El manual de la “buena suegra”… o cómo no morir en el intento.

Publicado por Equipo GV 10 Min de lectura

Dr. Franco Lotito C. – www.aurigaservicios.cl
Académico, escritor e investigador (PUC-UACh)

 

“Un amigo le cuenta a otro: ‘Ayer dos tipos golpearon a mi suegra’. ‘¿Y tú no interviniste?’. Le responde el amigo: ‘¡Noooo, ya sería mucho abuso pegarle entre tres!”

 

“Querida suegra: nunca me diga cómo criar a mi hijo, mire que yo tengo al suyo a mi lado y, créame, que tengo mucho por lo que reclamar”.

 

suegra-contenta-beso-parejaSi bien, hay buenas suegras que se comportan de manera amorosa y correcta con sus nueras y yernos, las hay que tienen un comportamiento aborrecible y que dejan mucho que desear.

Es lo que plantea Matilde Saavedra, una conocida consejera familiar de nacionalidad colombiana, quién señala que en las relaciones familiares la suegra siempre ha tenido un papel más bien ingrato: desde la gorda, copuchenta y entrometida, hasta la eternamente celosa, quisquillosa y maldispuesta suegra que no tolera que su querido y adorado hijo se vaya con otra mujer… que no sea ella. También es de común conocimiento, que hasta en las mejores familias, el trato con la suegra se torna un tema altamente espinudo, sensible y delicado.

Es por ello, que resulta siempre interesante –y también muy práctico– revisar el “Manual de la buena suegra: consejos y estrategias para triunfar como madre política” de la consejera familiar Matilde Saavedra, quién en su libro, además de entregar diversos “perfiles de suegras”, también ofrece algunas sugerencias y tips de cómo mejorar una relación que, desde siglos, ha estado marcada por errores, suspicacias, peleas, conspiraciones y excesos.

La consejera Saavedra señala, que es posible, que, en lo más “profundo” del corazón, se quiera a las madres políticas, pero aún más profundamente, lo que se desea, es que, ojalá, vivan lejos, muy lejos de la pareja.

Hasta la misma palabra “suegra”, suena como algo duro, áspero, difícil de tragar. De ahí que se tienda a adornarla un poco, utilizando fórmulas algo más benevolentes y, ojalá, en diminutivo: “suegrita”, “suegrita querida”, etc.

Lo primero que hay que aprender a aceptar, es que en algún minuto de la vida se producirá la independencia de los hijos e hijas, y que por el hogar empezará el desfile de candidatas a “robarle” el corazón de su querido hijo. Lo segundo, es que se comienza a ser “suegra” desde el momento mismo del inicio del pololeo, aunque el pretendiente de la hija sea un punk todo tatuado o un hippie algo desastrado y no muy prolijo con la higiene. Al respecto de esta situación, la consejera Saavedra señala, que es preciso aprender a aceptar la realidad, por incómoda que parezca, ya que es la persona que la hija o el hijo escogió, y esto va más allá del gusto individual  o del rechazo que experimenta la futura suegra.

No obstante lo anterior, la mayor prueba a superar, es cuando en el ambiente se comienzan a escuchar las campanas de matrimonio y ello, de acuerdo con la consejera Matilde Saavedra, requerirá, como primer paso hacia la paz y la sana convivencia, de moderación en la entrega de opiniones, así como de respeto por los deseos de los novios. Es así, por ejemplo, que una “suegra oportuna” y “prudente”, es aquella que espera a que le llegue la invitación, antes de partir de manera precipitada a visitar al hijo o a la hija, para efectos de no llegar en un momento inoportuno, o bien, de infartar a alguien por la visita inesperada, especialmente, cuando la suegra tiene las llaves de la casa o del departamento de los novios.

