Por Jaime Torres Gómez
Luego de casi 14 años de inutilización del emblemático Teatro Municipal de Viña del Mar, producto de las refacciones tras el terremoto del 27 de febrero del 2010, el pasado 1 de diciembre se concretó la anhelada puesta en marcha del patrimonial coliseo artístico.
Como axioma, toda localidad urbana, indistintamente de sus dimensiones, virtuosamente es valorada conforme la masa crítica de sus habitantes, en cuanto su capacidad de brindar debido valor agregado a un patrimonio intangible básico como es la vida cultural en su conjunto, siendo fundamental el rol de las instituciones locales que facilitan su cultivo.
Para un debido fomento de lo cultural per se, debe proveerse una infraestructura ad-hoc que facilite su transmisión. Y en el caso de las artes musicales y de la representación, la disposición de un teatro es condición sine qua non para dar vida a lo generado por la propia comunidad y lo foráneo.
Viña del Mar, coloquialmente conocida como la Capital Turística de Chile, ha contado por casi 100 años con un coliseo artístico de relevante valor arquitectónico, correspondido con una vasta y reconocida actividad artística. Por tal razón, el costo de prescindir del mismo por tantos años es irreparable…, al punto que es menester un cuestionamiento ex post al hecho de haber optado por una remodelación inorgánicamente más allá de los daños específicos producidos por el 27F, con la resultante de privar a varias generaciones respecto la oportunidad de conocer un inmueble de mucha historia y centro de gravedad de las actividades culturales más gravitantes de la ciudad.
El perfil tradicional del TMV principalmente ha discurrido hacia los espectáculos escénicos y musicales doctos, no obstante abierto a ámbitos populares de calidad que no fagocitaran la natural jerarquía docta, dándose una saludable convivencia entre ambos mundos. Así, por décadas, hubo una Temporada Oficial del Teatro, organizada tanto por la misma Municipalidad a través del Área de Cultura, o bien, por muchos años, por la Corporación Cultural de Viña (solventada por el municipio), con espectáculos conebidos en base a un riguroso criterio curatorial, y en consecuencia, facilitando a la ciudad el acceso a lo mejor posible de lo regional, nacional e internacional.
La esperada reinauguración del pasado 1 de diciembre, definitivamente, no respondió a los estándares editoriales tradicionales enunciados, con una narrativa sesgada respecto a la propia historia del TMV, amén de un pseudo glamour no en sintonía a la señorial tradición socio-cultural viñamarina, plasmado en cierta frivolidad por relevar ciertas figuras de lo popular -cuyos ámbitos son naturalmente otros-, no siendo, a la postre, congruente al histórico perfil del mismo TMV.
La transmisión en vivo de esta reinauguración por Canal Nacional (TVN) dio cuenta de una errónea conceptualización de la difusión cultural, en este caso parcializando el quehacer del decano coliseo artístico viñamarino al no mostrar en su totalidad el desarrollo del espectáculo, cuyos damnificados fueron destacados músicos del ámbito clásico local, deviniendo en meros teloneros de un evento claramente orientado hacia lo popular con el show de Los Jaivas, estos últimos hegemonizando el conjunto del hito.
En otro orden, al ver la parrilla de espectáculos anunciada para el resto de diciembre (enero aún sin información), no hay proporción con el mediático evento inaugural visto en televisión al no congregar a figuras relevantes del mundo artístico nacional e internacional, dando cuenta de la potencial (y/o real) incapacidad del municipio de Viña por invertir en espectáculos con mayor gravitación.
Si bien lo local es imprescindible tenga espacio en el TMV, en el caso de marras era esperable, al menos durante los primeros días de la puesta en marcha del teatro, la presencia de espectáculos foráneos de relevancia que sin duda habrían dado mayor valor agregado a esta inmediata puesta en marcha. Finalmente, aprendiendo de las lecciones desde el 27F en adelante…, aún es tiempo de replantear el perfil curatorial del Teatro Municipal de Viña, en el entendido que hoy es una realidad su puesta en marcha, conjuntamente al alto nivel de su infraestructura para montajes de grandes espectáculos. Sólo confiar en la receptividad y creatividad de los responsables de su administración en orientarse al mejor derrotero posible.