Por Jaime Torres Gómez
Con una tradición por más de 80 años, la Temporada Artística de la Universidad Federico Santa María ha sido de las más gravitantes a nivel nacional, por su calidad y diversidad programática.
Asimismo, fundamental ha sido el buen uso histórico de su magnífica Aula Magna, en Valparaíso, con una de las mejores acústicas del país, asimismo, con una importante capacidad de público y una excelente infraestructura que permite una adecuada multifuncionalidad.
La Temporada 2024, recientemente finalizada, mantuvo la tradición de un celebrado equilibrio entre lo docto y lo popular con contenido. En lo musical, hubo interesantes propuestas en formatos sinfónicos y de cámara, aunque, en el caso de los escasos dos programas a cargo de la Sinfónica Nacional -históricamente presente desde los inicios de esta temporada-, debieron tener mejor contenido…, considerando la amplitud de repertorio en su temporada de Santiago. Asimismo, ante la poca llegada de orquestas grandes a la Región de Valparaíso (a diferencia de antaño, con repeticiones íntegras de los programas de abono de la Sinfónica Nacional en el Aula Magna USM…), es menester brindar mayor valor agregado programático, conforme la tradición…
Y justamente la Sinfónica Nacional clausuró, como es tradicional, esta importante temporada, copando la capacidad del Aula Magna, y dando cuenta de la alta demanda en la macro zona del Gran Valparaíso por la oferta musical docta, reflejado ante una buena asistencia promedio a lo largo del año.
Con una gala lírica denominada “¡Viva la ópera!, muy bien dirigida por el titular Sinfónico, maestro Rodolfo Saglimbeni, convocó a destacadas voces solistas nacionales y al Coro Sinfónico de la Universidad de Chile (dirigido por Juan Pablo Villarroel), ofreciendo una interesante selección de arias, duetos, coros y extractos orquestales de famosas óperas decimonónicas.
A la vez, a raíz de esta presentación, ineludible rememorar las recordadas puestas en escena en la misma Aula Magna USM de óperas tan queridas como Cavalleria Rusticana, I Pagliacci, Aida y La Traviata, en el año 1979… en estupendas producciones desde el Teatro Municipal de Santiago con excelentes cantantes internacionales como Margarita Castro-Alberty, Roberta Palmer, Ruth Staerke, Marta Rose, Gaetano Scano, Carlos Pizzini, Nelson Portella, Brian Schneider, Nino Meneguetti, Carlos Haiquel, etc., junto a recordados directores como Henrique Morelenbaum y Miguel Patrón Marchand, aprovechándose, en propiedad, el foso para la orquesta y la amplia dimensión del escenario, esperándose a futuro la reedición de temporadas de óperas propiamente tales en la USM.
De la presentación misma, no obstante la variedad ofrecida, no hubo mayor espacio para piezas orquestales, siendo pertinente haber considerado alguna obertura rossiniana o verdiana, asimismo, algún intermezzo conocido como alguno de los entrañables de Cavalleria Rusticana, I Pagliacci, Manon Lescaut, Madama Butterfly, o de L´Amico Fritz. Además, hubo una innecesaria hegemonía asignada a la ópera Carmen (Bizet) en perjuicio de una mayor variedad global.
Asimismo, se celebra la inclusión de piezas muy ausentes en formato de gala lírica como el notable Regina Coeli, de Cavalleria Rusticana, como la secuencia final del primer acto de La Bohème (“Che gelida manina”, “Si, mi chiamano Mimi”, y el dúo “O soave fanciulla”), como el extraordinario Te Deum de la ópera Tosca. Y del todo acertados el despliegue de recursos escénicos por parte de los solistas, brindado una ágil dinámica, máxime al ser el género operístico esencialmente música dramatizada.
Meritorias participaciones de la mezzo Francisca Muñoz, especialmente en la Habanera de Carmen (aún por pulir ciertos detalles de agilidad), asimismo, la soprano Carolina García, muy bien en su intervención junto al coro en el Regina Coeli de Cavalleria Rusticana y con debido esmero sus intervenciones en La Bohème. A su vez, el bajo-barítono Homero Pérez-Miranda, si bien no se le vio homogéneo en la Canción del Toreador de la ópera Carmen, estuvo formidable en el exigente Te Deum de Tosca, junto al coro. Y deslumbrante José Azócar, sin duda el gran tenor chileno por décadas…, quien mantiene intactas sus grandes condiciones vocales, ofreciendo entregas de antología en “Che gelida manina” y “O soave fanciulla”, de La Bohème, dando cuenta de su plena vigencia y extrañando no haya sido convocado últimamente a las temporadas de ópera del Teatro Municipal de Santiago, considerando casi no hay voces locales de su cuerda.
Mención aparte el desempeño del Coro y la Sinfónica, no habituales en repertorios líricos, mostrando debida elasticidad, magnífico esmalte sonoro y ajuste, reconociéndose la estupenda labor de sendos directores.
En suma, un atractivo cierre de la Temporada Artística USM junto a la Sinfónica Nacional de Chile, agradeciéndose su llegada junto al Coro Sinfónico de la Universidad de Chile y solistas invitados con un programa lírico en formato grande, de escaso perfil local…