Por Dr. Franco Lotito C. – www.aurigaservicios.cl
Conferencista, escritor e investigador (PUC)
Las diversas encuestas que se han realizado en estos últimos tiempos demuestran que la gran mayoría de los adultos jóvenes encuestados creen que “lograr la fama y/o la riqueza resulta ser un hecho esencial para efectos de poder tener una vida feliz”.
Sin embargo, una investigación de corte longitudinal continuo que llevó a cabo la prestigiosa Universidad de Harvard sacó a la luz que uno de los indicadores más importantes acerca de si las personas envejecen bien y viven una vida larga y feliz no es la cantidad de dinero que acumula el sujeto ni el renombre o fama que obtiene en su vida. El estudio arrojó que “un indicador clave mucho más importante de salud y bienestar en el largo plazo, es la fortaleza de las relaciones con la familia, amigos y la pareja de la persona”.
Este es uno de los hallazgos del “Estudio de Harvard sobre el Desarrollo en Adultos” (Harvard Study of Adult Development), un proyecto de investigación que siguió y examinó muy de cerca por más de 85 años (¡sí, leyó bien, 85 años!) la vida de más de 700 hombres y, en algunos casos, la vida de sus parejas. La investigación reveló algunos factores sorprendentes que determinaron si era probable que las personas se “hicieran viejas de manera feliz y en forma saludable, o si caerían en la soledad, la enfermedad o el debilitamiento mental”.
El Dr. Robert Waldinger, uno de los cinco directores que ha tenido el estudio en sus 85 años de historia, profesor de psiquiatría clínica en la Escuela de Medicina de Harvard, señaló en una entrevista que el equipo de investigadores, habitualmente, “publicaba sus descubrimientos en revistas académicas que la mayoría de la gente no leía”, y dado que deseaban que la gente –además del mundo académico– supiera que este extraordinario estudio se venía haciendo desde hacía más de 85 años, decidieron presentarlo en una charla TED, un evento que fue visto por más de siete millones de personas.
La investigación comenzó en la ciudad de Boston en la década de los años treinta, con dos grupos de hombres muy distintos. En uno de los casos, un equipo de científicos decidió seguir de cerca a estudiantes de la Universidad de Harvard en el transcurso de su edad adulta con la finalidad de verificar qué elementos o factores desempeñaban un papel importante en su crecimiento, éxito, salud y felicidad.
Este grupo de científicos, pensaba que en aquel entonces “se hacía demasiado énfasis en la patología y que sería muy conveniente estudiar a aquellas personas a las que les iba bien en su desarrollo de adulto joven”. En función de lo anterior, el equipo reclutó a un total de 268 estudiantes de Harvard de segundo año y los comenzó a seguir muy de cerca.
Con frecuencia les hacían entrevistas y les realizaban exámenes médicos. En los últimos años de investigación, los investigadores incorporaron, asimismo, tomografías, exámenes sanguíneos y entrevistas a las parejas de los individuos estudiados y a sus hijos ya adultos.
Más o menos al mismo tiempo que se inició el estudio con estos 268 estudiantes, el Dr. Sheldon Glueck, profesor de leyes de la U. de Harvard, comenzó a estudiar a jóvenes de los barrios más pobres de Boston, incluyendo a un grupo de 456 jóvenes que se las arreglaron para no convertirse en delincuentes, no obstante provenir de hogares disfuncionales y con serios problemas de convivencia. Finalmente, ambos grupos terminaron formando parte de la misma investigación.
A lo largo de las décadas, los hombres tuvieron todo tipo de profesiones: abogados, médicos, hombres de negocios y —en el caso de uno de los estudiantes llamado John F. Kennedy— un abogado que se convertiría en el trigésimo quinto presidente de los Estados Unidos. Algunos otros de los participantes se convirtieron en alcohólicos, tuvieron carreras profesionales decepcionantes, o bien, sufrieron de enfermedades mentales.
De acuerdo con el Dr. Waldinger, el estudio ha aportado varios descubrimientos llamativos e interesantes. Mostró, por ejemplo, que para efectos de envejecer bien –en el sentido físico del concepto– lo más importante que podía hacer la persona, “era no fumar y no beber en exceso”. Puso al descubierto, asimismo, que al envejecer “quienes tenían una postura política liberal tenían una vida sexual más activa y duradera que las personas más conservadoras”. El estudio demostró, asimismo, que “el alcohol era la principal causa de divorcio entre los hombres, y que el abuso del alcohol, generalmente, antecedía a la depresión, y no al revés”, como se creía.
Intrigado por los resultados, el Dr. Waldinger decidió extender el estudio a fin de concentrarse no solo en los hombres, sino también en sus esposas e hijos, a raíz de lo cual, los científicos comenzaron a realizar grabaciones de las parejas en sus casas, a estudiar el tipo de interacción que mantenían entre ellos y a entrevistarlos por separado acerca de cada aspecto de sus vidas, incluyendo las peleas y rencillas del día a día.
A medida que los científicos analizaban los factores que influían en la salud y en el bienestar de las personas estudiadas, encontraron que las relaciones con los amigos y, especialmente con la pareja, eran fundamentales, por cuanto, aquellos sujetos que “mantenían las relaciones más estrechas estaban protegidos contra enfermedades crónicas y mentales, así como de la pérdida de la memoria”, aun cuando esas relaciones mostraran altibajos.
“Las buenas relaciones no tienen que ser fáciles todo el tiempo”, afirma el Dr. Waldinger, ya que “algunas de las parejas que estaban en los ochenta años podían estar peleando todo el día. Pero, si sentían que en verdad podían confiar el uno en el otro cuando las cosas se ponían difíciles, esas discusiones no causaban estragos en su memoria”.
El Dr. Waldinger encontró patrones similares en las relaciones de amistad fuera del hogar, es decir, aquellas personas que se esforzaban por sustituir a sus viejos compañeros de trabajo por nuevos amigos después de que se jubilaban estaban más sanos y felices que los que invertían menos esfuerzo en mantener sus círculos sociales una vez que dejaban de trabajar.
El Dr. Waldinger afirma que “una y otra vez, en esos 85 años, nuestro estudio ha demostrado que la gente a la que le va mejor, es aquella que se apoya en las relaciones con su familia, amigos y con la comunidad”.
Al seguir a los sujetos durante muchas décadas y al comparar el estado de su salud y relaciones desde el inicio, era posible verificar que los lazos sociales fuertes son la causa de salud y bienestar a largo plazo. Algo tan sencillo como reemplazar el tiempo que pasan las personas ante una pantalla con tiempo de convivencia, o bien, revivir una relación aburrida con actividades en común puede hacer una gran diferencia en salud, bienestar y felicidad.