Plácido Domingo: el retorno de una ilusión…

Publicado por Equipo GV 6 Min de lectura

Por Jaime Torres Gómez

Un reciente e inesperado regreso protagonizó el mítico tenor Plácido Domingo, en su novena visita a Chile desde finales de la década de los 60 del siglo pasado.

Con una difusión principalmente en redes sociales y prescindiendo de una cobertura de prensa en medios escritos tradicionales (salvo un aviso de rigor en un diario de circulación nacional), asimismo, no convocando a la crítica especializada, como antaño, la promoción, a la postre, fue zigzagueante y confusa, deviniendo en una serie cócteles de anuncios espaciados en relación a los artistas convocados, como por ejemplo, casi a último momento, dando a conocer el nombre de la orquesta invitada… como el súbito cambio de lugar del evento (al Espacio Riesco), entre muchos desaciertos.

Huelga referirse a los pergaminos de Plácido Domingo, quien, a sus 84 años, persevera con presentaciones en todos los continentes. Poseedor de un particular registro de tenor spinto, de hermoso timbre y homogéneo legato, su trayectoria avala a un artista de marca mayor, con una dilatada carrera hasta hace pocos años, y ostentando niveles proporcionalmente competitivos como pudo apreciársele en su última visita del año 2018

De la presentación, se aclara que no se la presenció in situ, teniendo como referente una mala transmisión de televisión por un canal de señal abierta, lamentándose su exhibición parcial, aunque suficiente para ponderar la globalidad de lo ofrecido.

Con la presencia de la destacada soprano chilena Verónica Villarroel (compañera artística por décadas de Domingo), además de los artistas populares nacionales Andrés de León más la cantante y flamante Miss Chile para Miss Universo, Emilia Dides, y Plácido Domingo JR, se sumó la denominada Orquesta Sinfónica de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV), dando cuenta de un espectáculo débil en su conjunto y amparado en la ilusión de rememorar glorias pasadas, específicamente en los casos de Domingo y Villarroel.

Mención aparte la Sinfónica PUCV, al tratarse de toda una “sorpresa”, donde aún la prestigiosa casa de estudios que la alberga no la ha dado a conocer oficialmente, conociéndose su existencia sólo como una orquesta ad-hoc para el evento de marras. A priori, se recibe con beneplácito enterarse de contar en Valparaíso con una agrupación sinfónica (al parecer) profesional, como lo fuera la recordada Filarmónica Regional, requiriéndose, cuanto antes, que las autoridades de la PUCV den a conocer a la comunidad sus lineamientos artísticos, conformación de músicos estables y dinámica de funcionamiento, esperando se trate de un proyecto sostenible con debido valor agregado y no en base a “eventualidades”…     

Sobre el actual estado vocal de Domingo, el inmisericorde paso del tiempo no ha dado tregua a un natural desgaste, conforme lo apreciado en esta presentación, no obstante su incuestionable oficio. Y si bien su actual cambio al registro de barítono no ha sido afortunado al no poseer la extensión ni el color obscuro propiamente baritonal, a todas luces reviste más lógica continuar con un repertorio tenoril debidamente adecuado a sus condiciones presentes. A la vez, su otrora importante prestancia se apreció ostensiblemente disminuida, razón suficiente como para no insistir en tanta visibilidad, como lo es una transmisión televisiva…

En el caso de Verónica Villarroel, ostentó debilidades en un repertorio que hoy en día no se aviene a sus actuales condiciones vocales, con una línea de canto sinuosa -en momentos con calados de notas y problemas en el pasaje-, ameritando abarcar otros repertorios a futuro. Verónica, sin duda, es una gran artista y de un inmenso magnetismo, siendo menester, en aras del reconocimiento a su importante trayectoria internacional, un replanteo global…

De los demás artistas invitados, destacable la presencia de Andrés de León, demostrando oficio y respetuoso estilísticamente (atractivo timbre y homogeneidad de canto), celebrándose su convocatoria. En el caso de Emilia Dides, de innegable desplante, se trató de una apuesta de potenciación de imagen, dejando en claro sus interesantes condiciones vocales para continuar profesionalmente en esta carrera. Y definitivamente inadecuada la presencia de Plácido Domingo JR, monocorde, sin relieve y no en sintonía a las trayectorias del resto de los artistas. 

Del desempeño de la Sinfónica PUCV, bien liderada por el director histórico de las presentaciones en conciertos de Plácido Domingo, Eugene Kohn, se mostró debidamente atenta a los autorizados requerimientos de la batuta visitante, reiterándose la conveniencia de conocer más de su proyecto artístico y su proyección en el tiempo.     

En suma, una presentación que sólo quedó en la ilusión de rememorar un glorioso pasado y la apuesta por jóvenes valores nacionales de los que amerita seguirles su derrotero.

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