Por Carlos Guajardo
Académico Facultad de Educación y Ciencias Sociales, U.Central
Luego del merecido descanso de los estudiantes, llega la hora de enfrentar un nuevo año escolar. Ya pasó la etapa de venta de uniformes, textos y útiles escolares; no queda otra más que resignarnos e intentar que el mes de marzo no se convierta en una instancia de estrés y agobio por pagar el permiso de circulación el último día y comprar la lista de útiles cuando los precios ya pueden haber aumentado.
El sistema escolar chileno es uno de los que posee la mayor cantidad de horas al año, por ende, como escuela se debe concientizar y generar una acción propedéutica los primeros días de marzo. Para ello, es aconsejable que los establecimientos se den a lo menos dos semanas de diagnóstico y de nivelación de algunos objetivos de aprendizaje, con esto evitaremos que alumnos/as sientan la presión escolar, luego de haber sostenido más de un mes de vacaciones.
Por otro lado, está el apoyo que deben brindar los padres y apoderados, en este sentido, es crucial el contacto con él o la profesora jefa desde el inicio, esto permitirá ir acompañando al estudiante en el proceso formativo del año lectivo, y no llevarnos alguna sorpresa en el mes de diciembre. Por ejemplo, generar un horario semanal de estudios de nuestros hijos; con tal que vayan poco a poco adaptándose a la rutina de estudio. Recordar que las reuniones de apoderados, más aún las iniciales, son nucleares para tomar conocimiento de la calendarización de evaluaciones, lecturas solicitadas y por sobre manera la coordinación que se conseguirá entre profesor y apoderado.
En definitiva, debemos tomar el inicio del año escolar de manera consciente y sin el ánimo de caer en la angustia de lo que pueda suceder. Démonos el tiempo para que tanto la comunidad escolar, como los padres y apoderados se vayan adecuando a la experiencia y a la realidad del período escolar 2019, sin perder de vista el monitoreo permanente de los estudiantes con la ayuda de docentes y especialistas que se encontrarán dispuestos a colaborar en las diversas realidades educativas del país.
La escolaridad de nuestros estudiantes, debe tener siempre el foco que es una formación para la vida del ser humano, y no una obligación que el sistema nos exige para que nuestros niños y jóvenes sean escolarizados para la mera reproducción de conocimientos. Si efectivamente deseamos formar personas íntegras en la escuela, tampoco podemos olvidar el aprendizaje de: valores, habilidades y la convivencia con el otro.