La expansión del coronavirus ha obligado al Gobierno a intensificar las ordenanzas para controlar las aglomeraciones de gente.
Mientras que los permisos de trabajo se han decretado esenciales para justificar las salidas, se ha llevado a cabo un llamamiento a las empresas con el fin de que operen desde el teletrabajo o, en su defecto, disminuyan la cantidad de trabajadores en el caso de los servicios esenciales que deben ser presenciales.
Ejemplo de esto son los supermercados que actualmente se encuentran en servicios mínimos, especialmente en las grandes regiones como Santiago, desviando gran parte de su flujo de compra-venta al formato online, tanto desde el delivery a domicilio como en la modalidad de punto de entrega.
Como consecuencia de la intensificación del se ha visto necesario reformular las normativas con el fin de regular la labor de los repartidores, que ya no trabajan mediante credencial, sino a través de permisos de trabajo como los demás trabajadores de otros sectores. Con esto se impone además una obligación extra para las cadenas de reparto, consistente en controlar diariamente qué trabajadores están trabajando y por cuánto tiempo, una medida que ya desde hace tiempo demandaban los sindicatos con el fin de mejorar las condiciones laborales de los empleados y poder defenderlas con pruebas a efectos legales.
No solo los supermercados se ven inmersos en esta nueva ola de consumo, sino que prácticamente todas las industrias se han visto en la necesidad de involucrarse con el fin de evitar la caída del consumo. Mientras que las gasolineras continúan cayendo por el descenso del tráfico, los restaurantes, librerías, tiendas de ropa y farmacias ven aumentadas sus ventas.
En gran medida la proporción de búsquedas del término farmacias Chile se ha visto incrementada en contraposición al descenso de visitas a establecimientos físicos, sobre todo en los ubicados en centros comerciales y zonas turísticas. Ahora más que nunca Chile necesita una cobertura sanitaria adecuada, que no puede ser abordada en pequeños establecimientos que obligan a la saturación de personas, un foco de riesgo para la transmisión de enfermedades.
Aunque por desgracia la digitalización farmacéutica se encuentra todavía en su estadio más prematuro, la legislación apoya su desarrollo, además de estar rebajando el precio de venta de material farmacéutico para farmacias independientes, con el objetivo de promover el comercio electrónico y la reducción de los precios al público para que nadie quede desatendido.