Por Loreto Twele
Infectóloga pediatra, Académica de Medicina de la Universidad San Sebastián
Los últimos tres años han sido para la humanidad un constante aprendizaje. En materia de investigación, educación y manejo de crisis, tal como fue el caso de Chile al momento de enfrentar los primeros meses de la pandemia de SARS-CoV-2, conocido mundialmente como Covid-19.
El gran despliegue impulsado por las autoridades de turno nos brindó la posibilidad de montar laboratorios en red para hacer millones de PCR, investigaciones de vacunas para encontrar una solución rápida y acertada a la emergencia que estaba ocurriendo en el mundo entero. Es en ese punto donde destaco el importante apoyo que entregaron las universidades de nuestro país al facilitar espacios, equipamiento y hasta personal para poder ser un apoyo en el manejo de la emergencia. No olvidemos que Chile fue puesto como ejemplo en varias ocasiones y distinguido por instituciones internacionales debido al trabajo efectivo que tuvimos para frenar el avance de este virus que cobró la vida de más de 61.000 compatriotas.
Y es por eso que lamentamos profundamente perder la oportunidad de poder seguir potenciando la investigación y el desarrollo de vacunas en nuestro país tras confirmarse que el Laboratorio SINOVAC finalmente no llegará a Chile y se irá a otro país del continente, perdiendo un gran chance de que nosotros como chilenos, hubiéramos contado con una dotación de vacuna contra COVID-19, contra influenza contra tantas otras enfermedades que esta empresa produce.
Esto no nos afecta solo a los investigadores, sino que afecta al desarrollo de la salud pública. Desde las universidades seguiremos empujando en la formación de especialistas y expertos en distintas áreas, para que en un futuro podamos obtener frutos y eso nos siga manteniendo en la palestra internacional como socios para el desarrollo de la salud pública mundial.