Por Paola Tapia Salas
Académica UCEN y ex Ministra de Transportes y Telecomunicaciones
Nuestras ciudades y su movilidad, deben ser desafío del gobierno a propósito del Covid 19, pues como en otras tantas pandemias que ha sufrido la humanidad, se transforma en una oportunidad para mejorar no sólo la planificación, sino también la convivencia en ellas. El último Censo indica que 87,8% de las personas habitan en zonas urbanas.
El desafío debe considerar las legítimas demandas del estallido social, vinculadas con la crisis política e institucional, socioeconómica y cultural. Dichas demandas, junto a las migratorias, se han presentado en conflictos urbanos paradigmáticos como Los Ángeles en 1992 y París en 2005, lo que obliga a percibir y actuar con eficiencia en las complejas desigualdades urbanas, que desde hace años han venido ocupando a organismos internacionales como la OCDE y Naciones Unidas.
Los municipios son canales directos para recoger las necesidades de las personas, pero en Chile -salvo los que poseen recursos- no tienen la posibilidad de emprender en solitario propuestas de mejoras, aún teniendo las competencias.
Por ello, se necesita un compromiso urgente del gobierno, en inversión pública para ciclovías, para peatones, transporte y espacios públicos, como en grandes ciudades no sólo en países desarrollados sino también en Latinoamérica, como Lima y Bogotá. Mejoras en la segregación urbana, económica y laboral existente e integrar con cohesión social la diversidad, promoviendo la convivencia, con especial énfasis en la vulnerabilidad, gatillada por la marginalidad y su invisibilidad, que esperamos más que seguir generando frustración permita construir desde la integración.