Por Alejandro Gómez Sotomayor
Líder del Programa Más Ciudadanos Conectados
Universidad San Sebastián
Se estima que un 6,9% de la población entre los 5 y 17 años trabaja en Chile. El tema es preocupante por diversos factores: primero, la situación natural de vulnerabilidad en la que se encuentran los menores de edad; segundo, por los efectos nocivos que tiene para el desarrollo integral; tercero, porque el trabajo infantil no es conciliable con la escolaridad; y, por último, el trabajo infantil perpetúa situaciones de pobreza, desigualdad y vulnerabilidad.
Si bien se han introducido cambios en la legislación, que resuelven en cierta medida la situación, no se contempla una solución integral, dado que hoy el problema es que muchos menores se ven obligados a trabajar por la situación económica familiar, debiendo a temprana edad colaborar en sus hogares, lo cual vulnera sus derechos y podría ser objeto de una medida de protección en contra de los padres o tutores ante los Tribunales de Familia. En estos casos, más que una sanción propiamente tal, se debe concientizar a los adultos sobre los efectos negativos del trabajo infantil, pero esta medida no es suficiente, ya que mientras se mantenga la situación de vulnerabilidad social y económica de la familia, éste persistirá.
Es importante que se trabaje con las comunidades en sus territorios para prevenir el trabajo infantil, elevando la importancia de la escolaridad; el desarrollo integral de los niños, niñas y adolescentes; su seguridad y salud; y la existencia de políticas públicas que apunten a sus causas, para ir reduciendo esta realidad hasta que desaparezca, lo cual es una obligación moral que tenemos como sociedad.