, es decir, primero arreglar lo administrativo, cosa que signifique el menor costo adicional al original, es decir, el menor costo posible”.
Como segundo punto, aconseja la psicóloga, está “revisar y volver a tener presente, el sentido del proyecto en el que está embarcado, para reanimarse, no perder la motivación, no bajar los brazos. Es retomar el sentido”.
Además, acota Rojas, “debe hacer un balance riguroso y honesto consigo mismo, respecto de las razones personales que aportaron o no al resultado obtenido al finalizar el semestre, resultado de éxitos y fracasos, donde obviamente no se puede enfrentar un nuevo año con el mismo sistema que lo llevó a fracasar, en esto, revisar qué de todo lo hecho estuvo bien y qué se debe cambiar (hacer limpieza, no todo estuvo mal), lo que significa revisar métodos de estudio, responsabilidad de asistir a clases o tener sus tareas al día, planificación de sus actividades, higiene de sueño y alimentación, entre otros ámbitos. Es decir, cambiar aquello que está en sus manos poder cambiar”.
Por último, “es una decisión para la cual necesita información y opiniones, de sus financiadores, docentes, pares, que le den claridad, y aporten a tomar una buena decisión (infórmese, no tomar decisiones impulsivamente)”, sentencia la académica USS.