Dr. Cristian Chávez Pizarro
Tecnólogo médico, Vicerrectoría de Investigación y Doctorados U. San Sebastián
La salud de las personas no sólo se ve afectada por los factores genéticos propios de cada ser humano, sino que además está influida por los factores de su desarrollo como individuo y con la interacción social, considerando el equilibrio de sus acciones y su forma de vincularse con el ambiente y el entorno que lo rodea.
Esto hace que, el estilo y la calidad de vida, hábitos y forma de relacionarse con su entorno, sean determinantes para padecer enfermedades sistémicas crónicas que afectan su estado de salud.
Dentro de las enfermedades más comunes en la población mundial y que hoy se considera una epidemia, está la diabetes mellitus (DM). Esta es una enfermedad crónica que afecta a múltiples órganos, producida por un trastorno metabólico. En la actualidad, la DM se ha convertido en uno de los problemas de salud más graves de nuestra sociedad estimándose que en el mundo existen cerca de 415 millones de personas que padecen esta patología, llegando a existir el 193 millones no diagnosticadas.
La proyección de diabetes para el año 2040 es de 642 millones de personas con esta enfermedad. En Chile se estima que aproximadamente el 11% de la población padezca DM.
Los principales órganos y tejidos dañados por la diabetes son el ojo, el riñón y los vasos sanguíneos. De las complicaciones que produce en estos órganos, una de las más frecuentes junto a la nefropatía diabética, es la que afecta al ojo y se llama retinopatía diabética (RD).
En el globo ocular ocurren procesos de deterioro de los vasos sanguíneos que irrigan la retina, lo que conlleva a un aumento de su permeabilidad y a la salida anormal de sangre y fluidos hacia la retina. Esta enfermedad se hace compleja, ya que inicialmente es asintomática y depende del adecuado control de la glicemia.
Para evitar el daño irreparable, resulta fundamental el control oftalmológico frecuente. La Asociación Americana de Diabetes y la Academia Americana de Oftalmología afirman que, si se siguen adecuadamente las pautas de control y los pacientes reciben oportunamente tratamiento, es posible reducir el riesgo de ceguera entre el 12% y 28%.
Toda persona con diabetes debe someterse al menos una vez al año a un completo control oftalmológico, que incluye un examen de fondo de ojo con pupila dilatada. Si existen signos de la enfermedad, puede ser necesario complementar el estudio con exámenes que ayudarán al especialista a poder dirigir el tratamiento más adecuado a la patología y a la persona.