De acuerdo con Matilde Saavedra, en función de su perfil y comportamiento, las suegras pueden llegar a parecerse a ciertos personajes de películas de terror. Revisemos algunos de ellos:

  1. La suegra metiche y copuchenta: se mete en todo y en todas partes: en la cocina, en el dormitorio, en el baño, etc., a verificar “cómo están las cosas” para dar una opinión que nadie le ha solicitado, siendo de aquellas personas a la que les encanta hablar con sus vecinas y amigas de lo “inepta” e “inútil” que es la nuera, llevando y difundiendo información que ni siquiera tiene certeza de que sea verdad.
  2. La suegra tóxica e insidiosa: es capaz de crear historias infames y planear engaños ocultos con la intención de perjudicar al objeto de su insidia, tal como por ejemplo, cuando comienza a recordar a las otras pololas o novias del hijo, quienes, por supuesto, eran “mucho más atractivas, lindas, inteligentes y mejores” que la actual pareja del hijo.
  3. La suegra víctima y llorona: las lágrimas de cocodrilo saltan y surgen de esta “santa Magdalena” con una tremenda facilidad, presentándose como víctima de las circunstancias, siendo de esas mujeres que no soportan la soledad y menos aún, el matrimonio de su hijo predilecto.
  4. La suegra sin rival: resulta imposible competir con ella, ya que es experta en aseo, moda, cocina, cine, literatura y en cualquier otro tema que le pongan por delante. Siempre tiene una idea o sugerencia que ofrecer, aún cuando nadie se la ha solicitado, pero este hecho para ella no tiene importancia alguna, ya que ese tipo de suegra no escucha a nadie.
  5. La suegra detective: ella jura y rejura que su nuera o yerno engaña a la pareja, siendo capaz de seguirlos y/o mandarlos a espiar con tal de probar su hipótesis de que la nuera tiene sus “líos” por ahí.
  6. La suegra vampiresa: es de las que se comporta como si se creyera una “princesa seductora”, es decir, como si fuera la principal protagonista y centro de atención, y que es capaz de coquetear descaradamente con todos los jóvenes que aparecen en el escenario, incluyendo, por supuesto, al yerno.
  7. La suegra mandona y agresiva: nada la deja conforme. Es puntillosa y siempre encuentra algo malo y, dado que es irritable, que tiene mal genio y que le gusta que la obedezcan sin chistar, levanta la voz por cualquier cosa que considere una “negativa”, un “agravio” o una “mala mirada” hacia ella.
  8. La suegra amargada y mezquina: es muy austera y avara con los regalos para su nuera, acusándola de ser muy dispendiosa y gastadora con el dinero de su hijo, y de no reparar en gastos en vestidos, perfumes, joyas, etc.
  9. La suegra cómplice: en caso de que ella lo considere necesario, es capaz de ocultar hasta la infidelidad del hijo, resguardando las “espaldas” de éste o inventado alguna historia que le entregue una coartada y una salida airosa del enredo al hijo.

Y aún cuando la consejera Matilde Saavedra asegura que, por definición, las suegras están condenadas a “meter la pata” y ser suegras hasta el final de los tiempos, ella recomienda a las suegras a tomar su rol con algo de sentido del humor, ya que por esa vía, es posible descomprimir el ambiente, hacer las cosas más fácil para todos y mejorar la convivencia familiar, reforzando los lazos con los hijos, en lugar de obligar a la pareja a distanciarse de las respectivas suegras.

Finalmente, si las relaciones no fueran las más óptimas, con la finalidad de reforzar los lazos con los hijos, la consejera recomienda almorzar o pasar, de vez en cuando, una tarde  con ellos, con el objetivo de que los domingos no se conviertan en el “día obligatorio de la suegra” equivalente a un día terrible y lleno de nervios, en que la suegra viene en una visita  de inspección a la casa de la pareja, o bien, en que hay que ir a casa de ella para reportarse.

De ahí que se cuenta la historia, de que la palabra “nuera” la inventaron las suegras cuando comenzaron a decir que: “Esa nu’era la mujer que yo quería para mi hijo”.

 

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