Adicciones sexuales en hombres y mujeres

Publicado por Equipo GV 10 Min de lectura

Por Dr. Franco Lotito C.www.aurigaservicios.cl
Conferencista, escritor e investigador (PUC)

Las adicciones sexuales representan un trastorno que se caracteriza por un ciclo incontrolable de pensamientos y conductas de carácter sexual que, eventualmente, podrían ser perjudiciales para la vida diaria de las personas.

De acuerdo con lo que plantea la Revista de Psicología “La mente es maravillosa”, la línea que separa un “deseo sexual saludable” de “una compulsión sexual” es más delgada de lo que mucha gente piensa o imagina. Por otra parte, nuestra sociedad vive actualmente una era donde el acceso a los estímulos de carácter sexual y erótico está –literalmente– a un clic de distancia, lo que ha conducido a que “algunas personas se sientan atrapadas en diversos tipos de adicciones sexuales que no están en condiciones de controlar”.

Ahora bien, contrario a lo que implica una vida sexual saludable, donde el “placer y la intimidad con la pareja se experimentan de manera equilibrada”, ser un sujeto adicto en el plano sexual conduce a una “búsqueda constante e insaciable de gratificación sexual” que, en ocasiones, se “acompaña de sentimientos de culpa, de vergüenza y de pérdida de control”.

En diversas investigaciones se habla de conductas que no se refieren solo al acto físico, sino que pueden manifestarse bajo diversas formas, tales como: la obsesión por la pornografía, la masturbación compulsiva, el cibersexo, pagar por tener sexo, tener varias parejas sexuales, sexo telefónico, dependencia de fantasías sexuales de gran intensidad, el sexting, etc. El sexting, por ejemplo, corresponde a la práctica que consiste en el envío de imágenes o videos con contenido sexual, erótico o pornográfico a una persona –supuestamente– de confianza, por medio de teléfonos celulares y computadores.

Se ha señalado, que el problema con las adicciones sexuales reside en la incapacidad del sujeto en detener estas conductas, a pesar de los efectos negativos que dichas conductas pudieran tener en el sujeto, tales como: (a) deterioro de las relaciones interpersonales y de pareja, (b) problemas en el ámbito laboral, (c) problemas financieros o de tipo legal, (d) problemas con la salud física (por el riesgo de contraer una enfermedad de transmisión sexual) o (e) un trastorno mental asociado a ideación suicida por el descontrol en el que ha caído la persona.

Aun cuando mucha gente experimenta comportamientos sexuales de carácter compulsivo, no todos los profesionales de la salud mental están de acuerdo en calificar dicho comportamiento como una “adicción”. Los expertos de la Clínica Mayo lo califican como una “conducta sexual compulsiva” o bien, como un “trastorno de hipersexualidad”. Ahora bien, independientemente de  cuál sea la naturaleza exacta del problema o del nombre o categoría que se le dé, el comportamiento sexual compulsivo está en condiciones de dañar la autoestima de la persona, sus relaciones interpersonales, la carrera profesional, así como también la salud del propio sujeto, o bien, de otras personas.

Es fundamental poder distinguir “una adicción sexual de un alto deseo sexual”, por cuanto, la clave de la distinción reside en el carácter compulsivo de la actividad sexual y en cómo esta podría interferir en el bienestar general del sujeto afectado. Aquellas  personas que sufren una conducta sexual compulsiva experimentan una necesidad incontrolable de involucrarse en actividades eróticas a fin de aliviar la ansiedad, el estrés o el aburrimiento que sienten, situación que crea un ciclo  destructivo del que es difícil escapar sin la ayuda profesional.

