Por Lilian San Martín Medina
Directora de Escuela de Ingeniería
Universidad Andrés Bello, Concepción
La igualdad de género en la educación superior es un tema crucial para el desarrollo sostenible de nuestras sociedades. Sin embargo, las carreras de ingeniería en Latinoamérica siguen presentando desafíos significativos en cuanto a la participación femenina. A pesar de que las mujeres constituyen una mayoría en la matrícula total de educación superior, su presencia en ingeniería es alarmantemente baja. Según el informe “Brechas de género en la educación superior 2023” del Servicio de Información de Educación Superior (SIES), en Chile, las mujeres representan el 52.5% de la matrícula total en primer año de pregrado, pero solo el 38.9% de los estudiantes en carreras de ingeniería son mujeres.
Este fenómeno no es exclusivo de Chile. A nivel mundial, las mujeres ocupan solo el 33.3% de los puestos de investigación en ciencia y tecnología, según datos de la UNESCO 2023. En Latinoamérica, aunque las mujeres constituyen el 44.4% de los investigadores, esta cifra ha disminuido ligeramente desde el 44.9% en 2011, lo que subraya la necesidad de políticas públicas que promuevan la equidad de género en las áreas STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas).
La deserción es otro aspecto crítico que exacerba esta brecha de género en ingeniería. Las mujeres en estas carreras presentan tasas de deserción más altas que sus pares masculinos, lo que refleja no solo una falta de apoyo institucional, sino también una serie de barreras estructurales y culturales que deben ser abordadas. Es esencial implementar políticas efectivas que no solo atraigan a más mujeres a estas carreras, sino que también las retengan y las apoyen a lo largo de su trayectoria académica y profesional.
Las universidades juegan un papel fundamental en este proceso. La Universidad Andrés Bello (UNAB), por ejemplo, ha desarrollado políticas de igualdad de género y programas de capacitación que buscan sensibilizar a la comunidad académica sobre la importancia de la equidad. La UNAB ha incrementado la participación femenina en carreras de ingeniería de 18% en 2022 a 24% en 2023 y a 31% en 2024 en la Sede Concepción, gracias a becas específicas y programas de apoyo.
Organizaciones como “Mujeres Ingenieras de Chile” también desempeñan un papel crucial. Su objetivo es atraer y retener a mujeres en la ingeniería a través de programas de mentoría, talleres y eventos de networking. Este tipo de iniciativas no solo ayudan a empoderar a las mujeres, sino que también fomentan un entorno más inclusivo y diverso en el campo laboral de las profesionales ingenieras y las futuras ingenieras.
A nivel de políticas públicas, el informe de la CEPAL “Políticas públicas para la igualdad de género en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (CTIM)” destaca la importancia de las intervenciones específicas para promover la igualdad de género en estos campos. La CEPAL aboga por la implementación de políticas que aborden la subrepresentación de mujeres en CTIM y promuevan su participación desde las etapas tempranas de la educación hasta su inserción en el mercado laboral.
Seguir avanzando en la igualdad de género en las carreras de ingeniería es un reto importante, pero absolutamente necesario. Aunque hemos logrado ciertos progresos, las estadísticas nos recuerdan que aún queda mucho por hacer. Es por ello por lo que el compromiso organizacional, a través de programas y apoyos a Universidades, Institutos Profesionales, CFT y organizaciones públicas y privadas para establecer cambios culturales con sentido y propósito, que sea sustentados en políticas, procesos y procedimientos que permanezcan en el tiempo. La inclusión de mujeres en ingeniería no solo enriquece el campo con diversidad, sino que también trae nuevas perspectivas y soluciones innovadoras a los desafíos tecnológicos y científicos, que son esenciales para enfrentar los retos del siglo XXI.
Cerrar la brecha en áreas STEM, implica aumentar la participación de mujeres en las empresas, ya que al derribar las segregaciones horizontales y por ende contar con mujeres en industrias masculinizadas, aumentará la diversidad de miradas en dichos sectores, rompiendo estereotipos y barreras invisibles que actúan en dichos rubros, permitiendo de esta manera que las mujeres comienzan a ocupar cargos de responsabilidad.