Por Dr. Franco Lotito C. – www.aurigaservicios.cl
Académico, escritor e investigador (PUC-UACh)
“El sedentarismo es el camino más corto hacia la enfermedad y la muerte” (Miyamoto Musashi, famoso guerrero del Japón Feudal del siglo XVII y autor del reconocido tratado sobre artes marciales “Los cinco anillos”).
Un revelador estudio realizado hace algunos años con 2.401 gemelos por un equipo de científicos de la Universidad King’s College de Londres, Inglaterra, dirigido por la Dra. Lynn Cherkas, una experta en el campo de la genética, demostró que “quienes son personas sedentarias pierden más rápidamente un segmento de su ADN, el cual, al reducirse, conduce al envejecimiento prematuro del organismo”.
Es sabido –y así lo demuestran todas las investigaciones que se han hecho– que la realización de actividad física en forma regular es un factor relevante en el cuidado y resguardo de la salud cardiovascular, al mismo tiempo que previene: (a) la diabetes tipo 2, (b) el desarrollo de diversos tipos de cánceres, (c) la hipertensión arterial, (d) la obesidad y (e) la osteoporosis, es decir, una serie de enfermedades que están directamente asociadas con el paso de los años.
El equipo de científicos liderados por la Dra. Cherkas demostró que el hecho de no realizar actividad física de manera frecuente acelera el envejecimiento hasta en diez años, ya que de acuerdo con los resultados obtenidos, la “marca de la protección contra el envejecimiento prematuro está en los extremos de los cromosomas, donde existe una región del ADN conocida como telómeros que se acorta con cada año que pasa”.
Los telómeros son trozos repetitivos de ADN que se ubican en los extremos de los cromosomas a modo de “sombreros que cubren los extremos de este material genético”. Por esta vía, los protegen de que se degraden sus puntas o que éstas se fusionen, creando alteraciones genéticas.
En este estudio se tomó muestras de sangre a los 2.401 participantes con la finalidad de analizar el ADN de los glóbulos blancos o leucocitos y verificar el estado de sus telómeros, donde las unidades que conforman el material genético son los nucleótidos que son como perlas, que unidas, forman el largo collar que es el ADN.
El largo de los telómeros se va acortando en un promedio de 21 nucleótidos por año, a raíz de lo cual, “los hombres y mujeres que son menos activos físicamente tenían los telómeros de sus leucocitos más cortos que aquellas personas que eran más activas”.
Lo relevante de este estudio es que “esta relación era significativa” y se mantenía así, incluso “después de descartar la influencia de factores como el índice de masa corporal, el consumo de tabaco y el nivel socioeconómico”.
Ahora bien, el estudio demostró que la diferencia promedio en el largo de los telómeros entre quienes eran más activos –con 199 minutos de actividad física en la semana – y los menos activos –con 16 minutos de actividad física por semana– era de 200 nucleótidos.
Lo anterior significa que las personas más sedentarias tienen una reserva de nucleótidos más baja, lo que determina que su “reloj biológico se acelere hasta en diez años”. Al comparar parejas de gemelos idénticos con niveles de actividad física diferente, se llegó a la misma conclusión.
Tanto el daño que sufren las células con los materiales de desecho que ellas mismas producen y que está relacionado con el “estrés oxidativo” celular, como así también los efectos de diversas inflamaciones que surgen durante la vida serían los mecanismos por los que el ADN de los individuos sedentarios se acorta.
El estrés oxidativo es un trastorno o afección que se produce cuando en el organismo hay demasiadas moléculas inestables llamadas “radicales libres” y no hay suficientes antioxidantes para neutralizar o reparar el daño resultante. Los radicales libres se producen durante el metabolismo normal de las células, acumulándose al interior de ellas, con peligro de dañar a otras moléculas como el ADN, los lípidos y las proteínas.
Hay varios factores que están considerados como causantes de estrés oxidativo, tales como: sobrepeso y obesidad, mala alimentación o dieta equivocada, el hábito de fumar, el consumo de bebidas alcohólicas, el uso de ciertos medicamentos (gentamicina, ciclosporina, etc.), exposición a factores ambientales como la radiación, la contaminación del aire, los plaguicidas y las toxinas, es decir, sustancias venenosas de origen microbiano como las bacterias.
Digamos finalmente, que el nivel de estrés que sufren las personas en su vida diaria se ha relacionado con el acortamiento de los telómeros. La actividad física, en tanto, está en condiciones de reducir el estrés psicológico, con lo cual, se atenúa el efecto negativo en el ADN y, por lo tanto, evita el envejecimiento prematuro. En este sentido, los autores del estudio destacan que ésta es otra poderosa evidencia que respalda la importancia de la realización regular de actividad física.