A lo largo del este primer semestre se ha podido cubrir críticamente parte de lo más relevante presenciado en las diversas temporadas musicales de Santiago y Valparaíso, consignándose ahora un sumario de otras importantes presentaciones que ameritan ser consideradas en esta instancia.
Por Jaime Torres Gómez
IMPORTANTE INAUGURACIÓN DE TEMPORADA LÍRICA
Luego de seis décadas de injustificada ausencia, llega la “Forza del Destino” de Verdi, inaugurando la presente Temporada Lírica del Teatro Municipal de Santiago.
Las razones de su tardía llegada no son claras, y no necesariamente han obedecido a cierta escasez de voces para los roles principales o la dificultad de levantar una buena producción (el Municipal ha dado muestras de abordar exitosamente complejas puestas en escena), no descartándose elementos supersticiosos en el colectivo local al considerársela “yeta”…
Felizmente nada de esto último ocurrió, pudiendo llevarse a cabo con absoluta normalidad y, ante todo, de manera exitosa en lo global, anotándose una anotación de mérito el Director General del Municipal, Frédéric Chambert, por haber impulsado comprometidamente su concreción.
Gran logro de la puesta de Stefano Vizioli, con una resolución escénica que logró enmarcar debidamente las complejidades psicológicas subyacentes del drama. Adecuado uso de lo simbólico, siendo de gran logro situar la acción dentro de un teatro, aludiendo a una imparcial mirada sobre la ocurrencia de los hechos. También fue acertada la inclinación de la cruz en movimiento relativo en la entrada de Leonora al convento, asimismo la continuidad del cambio de escena entre la muerte del Marqués de Calatrava a la siguiente de la posada.
En lo musical, magistral la dirección del debutante maestro italiano Giuseppe Grazioli, reemplazando con gran autoridad a Konstantin Chudovsky, quien, en base a información pública, cambió su compromiso de dirigir este título inaugural de la temporada lírica de Santiago por concentrarse en la dirección de otros títulos en el Teatro de Ekaterinburgo, donde alterna su trabajo de Director Musical de dicho coliseo junto a la titularidad de la Filarmónica de Santiago. En todo caso, a la luz de desastrosos trabajos previos en ópera italiana, con creces se valoró su reemplazo por el maestro Grazioli, esperándose a futuro intensifique su trabajo con la Filarmónica, al lograr una sonoridad compacta y con gran precisión de ensamble global, amén de un buen enfoque musical que balanceó la transición de un Verdi intermedio hacia las complejidades sonoras de mayor madurez.
Los rendimientos vocales fueron desparejos, aunque en general con buenos logros. Notable Oksana Sekerina como Leonora, a pesar de no poseer los graves ideales para el rol; a su vez un convincente debut en el Municipal del chileno Giancarlo Monsalve como Alvaro, no obstante su tendencia a no homologar bien el rango dinámico entre registros alto-grave, esperándose a futuro pueda corregirlo. Vitaliy Bilyy, asiduo invitado del Municipal, al menos en la primera función acusó problemas de afinación, no obstante poseer la voz ideal para el rol de Don Carlo de Vargas. De los roles comprimarios, se destacaron la mezzo Anna Lapkovskaja como Preciosilla y Ricardo Seguel como Fray Melitone.
Del segundo elenco, la dirección de Pedro-Pablo Prudencio, con innegables logros previos en óperas verdianas, en esta oportunidad no obtuvo mayores relieves, optando por tempi en exceso lentos que afectaron la progresividad expresiva. El debutante tenor mexicano Héctor Sandoval (de buena trayectoria internacional), no convenció del todo en cuanto a vocalidad para el rol de Alvaro (dificultades en registros medio y bajo), llamando la atención no se hubiere convocado al consagrado tenor nacional José Azócar, a quien se le ha visto últimamente y sin duda ideal para el rol. Mención aparte es el desempeño de la soprano Lilit Soghomonyan como Leonora, de muy mal desempeño el año pasado en Tosca. Lamentablemente en esta oportunidad no pudo revertir la mala impresión previa, acusando debilidades insalvables en la mezza-voce y en general con mala proyección canora. Y de los comprimarios, solventes Evelyn Ramirez como Preciosilla, Patricio Sabaté como Fray Melitone y en especial el ruso Taras Berezhansky como Padre Guardiano.
Así, esta buena inauguración de la temporada lírica del Municipal de Santiago constituye un buen referente para lo que está por venir…
SOLIDEZ DE OLA RUDNER JUNTO A LA SINFÓNICA NACIONAL
Después de dos años, el destacado director sueco Ola Rudner retornó a la Sinfónica Nacional, esta vez con dos programas.
