Por Dr. Franco Lotito C. – www.aurigaservicios.cl
Académico, escritor e investigador (PUC-UACh)
“Hijo mío, la felicidad está hecha de pequeñas cosas: un pequeño yate, una pequeña mansión, una pequeña fortuna” (Groucho Marx, actor, humorista norteamericano que gustaba mucho del humor negro y sarcástico).
Diversas investigaciones científicas han demostrado que el buen humor, la alegría y la felicidad representan la mejor medicina para el cuerpo y el alma. Es más: la risa puede prevenir enfermedades, ya que el hecho de dar unas buenas carcajadas en la vida diaria representa una de las armas más poderosas para eliminar el estrés, la ansiedad, la depresión y también fortalecer el sistema inmunológico.
Expertos de la felicidad, tales como la Dra. Laurie Santos, el Dr. Tal Ben Shahar, Martin Seligman, Ruut Veenhoven, Sonja Lyubomirsky y otros, destacan en sus escritos la importancia de la risa, el buen humor, la alegría y la felicidad en la vida de las personas.
La Dra. Laurie Santos, conocida como la “profesora de la felicidad”, es una científica cognitiva, quien asegura que la “ansiedad está destruyendo a mis alumnos”, en función de lo cual, ella dicta un curso en la prestigiosa Universidad de Yale acerca de la felicidad, en el cual se inscriben cientos de estudiantes que buscan averiguar qué pueden hacer ellos para ser más felices. Una de las respuestas que entrega ella –y que sorprende a los estudiantes–, es que el “dinero por sí sólo no hace felices a las personas”, en tanto, que distinto es el caso, cuando las personas desarrollan un propósito en la vida, cuando buscan conectarse positivamente con otras personas, cuando practican la meditación y la reflexión, cuando ponen alegría, humor y risas en sus vidas, todo lo cual, se ha demostrado que tiene un efecto muy positivo sobre la felicidad y el bienestar de las personas.
¿La razón de destacar todo esto? Muy simple: el estrés, la angustia y la ansiedad se han convertido en parte integral de nuestra vida cotidiana. En este sentido, son numerosos los estudios que han comprobado que la alegría, el buen humor, la risa, la búsqueda del sentimiento de felicidad son los mejores promotores para lograr un estado de relajación. Y cuando el organismo está relajado el cerebro comienza a producir un neurotransmisor llamado serotonina –o también hormona de la felicidad– que está relacionado con el control de las emociones y el estado de ánimo de las personas. La serotonina cumple, asimismo otras funciones, tales como regular el apetito, agilizar la comunicación entre las neuronas, regular el apetito sexual, etc.
Si por el contrario, la persona se encuentra expuesta a un alto nivel de estrés, ansiedad y el organismo está sobrecargado de tensión, los circuitos cerebrales acusan la falta de serotonina, lo que conduce a una alteración de la comunicación entre las neuronas, afectando, por consiguiente el equilibrio orgánico.
Es así, por ejemplo, que uno de los objetivos de la “terapia de la risa” –o yoga de la risa– es provocar una relajación muscular y orgánica, en función de lo cual, los risoterapeutas señalan que mientras más se ríe la persona, menos tensiones y ansiedad acumula el organismo, por cuanto, dicha terapia se fundamenta en el hecho de que el sistema inmunológico es muy sensible a las emociones que experimenta, especialmente, cuando éstas son poco gratas, tales como la frustración, los celos, la desesperanza, la ira, miedo, tristeza, etc.
Si un estrés crónico –o la repetición de los problemas que sufre un sujeto– provocan el deterioro del sistema inmune de una persona –condición que puede conducir a un mayor riesgo cardíaco, un aumento de la presión arterial y a trastornos estomacales y hepáticos– los terapeutas estiman que la risa, la alegría, el buen humor y la felicidad actúan de modo inverso, fortaleciendo el sistema inmune y previniendo enfermedades.
Un caso muy conocido –y documentado en medicina– de una persona que curó su propia enfermedad “incurable” a través de la risa, es el caso del periodista y escritor norteamericano Norman Cousins, quién en su libro “Anatomía de una enfermedad” (“Anatomy of an illness”) relata los efectos que produjeron en él la terapia de la risa.
Luego de descubrir que era portador de una enfermedad muy grave –espondilitis anquilosante–, de someterse sin resultado alguno a los tratamientos de la medicina tradicional y recibir por parte de los médicos la noticia de que sólo le quedaban algunos meses de vida, tomó la decisión –mientras todavía estaba internado en el hospital– de combatir su enfermedad y el alto nivel de estrés de su organismo, dándose un atracón diario durante algunos meses de videos cómicos de Charly Chaplin, de los hermanos Marx y de los Tres Chiflados, con resultados que sorprendieron a los mismos médicos que estaban tratando a Norman Cousins: su curación total.
La reflexión que hizo Cousins para tomar esta decisión y luchar por su vida, fue la siguiente: si los estados de ánimo negativos influyen químicamente para acelerar las enfermedades, ¿podían los estados de ánimo positivos retrasarlas o revertirlas? Este periodista había leído varios artículos acerca de la influencia de las emociones sobre el sistema endocrino, sobre todo, desde el punto de vista químico, de modo que dado el mal pronóstico que le entregaron sus médicos tratantes, tomó la decisión de someterse a su propia “cura de la risa” e incluyó en su rutina diaria un hábito sorprendente: el humor y ver diariamente varias películas antiguas de corte cómico.
Este periodista descubrió que tras ver estas películas podía dormir mucho mejor y sin dolor. Incluso más: su enfermera particular le leía libros de chistes, al punto que el estado físico de Norman Cousins fue mejorando paulatinamente: recobró la movilidad, los dolores fueron desapareciendo, pudo comenzar a jugar golf, montar a caballo y tocar el piano. Ahora podía girar completamente el cuello, a pesar que los especialistas le habían dicho que su enfermedad era degenerativa y que, como mucho, podría girar su cuello hasta 90 grados. ¿Resultado definitivo? Norman Cousins sobrevivió 26 años a su “incurable enfermedad”.
Yo he consignado con más detalles en uno de mis libros el caso de este periodista y de otras “curaciones milagrosas”, y acostumbro ponerlos como ejemplos a mis pacientes, quienes, por causa de alguna crisis personal están deprimidos, desesperanzados y sin ánimo para emprender alguna actividad. La razón de poner este ejemplo, es muy simple: si una persona fue capaz de recuperarse de una enfermedad diagnosticada por médicos expertos como “grave, irreversible e incurable” ¿por qué razón otras personas no podrían hacer lo mismo? Y Norman Cousins no es el único caso con este tipo de recuperación completa de su salud.
Citemos, finalmente, al gran escritor inglés Charles Dickens, quien aseguraba que “no existe nada en el mundo que sea tan irresistiblemente contagioso como la risa y el buen humor”.