Según la Organización Mundial de la Salud, el cáncer cérvicouterino es la segunda mayor causa de mortalidad femenina por cáncer en todo el mundo, con unas 300 mil muertes al año.
Según el Ministerio de Salud en Chile el virus del papiloma humano, responsable del cáncer cérvicouterino, causa la muerte de 578 mujeres al año. Actualmente el cáncer del cuello uterino es la primera causa de muerte por cáncer en mujeres menores de 50 años. Los primeros esfuerzos de prevención en el país datan de 1966, y hoy es detectable a través del PAP o Papanicolaou.
La infección afecta más a mujeres que a hombres. Entre el 50% y el 80% de las mujeres sexualmente activas se infectan con el Virus del Papiloma Humano (VPH), al menos una vez en la vida y por lo general, las mujeres contraen el VPH en el período que va desde los últimos años de la adolescencia hasta los inicios de los 30 años.
El VPH es una infección que se transmite por contacto sexual. Existen más de cien tipos de este virus, se le llama virus del papiloma porque (en algunos tipos) causan verrugas o papilomas. La infección puede revelarse de dos formas: verrugas que se asocian a los VPH de bajo riesgo, o displasias (lesiones cancerosas), que se asocian a VPH de alto riesgo y aparecen en el cuello del útero en las mujeres y en el recto en los hombres. Las segundas surgen en la minoría de los casos y son las que pueden acarrear un cáncer.
En la gran mayoría de las infectadas el virus desaparece por sí solo en un plazo de dos años. Solo en un grupo muy pequeño (2 o 3%) el VPH queda como infección persistente.
Si los resultados determinan que se es portadora del Papiloma Humano, esto no determina que a futuro vaya a desarrollarse un cáncer. Solo significa que se debe seguir controlando cada cierto tiempo para ver si el virus desaparece por sí solo.
La mejor manera de prevenir el desarrollo de esta infección es haciéndose pruebas de manera regular y vacunándose. Actualmente existen dos vacunas que actúan contra los tipos más frecuentes de VPH y se están estudiando nuevas fórmulas con una cobertura más amplia para tipos de alto riesgo. Lo ideal es vacunarse en la adolescencia, cuando todavía no se es sexualmente activo.