Por Jaime Torres Gómez
La situación de la Sinfónica Nacional de Chile, como se ha consignado en críticas previas, pasa por momentos dramáticos en la concreción de su producción artística, y no sólo debido al actual estallido social, sino desde junio donde tuvo que emigrar a distintos escenarios santiaguinos tras las intervenciones constructivas de su sede, el Teatro de la Universidad de Chile.
Lo anterior devino en una importante cancelación de programas con directores y solistas nacionales e internacionales. Por otro lado, estaba pendiente el debut en pleno del connotado maestro venezolano Rodolfo Saglimbeni como nuevo director titular, puesto que lo hizo en la gira a Buenos Aires, aunque localmente después en una presentación de extensión en el contexto del presente estallido social, pudiendo concretarse con la debida prestancia, ahora en Santiago, dentro del concierto aniversario de la orquesta.
Antes de hacer referencia al concierto en sí, es menester esbozar algunos elementos por los cuales la situación de la Sinfónica adquiere dramáticos ribetes. Así, ha sido muy condicionante no contar del todo con el Teatro de la Universidad de Chile, al estar emplazado en la Zona Cero del conflicto social, amén de no disponer fácilmente de salas ad-hoc para el desarrollo de una temporada del perfil de la Sinfónica, conllevando la no publicación de la Temporada 2020 ante la incerteza en dónde va a desarrollarse.
A priori, considerando la poca disponibilidad y condiciones adecuadas del promedio de las salas en Santiago, no se explica, por ejemplo, que la decana sinfónica no tenga actividades agendadas en el magnífico teatro de Corpartes, conforme la relación histórica entre ambas instituciones, siendo urgente en estos momentos de dificultad una colaboración que facilite la continuidad del desarrollo artístico de la orquesta… Por otro lado, se han anunciado algunas presentaciones en el emblemático Teatro Caupolicán, cuyas condiciones acústicas no son las ideales, aunque tampoco del todo incompatibles. En todo caso, no es una sala ideal para el desarrollo completo de una temporada con las características de la Sinfónica, aunque es una interesante alternativa para presentaciones con obras específicas (populares) que prevén buena demanda de público.
Conforme al estado del arte y a la natural incertidumbre de cómo será el desarrollo de la temporada, el concierto de aniversario presenciado, no obstante con notables resultados artísticos, inevitablemente tuvo como contrapunto el fantasma de las incertezas mencionadas, amén de haberse desarrollado en una sala de pésimas condiciones acústicas como el Auditorio de Liceo Experimental Manuel de Salas. Además, fue notorio (y molesto) no contar con un programa de mano, situación inexplicable al tratarse de un concierto aniversario, donde se espera una debida atención de detalles en consideración al público y a la misma orquesta homenajeada… Sólo bastaba una hoja sencilla, y cumpliendo así con la misión educativa per se asociada…
Las obras contempladas representaron el perfil histórico del repertorio de la Sinfónica, incluyendo lo propio -en contexto latinoamericano- junto a lo universalmente más amplio.
Así, en la primera parte, se ofreció una deslumbrante versión de la “Suite Latinoamericana” del chileno Luis Advis. Obra de culto y de certera proyección allende las fronteras nacionales, se inscribe en una perspectiva continental, plasmando ecos sonoros de distintos lugares de Latinoamérica. De ricas ideas discursivas, magníficas texturas y una notable orquestación, está al servicio de una genuina inspiración vernácula que jamás pierde idiomatismo. La versión firmada por el maestro Saglimbeni -gran exponente del repertorio latinoamericano- justipreció las bondades intrínsecas de la obra, obteniendo concentradísima respuesta de sus músicos en balances, transparencias y ensamble (segunda función). Sólo lamentar la ausencia de un programa de mano con las indicaciones de los nombres de cada sección (en este caso, las alusiones a cada país), para ayudar al público a una mejor compresión de la obra…
Finalizó con una magnífica versión de la Suite del ballet “El Pájaro de Fuego”, de Igor Stravinsky, en la versión de 1945, por décadas ausente localmente. Si bien se suele ofrecer la versión de 1919, es explicable por su menor duración y quizás musicalmente más efectiva para propósitos de conciertos. Igualmente, la versión de 1945 contiene un magnífico material musical, pero al incluir más números como tres pantomimas, el pas de deux (del Pájaro con Iván) y un scherzo, se aprecia mejor ajustada para propósitos coreográficos que propiamente musicales, es decir, muy funcional para presentaciones resumidas de una puesta en escena del ballet. El trabajo del maestro Saglimbeni con la orquesta, de notable exhaustividad en detalles tímbricos, colorísticos y rítmicos, amén de una empática adopción de tempi, imprimiéndole irreprochable unidad interna. Atenta respuesta de la orquesta, con hermosura de sonido (en especial la cuerda), balances y ensamble general. Un inapelable triunfo artístico.
En suma, una celebración con grandes resultados artísticos, a pesar de fuertes incertidumbres…