#IncendioValparaiso

VALPARAÍSO, UNA CIUDAD MALTRATADA

Publicado por Equipo GV 3 Min de lectura

Por Bruno López.

Ha sobrevivido a la pobreza y la corrupción, aun así, una ciudad atrofiada por autoridades incompetentes que tropiezan una y otra vez con la misma piedra

incendio#Valparaíso es una ciudad que ha sufrido en forma casi emblemática el impacto de políticas públicas erráticas, del populismo y de la corrupción. Sufrió la pérdida de muchas empresas durante el régimen militar y la cesantía se ha mantenido como un mal crónico. Muchas esperanzas se han visto frustradas por malas gestiones de sus autoridades.

Esta mirada de túnel permanente de las autoridades, de enfocarse en reaccionar sobre el problema y no actuar de manera premeditada sobre el impacto social que puede traer este tipo de catástrofes, moviendo toda una maquinaria gubernamental, militar y política sólo al momento del descontrol de estos siniestros. Según informes preliminares esto nuevamente se ha originado en vertederos, sin razón aparente, no se entiende cómo no hay un trabajo de prevención, más aún, cuando estamos en temporada de altas temperaturas en la zona, en donde hay un amplio margen que estos hechos ocurran, y casi un año del gran desastre de similares condiciones, volvemos a vivir nuevamente esta experiencia, casi como un deja vu.

Por otro lado, asociar esto a hechos delictuales, es también sentarse sobre la responsabilidad de quienes dirigen las emergencias en la zona, y que ya han adquirido un conocimiento tácito de otras catástrofes que han afectado a la región, por tanto, el reaccionar de manera tardía y ver cómo esto crece en magnitud sin control, resulta inexplicable que no haya habido un liderazgo de conocimiento, ante estos históricos sucesos vividos en la región.  El alarmar a la población con alertas coloreadas, en vez de educarse y educarnos frente a este tipo de siniestros.

A estas alturas ya comulgo con el dicho “Si algo se puede hacer mal, en Chile se puede hacer peor”, y no se logra comprender, que estos escenarios tan predecibles, que han ocurrido por décadas en la región arrasando con sectores completos, no permitiesen elaborar un plan de contingencia que evite llegar a tan vulnerable instancia.  Sin duda, acá hay una clara resistencia al avance, al modernizarse, al dejar de lado esta cultura reactiva ante los hechos y no actuar con prevención sobre la base de lo experimentado.

Esperemos, o más bien exigimos que exista voluntad, no tan sólo política, sino más bien ciudadana para impulsar y erradicar, esa pereza radicada en las autoridades que impide levantar esta ciudad, de ascensores desaparecidos, de calles sucias, de bordes costeros licitados y otras tantas fechorías que sólo van en beneficio de unos pocos.

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