Con las redes sociales, los datos personales han dejado de ser personales. Aunque un usuario no quiera revelar aspectos como su orientación sexual, sus conexiones en la red permiten predecirla. Un estudio con millones de perfiles de la veterana Friendster muestra incluso que se pueden conocer las preferencias sexuales de los que ni siquiera tienen una cuenta en la red.
Friendster fue la red social más popular en la primera mitad de la década pasada, con casi 100 millones de usuarios. Una serie de cambios en su interfaz y la competencia de la naciente Facebook acabaron con ella. Aunque hoy languidece como plataforma de juegos solo popular en el sudeste asiático, la antigua Friendster es una mina para los investigadores de las redes sociales ya que buena parte de sus perfiles se conservan en Archive.org, la memoria de internet.
Investigadores de la Escuela Técnica Federal de Zurich (ETH), han usado los perfiles públicos de casi 3,5 millones de usuarios de Friendster y sus más de 11 millones de conexiones entre ellos para demostrar que, aunque uno no lo haya revelado, se puede inferir la orientación sexual de la mayoría de los miembros de una red social. Y no solo en Friendster.
“Gracias a que falló como red social y los datos de Friendster fueron abandonados en el Internet Archive, hemos aprovechado para poner a prueba si se pueden construir shadow profiles”, explica García, uno de los investigadores. Shadow profiles se podría traducir del inglés como perfiles fantasma o en la sombra. Se refieren a detalles que una red social puede saber de un usuario aunque éste no se lo haya dado. Pero, en 2013, un fallo de configuración de Facebook desveló su existencia al comprobar muchos de sus usuarios que esta empresa tenía sus números de móvil tras copiarlos de la agenda de otros usuarios.
Durante la primera jornada de la conferencia sobre redes sociales COSN’14, celebrada en Dublín, García y sus colegas han mostrado cómo se pueden crear perfiles fantasma no solo de los usuarios de una red social como Friendster (lo que ellos consideran perfiles que son fantasma de forma parcial) sino también de sus amigos que ni siquiera tienen cuenta en la red (perfiles que son fantasma de forma completa). Y lo han hecho con una de las características más íntimas y personales, como es la orientación sexual.
Si un 90% de los usuarios no revelan en su perfil sus preferencias sexuales, Friendster u otra red social podría saber poco de ellas. Pero si solo las ocultan un 10%, Friendster puede inferirla basándose en sus conexiones y la información que publican los demás. Muchas redes complejas como las sociales presentan una propiedad denominada asortatividad, la tendencia de los nodos (en este caso personas) a conectar con los que son afines. Es la versión científica del dime con quién andas…
Según el estudio, disponible en el repositorio Arxiv, no todas las orientaciones sexuales son igual de predecibles. Siendo los usuarios más numerosos, el predictor de los hombres y mujeres heterosexuales es más preciso. Sin embargo, en comparación al total de la muestra, los más vulnerables son los hombres homosexuales.
Pero incluso entre las mujeres homosexuales, que solo eran el 2% de los usuarios de la red social que habían revelado su orientación, las simulaciones permitieron a los investigadores una precisión del 60% a la hora de desvelar a las lesbianas que habían preferido no mostrar su condición.
Pero lo más intrigante de este trabajo es que los perfiles de los usuarios de una red social y cómo están conectados entre sí también permiten inferir los gustos sexuales de sus amigos que no están en la red. Para comprobarlo, los investigadores partían con la ventaja de que en Friendster, como en Facebook, se sabe cuándo se une un usuario a la red social. Así pudieron comprobar el grado de acierto de sus predicciones.
“Lo que hemos hecho es ir hacia atrás en la historia de Friendster, parando en ciertos momentos, y evaluando si Friendster era capaz de predecir la orientación sexual de gente que no eran usuarios en aquel momento, pero que estaban conectados con alguien dentro”, explica el experto en redes sociales de la ETH.
“Imagine un hombre homosexual sin cuenta en una red social, pero que tiene 10 amigos dentro con su cuenta de correo en la lista de contactos. Imaginemos que 9 de esos 10 amigos son también hombres homosexuales. La red social puede explotar el patrón de asortatividad entre hombres homosexuales e inferir que ese correo y ese número de teléfono pertenecen a un hombre homosexual”, argumenta García.
Preguntado por si sus resultados se podrían replicar en otra red social que siga viva, como Facebook, García recuerda: “El diseño es prácticamente igual, las amistades también son bidireccionales y la forma de interactuar es muy parecida, con muros y fotos. De hecho, Fabebook hoy en día tiene muchos más enlaces entre amigos, y mucha más información personal que Friendster en aquellos tiempos”. Y, añade: “Cualquier red social lo suficientemente grande y que recoja enlaces hacia fuera puede construir estos shadow profiles”.
Aunque la orientación sexual es un dato sensible, no es el único que puede saber una red social de un usuario aunque él los mantenga ocultos. De hecho, García y sus colegas ya están trabajando en una investigación para inferir datos como el estado civil o la edad. En teoría, la afiliación política o la creencia religiosa tampoco están a salvo.
Para García, lo más importante de su trabajo es que han demostrado de forma empírica que la privacidad ha dejado de ser una decisión individual para convertirse en un fenómeno colectivo. Este investigador asegura que “la decisión de cada individuo ya no es suficiente para evitar esta intrusión en la privacidad”.