Los proyectos de reformas han sido domados por la derecha gracias a las divisiones internas de la Nueva mayoría que tienen al gobierno con “mal de Parkinson” político (manos y mentes tembleques)
CREO NO EQUIVOCARME al asegurar que a partir del golpe de estado en septiembre de 1973 comenzó a agonizar –hasta fallecer- no sólo la que era una hermosa bohemia santiaguina, porteña y nortina (Santiago, Valparaíso e Iquique) sino muy principalmente se produjo la degollina y cercenamiento de la cultura, la educación pública y la formación profesional, pues basta saber que los genocidas designaron a militares a cargo de las universidades y del mayor instituto de capacitación técnica existente en Chile en esos años, INACAP. ¡¡Militares dirigiendo claustros de formación profesional!”! Un atentado a la cultura y al saber.
Sí… los tiempos han cambiado desde entonces, pero no ha sido en beneficio de lo bueno ni de lo mejor. Apostando a la mala memoria y débil instrucción educacional de nuestro pueblo -prensa oficial y Mineduc mediante- la cohorte de mayordomos de la cáfila patronal y transnacional juega las cartas colocando todas sus fichas al visto bueno que puedan otorgar sus mandantes empresariales y, obviamente, confían en la bendición política emitida por la Casa Blanca. Por ello, las promesas electorales que durante la campaña hizo Bachelet respecto a reformas estructurales de fondo, luego de haber asegurado que durante la administración Piñera había escuchado el clamor de la ciudadanía, entrarán en un largo proceso de “transición”, como todo lo que ha hecho y propuesto la vieja Concertación, madre y abuela de esta Nueva Mayoría que ya tiene mal de Parkinson.
“El proyecto de reforma educacional es un lápiz grafito, y la derecha empresarial es el sacapuntas de metal que va desgastando el lápiz hasta dejarlo chiquito e inutilizable”, me comentó una profesora rancagüina, quien agregó, “pero el gobierno y la oposición seguirán llamándole ‘lápiz’, a pesar de todo, y lo protocolizarán con vestimentas de ley en el Congreso, junto a una parafernalia mediática de proporciones vergonzosamente bananeras”. ¿Alguien duda que así será?
Los objetivos fundamentales que forman parte de una reforma educacional en serio, se encuentran ausentes (o congelados) en el proyecto oficial, ya que no existe claridad respecto de qué tipo de persona es la que el estado docente (y el país en su conjunto) desea formar de aquí en más. ¿Seguiremos con el divisionismo clasista afincado en un negocio educacional dedicado principalmente a la obtención de pingües ganancias económicas y, además, financiado en parte por el propio Estado? ¿La carrera docente, una vez más, será materia de olvido? ¿El copago tendrá vida extra durante un quinquenio (para luego olvidar lo dispuesto y seguir existiendo camufladamente)? Parece que todo lo anterior tiene un “SÍ” como respuesta.
El gobierno y sus representantes en el Congreso deben saber que si la Educación es un derecho, como bien lo ha sostenido el propio ministro Eyzaguirre (que es casi lo único que ha sostenido sin cambiar de opinión), no puede entonces estar sometida a las reglas y caprichos del mercado. El lucro sin ninguna duda, forma parte activa y casi principal en ese ‘mercado’. Lucro y copago son cuestiones que atentan directamente contra la educación pública. Además, una reforma “de verdad” debe considerar a esa educación pública como pilar fundamental y soporte prioritario de todo el andamiaje respectivo, lo cual significa (reforma mediante) que la argamasa total de la educación se estructura a partir de las bases que la “educación pública” otorga… y no al revés (como es hoy) donde la mentada argamasa educacional privilegia la concurrencia del dinero mediante el cual se procede a seleccionar quiénes deben recibir mejor, regular o mala formación.
El gobierno de Bachelet –y el ministro de Educación preferentemente- juegan a continuar con el engaño al público, ya que advertir al respetable’ que no apoyar las reformas significa “hacerle el juego a la derecha”, demuestra el nivel de inseguridad que distingue al oficialismo respecto de sus propios proyecto, pues resulta que no es la derecha quien presenta tales proyectos, aunque debemos reconocer que ella posee una especie de sociedad de intereses con algunos dirigentes democristianos quienes, como bien se sabe, tienen velas personales en varios colegios con subvención compartida.
Entonces, para decirlo con todas sus letras, las dificultades que doña Michelle Bachelet y sus ministros de Educación y Hacienda están enfrentando, no obedecen sólo (ni tampoco principalmente) a la oposición derechista, sino, de frentón, a divisiones internas de la Nueva Mayoría que sigue con manos y decisiones tembleques debido al mal de Parkinson político que la aqueja desde su nacimiento.
Definitivamente, las reformas ya fueron “domadas”, amansadas y estereotipadas por la derecha política y la derecha económica; para tales tareas el bloque opositor contó con la invaluable ayuda (interesada ayuda) de sectores pertenecientes a la coalición de gobierno. Fuerte y claro, las reformas –educacional y tributaria- han sido castradas por sectores de la democracia cristiana y gracias a la pusilanimidad de los dirigentes eternos del PS y del PPD.
El ‘mal de Parkinson’ les ha permitido a esos sectores (los que son graciosamente acogidos por la propia Presidenta) dar la vuelta en círculo para llegar exactamente al lugar propuesto por quienes, vaya sorna, debían ser combatidos.
Si hace cuarenta años los militares dirigían la Educación (horror de horrores), hoy son el bolichero, el especulador financiero y el banquero quienes la dirigen. Una vuelta de tuerca para quedar peor.
Por Arturo Alejandro Muñoz
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