La hipersexualidad puede manifestarse de diversas formas y va en concordancia con el tipo de comportamiento o actividad específica que se realice. Es preciso tener presente, que muchas de las actividades sexuales que realiza un hombre o una mujer, tales como la masturbación, el uso de pornografía o el sexting, constituyen una parte de la vida sexual normal de las personas. El problema se presenta cuando las actividades sexuales comienzan a apoderarse y a dominar al sujeto. Revisemos, entonces, algunas de las adicciones sexuales más frecuentes:

  1. “Masturbación compulsiva”: a diferencia de la masturbación ocasional que representa una parte natural y normal de la sexualidad, en este caso, la masturbación se convierte en una compulsión que consume mucho tiempo del sujeto y está caracterizado por: (a) una frecuencia alta, es decir, la persona se masturba varias veces al día y siente que no puede resistir el deseo de hacerlo, (b) dificultad para poder controlar el impulso, a pesar de sus intentos por reducir o detener el acto, (c) la compulsión lleva al sujeto al aislamiento de sus actividades diarias, (d) a pesar de experimentar sentimientos de culpa y vergüenza, al sujeto le resulta imposible detener la conducta. No obstante lo anterior, es preciso consignar que masturbarse con alta frecuencia no es considerado por los especialistas un problema, si es que no causa pérdida de control o angustia.
  2. “Adicción a la pornografía”: se trata de uno de los tipos de adicciones sexuales más frecuentes y se relaciona con el consumo compulsivo de contenido pornográfico que puede incluir videos, imágenes y sitios Web de distinta naturaleza. Se caracteriza por: (a)  generar problemas de control: tanto hombres como mujeres pueden intentar reducir o detener el consumo sin éxito, (b) impacto en la vida diaria: la necesidad de ver  pornografía interfiere con las responsabilidades de tipo laboral, académica o interpersonal, (c) requiere de un alto consumo: lo que conduce al sujeto a dedicar mucho tiempo a ver el material, en detrimento de otras actividades, (d) búsqueda de material más extremo: con el tiempo, la persona puede comenzar a necesitar material cada vez más explícito o extremo, a fin de alcanzar el mismo nivel de satisfacción.
  3. “Adicción a las relaciones sexuales”: las personas sienten la urgente necesidad de intimar con distintas parejas sin poder detenerse, lo cual, conduce al sujeto a buscar excitación en nuevas relaciones, lo cual, a su vez, las puede llevar a una conducta promiscua y a una obsesión por la excitación. Se caracteriza por: (a) aislamiento social: a raíz de su obsesión por nuevas experiencias sexuales, el sujeto se aleja de la familia y de los amigos, (b) deterioro en el desempeño laboral o académico: la compulsión por las relaciones sexuales interfiere con su trabajo o con sus estudios, perjudicando su desempeño y productividad, lo que le genera un estrés adicional, (c) inestabilidad emocional: la adicción al sexo podría producir una serie de problemas emocionales, tales como ansiedad, depresión y sentimientos de vacío, (d) consecuencias para la salud: las relaciones sexuales con múltiples parejas están vinculadas con un mayor riesgo de contraer enfermedades de transmisión sexual como el VIH y otras ETS.
  4. “Cibersexo y sexting compulsivo”: quienes presentan esta conducta sexual pasan mucho tiempo en actividades sexuales en línea, a fin de intercambiar contenido provocativo o explícito, ya sea con gente conocida o desconocida. Las consecuencias pueden ser: (a) riesgos de privacidad: el acto de compartir fotos y videos puede terminar en la difusión no autorizada del contenido, así como con situaciones de acoso, extorsión y diversos problemas de tipo legal, (b) peligro para la seguridad personal:  interactuar con desconocidos supone el riesgo de exponerse a estafas, fraudes y amenazas, (c) aislamiento social: la obsesión con el cibersexo y el sexting conduce a una desconexión de las relaciones interpersonales reales, lo que reduce la interacción social y afecta la calidad de las conexiones emocionales auténticas.
  5. “Adicción a las fantasías sexuales”: se convierten en un problema cuando se vuelven un escape recurrente para obtener placer en la intimidad, ya que en lugar de experimentar la sexualidad por medio de experiencias reales, la persona se sumerge en fantasías intensas que son utilizadas para evadir la realidad, lidiar con el estrés o con la ansiedad, o bien, para lograr una forma de excitación que no se obtiene en la intimidad cotidiana. Esta conducta hipersexual puede causar la reducción del interés en la intimidad real con una pareja y derivar en una falta de satisfacción en las relaciones, en problemas de deseo y con dificultades en la conexión emocional, lo que podría impactar negativamente en la autoestima de la persona al sentir que no se cumplen las expectativas o los deseos idealizados en las fantasías.
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