Por Dr. Franco Lotito C. – www.aurigaservicios.cl
Investigador, escritor y conferencista (PUC)
“La lealtad de una mascota no conoce límites”
De acuerdo con los resultados de recientes estudios demográficos, alrededor de un 10% de las mujeres han decidido no ser madres y se contempla que ese porcentaje irá en constante aumento en los próximos años. Tanto así, que Ada Santana de la Federación de Mujeres Jóvenes Feministas de España afirma que el “papel de las mujeres ha cambiado en las últimas décadas y la prioridad que tienen al día de hoy las mujeres jóvenes no es la de ser madres. No estamos estudiando con el objetivo de formar una familia, sino de desarrollarnos profesionalmente”.
La decisión por parte de una mujer de “no querer ser madre no es opinable en modo alguno, tal como no lo es la decisión de ser madre”, asegura Teresa Aparicio, activista feminista, a la Corporación de Radio y Televisión Española (RTVE), no obstante que las mujeres se enfrentan a la presión social de su entorno, donde familia y amigos cuestionan su decisión de no ser madres.
Hasta hace algunos años –incluso, hoy en día– cuando una mujer no se emparejaba o decidía no tener familia, se decía que quedaba para “vestir santos”, o bien, corría el riesgo de ser considerada un “elemento rarito”. De igual modo, se miraba con extrañeza o suspicacia a las parejas que no tenían hijos.
Por otra parte –de acuerdo con las entrevistadas– la decisión de no tener descendencia culpabiliza sólo a las mujeres, sin tomar en cuenta factores como: (a) la inestabilidad de las parejas, (b) la corta duración sentimental de algunas relaciones, (c) la precariedad laboral, (d) la inestabilidad económica y política de muchos países.
Lo cierto, es que, hoy en día, hay muchas mujeres que señalan que “no se sienten llamadas a ser madres”, que “prefieren favorecer a su carrera profesional”, que “desean estar libres de ataduras para poder viajar libremente por el mundo”, que “quieren mantener su independencia”, etc.
En este sentido, hay mujeres –ya sea en público o en privado– que confiesan que nunca han querido tener hijos, que no han experimentado –ni sentido– esa necesidad de ser madres y que de pequeñas pensaban lo mismo, aun cuando la gente que las rodeaba les decía que con el pasar de los años cambiarían de opinión.
Pues bien: ese no ha sido el caso para estas mujeres. Por el contrario, su decisión –que ellas no consideran que tenga un carácter “egoísta”– se ha reafirmado, y al igual que hay otras personas que toman la decisión de tener hijos, otras de no tenerlos, otras de vivir solas, otras de vivir solo en pareja, otras han decidido tener perros y/o gatos en lugar de hijos.
Es difícil pensar que alguna pareja se decida a tener hijos porque de esa forma va a “colaborar” para que la sociedad perdure, sino que lo hace porque desea tenerlos, porque piensa que los hijos “le van a traer mucha felicidad” o porque van a “llenar una parte de sus vidas”, siendo una decisión tan respetable como la decisión que toman aquellas otras parejas o personas que optan por cualquiera de las otras alternativas.
Las personas que optan por tener perros y/o gatos aseguran que sus mascotas les entregan “CARIÑO y AMOR”, con mayúscula, mostrando una lealtad y afecto a toda prueba, y sin exigir absolutamente nada a cambio. Destacan, asimismo, que cuando llegan del trabajo y abren la puerta de sus casas, sus mascotas vienen corriendo a recibirlas, saltando de alegría y felicidad, en tanto que por las mañanas las despiertan con lametones, se duermen pegadas a sus amos y que les gusta hacer todo con ellos: pasear, jugar, salir a correr, andar en bicicleta, etc.
Una de las mujeres entrevistadas señala que antes de tener a sus perras Winnie y Happy, pensaba que las “iba a querer mucho, pero nunca imaginó que las iba a querer tanto”, agregando más adelante, que “ahora son una parte imprescindible de mi vida y cuando me debo ausentar por un viaje de trabajo, las echo mucho de menos y estoy constantemente pensando y pendiente de ellas”.
Las personas entrevistadas señalan que el sentimiento que experimentan hacia sus mascotas es muy parecido a lo que siente una madre o un padre por sus hijos, y que para sus mascotas ellas son su familia, el lugar donde se sienten seguras y protegidas, a raíz de lo cual, nadie tiene el derecho de burlarse del sentimiento que ellas y ellos sienten por sus perros y gatos, del mismo modo en que “nosotros no nos burlamos del amor que los padres puedan tener por sus hijos”.
La Dra. Isabel Serrano-Rosa, psicóloga y Directora de EnPositivoSí –Centro de Psicología en la ciudad de Madrid, España– señala que el “egoísmo no tiene nada que ver con las mascotas, por cuanto, hoy en día, establecemos un vínculo tan estrecho con un perro o con un gato, que eso los convierte en un miembro más de la familia”, es un acto que, en realidad, implica un gran compromiso, especialmente, porque tener una mascota en el hogar requiere de muchos cuidados y –también hay que decirlo– que requiere de gastos.
Hoy en día, muchas parejas antes de tener un hijo se plantean una serie de interrogantes que décadas atrás en una “sociedad con un modelo de familia más conservador y encorsetado no se planteaban”. Hoy se busca la estabilidad económica y emocional, y se valora no sólo cómo afectará la llegada de un bebé a la carrera laboral o cómo se organizará la logística doméstica, sino cómo influirá psicológicamente en las personas el cambio radical de vida que implica la llegada de un hijo.
Lo anterior no significa –ni tampoco implica– que estas personas sean “egoístas”, sino que por el contrario, indica que estas personas quieren tener bien estructurado el escenario en el que se va a recibir a una posible criatura.
Para la Dra. Cristina Mateo, profesora de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, el instinto maternal no existe, sino que es “una construcción social, sexista y androcéntrica, que ha pervivido y llegado hasta nuestros días”. Al respecto de este planteamiento sustentado en diversos estudios, otra de las entrevistadas asegura que “ella no tiene instinto maternal y no por ello es menos mujer. Pienso que soy tan natural como cualquier otra mujer”.
Lo cierto, es que cada vez más, son más las mujeres que deciden no tener hijos y que en su lugar prefieren tener un perro y/o un gato como mascota y cuidarlos como si fueran un integrante más de la familia.