Ha sido característica la solidez musical de Rudner a lo largo de todas sus presentaciones en Chile, no siendo ahora la excepción. En su primer programa dirigió un interesante estreno de “Pasacalle” del compositor chileno Esteban Correa, obra de interesantes desarrollos a partir del sincopado tema inicial de los contrabajos.
Posteriormente, una magistral versión de la Suite Nº 1 del Peer Gynt de Grieg, imprimiéndole impactante profundidad expositiva y servida de un escrupuloso trabajo en detalles que develaron pleno entendimiento de la obra. Gran respuesta de los sinfónicos ante los autorizados requerimientos de la batuta visitante.
Y luego una versión un tanto discutible de la Séptima Sinfonía de Dvorak, sin duda de complejos requerimientos interpretativos. Si bien hubo un magnífico trabajo de ensamble, quizás los lentos tempi adoptados en el primer movimiento no ayudaron mayormente a una mejor fluidez expositiva, haciéndose un tanto pesante su progresividad. En los demás hubo innegables logros en contrastes (de por sí, es una obra de dialéctico discurso, con grandes tempestades de fuerzas oponentes que deben ser muy bien armonizadas), asimismo una enjundiosa exposición de los elementos melódicos e idiomática calidez de texturas.
A la semana siguiente, fuera de abono y en el marco de Semana Santa, Rudner dirigió una magnífica versión del Requiem de Mozart, con cinco funciones. Así, el “efecto Mozart” ha demostrado ser convocante, habiendo una alta demanda por ver esta obra (que adicionalmente fue programada en paralelo por la Orquesta Clásica de la USACH, también con alta asistencia de público).
Con un buen equipo de solistas (Andrea Aguilar, Marisol Hernández, Francisco Huerta y Sergio Gallardo), la concertación de Rudner obtuvo alto rendimiento global, acertando en un inteligente manejo de los contrastes y progresiones expresivas. Grandes logros en el Dies Irae, de frenético enfoque, y especialmente en el Sanctus seguido de un idiomático Benedictus, asimismo un contemplativo Agnus Dei. Atentas respuestas de la Sinfónica y del magnífico Coro Sinfónico de la Universidad de Chile a los autorizados requerimientos del maestro sueco, esperándose una pronta visita a cualquiera de las orquestas nacionales.
IMPRESENTABLE KONSTANTIN CHUDOVSKY CON LA FILARMÓNICA…
La actual temporada de conciertos de la Filarmónica de Santiago quizás está pecando de exceso de ambición en las obras ofrecidas, considerando que es una orquesta básicamente de foso, y soporte de las temporadas de ópera y ballet que insumen gran cantidad de tiempo de preparación. Además, su actual conformación de músicos estables es menor a la que llegó a tener hasta el 2006. En consecuencia, los criterios de programación necesariamente deben obedecer a patrones de realismo en la cantidad óptima de ensayos según las obras programadas…
Así, el tercer programa de abono consultaba originalmente el estreno en Chile de los “Gurrelieder” de Arnold Schönberg, obra no menor y que requiere gran preparación. Finalmente no se llevó a cabo y se reemplazó por la Obertura de la ópera “Oberón” de Carl Maria von Weber, la “Metamorfosis sobre temas de Von Weber”, de Paul Hindemith y “Los Planetas” de Gustav Holst, por cierto todas obras de interés y largamente ausentes en la Filarmónica. De hecho, la Metamorfosis la última vez se hizo en 1986 dirigida por el maestro argentino Simon Blech, de gran recuerdo, mientras que Los Planetas era la primera vez que la Filarmónica la abordaba.
La dirección del titular filarmónico, Konstantin Chudovsky -como está siendo recurrente-, fue errática y en momentos deplorable…
Abriendo con una correcta lectura de la Obertura de Oberón, especialmente en las primeras secciones, lamentablemente hacia el final Chudovsky optó por unos accelerando muy descontextualizados respecto a los desarrollos previos.
Luego, una despareja versión de la Metamorfosis de Hindemith, con una buena lectura de los primeros dos movimientos (acertados acentos y tempi), pero monocordes los dos últimos, percibiéndoselos como una hostigosa rutina…
Y en Los Planetas, la versión de Chudovsky no hizo justicia a una obra rica en contrastes, colores, timbres e interesante rítmica, optando por destempladas ampulosidades sonoras y esforzatos descontextualizados, malas resoluciones de dinámica más una deslavada producción de colores. Sin duda, una verdadera “destrucción de Los Planetas…”, haciéndose urgente una nueva oportunidad para la Filarmónica por abordar, con una adecuada dirección, una obra de innegable gusto del público.
Con tanta mediocridad de resultado, preocupa ver el decreciente nivel artístico del titular filarmónico tras seis temporadas… Sólo esperar una debida reversión de la calidad artística en sus próximas presentaciones…