Estrés escolar por cierre de semestre

Publicado por Equipo GV 5 Min de lectura

Fernanda OrregoCómo hacer frente a las evaluaciones, las presiones y eventuales fracasos al fin de este periodo de estudio, es clave para que niños y jóvenes no sientan sensación de derrota o decaimiento, señala la psicóloga de la U. San Sebastián, Fernanda Orrego.

Se acerca el final del semestre y para muchos las pruebas finales generan angustia y preocupación. Por una parte aparece la idea del esfuerzo y de “tener que estudiar tanto”, mientras que por otra está la sensación de derrota, ya que no ven la posibilidad de subir las calificaciones.

Para poder hacer las paces con el proceso de evaluación, lo primero es poder volver a su sentido: ¿Pará qué se evalúa a los estudiantes?

Según explica la psicóloga y académica de la U. San Sebastián, Fernanda Orrego, “el objetivo es conocer si el proceso de enseñanza y aprendizaje ha llevado a la consolidación de conocimientos y habilidades. Por lo tanto, la evaluación que realizan los colegios debiese ser un insumo para que cada uno pueda evaluar si su estrategia para enfrentar el aprendizaje fue eficiente o si debe modificarla o mejorar”.

Sin embargo- comenta- muchas veces se “ha tergiversado este sentido y se utiliza de manera inadecuada como medida de inteligencia o de ranking entre pares. Es así como las evaluaciones de fin de semestre se vuelven un momento de angustia, ya que el principal foco está en la calificación y no en el aprendizaje”.

Según Orrego, si bien para muchos el proceso de estudiar es un tema de esfuerzo y de disciplina donde se debe postergar el placer inmediato como dejar de jugar o ver tele, por ejemplo, “es importante que los padres refuercen la importancia de aprender y de saber. En la medida que el resultado de este esfuerzo de estudio sea disfrutar los nuevos conocimientos y abrir las puertas para poder pensar en aspectos cada vez más complejos de la realidad, se puede revertir a sobrevalorar la calificación. Las calificaciones (más allá de pasar o no de curso) dejan de ser relevantes; acá lo importante es lo que he podido aprender y como uso ese conocimiento en la vida”, dijo.

Pese a esta mirada, puntualiza, “las calificaciones existen, por lo cual la invitación a los padres es a guiar a sus hijos y apoyarlo en el proceso”. Para ello, la docente USS entrega  algunas recomendaciones:

–          Valorar el esfuerzo y el estudio: si las calificaciones no son del todo satisfactorias, pero el esfuerzo ha estado presente felicitar y reconocer esto. De este modo se pone acento no sólo en el resultado a corto plazo, sino en el proceso completo.

–          Reconocer la calificación como una evaluación de la forma de enfrentar el proceso de enseñanza aprendizaje: si esta es alta, podríamos pensar que el niño o niña se ha enfrentado al proceso de aprendizaje de forma exitosa y podrá utilizarlos eficientemente en otros escenarios.

–          Si la calificación es baja, es un momento para reflexionar qué podría hacerse diferente, sea mejorando la estrategia de estudio, la relación con el docente, la atención en clases o incluso evaluando si hay alguna dificultad específica que interfiere con el aprendizaje.

–          En caso de identificar dificultades persistentes, es poco probable que se deba estrictamente a flojera. Acá se sugiere pedir ayuda, en primera instancia en el colegio y si fuera necesario con un especialista: neurólogo si se observan dificultades en atención o hiperactividad; psicólogo si se ve una baja autoestima escolar o sentimientos de incapacidad; o psicopedagoga si se constata dificultades en la estrategia de estudio o en la adquisición de ciertos conocimientos específicos.

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