CARTAS AL DIRECTOR: TRAGEDIA EN EL NORTE, NO ES CASTIGO DE DIOS…MAS BIEN ESTUPIDEZ CHILENA

Publicado por Equipo GV 8 Min de lectura

Estimado director:

Permítame manifestar mi opinión en la forma de la siguiente columna:

“Tragedia en el Norte: No es castigo de Dios, sino nuestra estupidez chilena”

La tragedia humana y material del Norte pudo ser evitada. No faltan más leyes ni normas; sólo que se cumplan las existentes, ya sea por conciencia o la fuerza. Son muchos los factores que impiden que así sea, pero todos son estúpidos, y reflejan lo peor de nuestra sociedad.

1.- Para nadie está en duda que Chile tiene geografía compleja, con muchos riesgos para el asentamiento humano  y la construcción de nuevos barrios y ciudades.

 2.- Ante esto, existen instrumentos normativos que permiten planificar las ciudades para el asentamiento seguro de sus habitantes, sobre la base de Estudios de Riesgos de los Planes Reguladores.

3.- Estos estudios son realizados por profesionales especialistas, como son: geólogos, ingenieros en suelo, hidráulicos, forestales, urbanistas, antropólogos, ecólogos, entre otros, y en ellos se involucran organismos tales como Sernageomin, Shoa, Armada de Chile, Conaf, MOP, SERVIU, Instituto Geográfico Militar y varios más.

 4.- En las últimas décadas, las ciudades han estado creciendo en una especie de descontrol total, forjadas por los más mezquinos intereses inmobiliarios. Por otra parte, las personas autoconstruyen sus viviendas en cualquier parte, sin profesionales competentes a cargo de las obras (arquitectos, ingenieros civiles, ingenieros constructores, etc.)  y sin la respectiva autorización municipal, todo amparándose en una especie de impunidad social justificada engañosamente en la “escasez de recursos” para la contratación de un profesional competente.

 5.- Los moradores de estas autoconstrucciones ni siquiera imaginan el riesgo que están corriendo, pues no han pasado por el gran filtro normativo de los Planes Reguladores que aplican las municipalidades. La gente no entiende que estos filtros normativos son PARA SU SEGURIDAD, y para su beneficio, pues además permiten realizar construcciones eficientes, con mejor plusvalía, mejor tasación bancaria, menos impuestos y que dan la posibilidad de obtener recursos regalados por el Estado. Por ejemplo, una vivienda DFL2 regularizada casi no paga contribuciones, y además, existe mucho dinero en subsidios que la gente pierde por no actuar dentro de la ley. Es decir, una mejor inversión inicial de la vivienda (contratación de un arquitecto que diseñe la vivienda) le va a significar seguridad, ahorro en impuestos, ahorro energético, mayor confort, y un muchísimo mejor patrimonio para sus hijos.

Cuando estas personas que autoconstruyen quieren después regularizar, tiene que invertir un dineral,  debido a que  “por darselas de encachao” y creerle al “Hágalo usted mismo” de Sodimac, lo que construyó, con ayuda “del maestro” (“el maestro sae”) fue una vivienda sin norma térmica, sin muro resistente al fuego, sin normas urbanísticas que garanticen un buen barrio, sin normas de habitabilidad  que signifiquen mayor el confort y calidad de vida (por el mismo gasto), sin ventanas suficientes, y por ende, recintos sin desinfección por radiación solar, donde proliferan virus y bacterias. No es casualidad que los niños de los campamentos se enfermen de tuberculosis, neumonía y otros males de la edad media. Además, estas autoconstrucciones es muy probable que no mitiguen ningún riesgo natural. Quizás necesitaba muros de contención o simplemente debió emplazarse de otra forma dentro del mismo terreno para que su habitar sea seguro. Entonces, como no cumple con nada de esto, las personas se ven obligadas a mejorar su construcción para que pueda ser regularizable, y terminan gastando 5 veces más que desde un principio se lo hubiera diseñado un profesional, aunque sea el más barato.

6.- Pero también hay problemas cuando se trata de obras formales-legales, que pasan por profesionales, pues estos actúan muchas veces sin ética. No son pocos los profesionales de la construcción que no respetan las áreas de riesgos definidas en los planes reguladores, proyectando obras al filo normativo, eludiendo al máximo las medidas de mitigación de estos riesgos, todo en virtud de cumplir con los rígidos intereses de un mandante e inversionista. No respetan la normativa urbanística que nos protege a todos los chilenos, para poder mantener su empleo y subsistir. El rubro de la construcción se ha monopolizado, y coludido para estrujar hasta el último céntimo de la necesidad habitacional de Chile. En ese marco, la ética profesional queda al servicio del mercado: “Si tu no haces lo que yo pido, te despido, total, está plagado de arquitectos, ingenieros y constructores capaces de hacer lo que sea por subsistir”.

 7.- En el mismo sentido, aunque en un menor grado, el MINVU  (Ministerio de Vivienda y Urbanismo) y MOP (Ministerio de Obras Públicas) muchas veces también se saltan los planes reguladores, haciendo uso de sus potestades normativas de superior rango.

 8.- A todo esto se suma la colusión privada de inversionistas inmobiliarios de gran escala, quienes mantienen un permanente lobby contra los instrumentos normativos públicos, a fin de desgastar las capacidades públicas de control y fiscalización, y así eludir los estándares que protegen a todos los chilenos, tanto la seguridad de sus vidas, como su calidad de vida y patrimonio (y dejémos de lado por ahora el tema de la sustentabilidad urbana, sólo por priorizar).

 9.- De esta forma podemos entender cómo en Chile una catástrofe natural se transforma en una gran tragedia humana, donde las fuerzas de la naturaleza actúan en las ya conocidas Áreas de Riesgo, y vemos con impotencia cómo se destruye la vida de muchos.  Las muertes y pérdidas se produjeron principalmente en las antiguas cuencas de los ríos, donde todo profesional del rubro sabe que es suicida construir..

10.- En conclusión: Chile  es un país de catástrofes naturales, pero existen las herramientas para que estas no sean una tragedia, y ni siquiera un riesgo para los habitantes o el patrimonio particular y urbano. Condenablemente, estas herramientas se han visto maniatadas por un sistema PERVERSO dentro del rubro de la construcción, alimentado por la colusión inmobiliaria, y la cultura torpe, ignorante y negligente de los pequeños inversionistas de nivel familiar. Es penoso, pero así somos en Chile  “los jaguares de América”.

Como profesional del rubro de la construcción, es mi deber orientar a las personas, y denunciar este realidad.. Espero que ésta pequeña reflexión haga mella  la conciencia de todos los proyectistas que lean este artículo, y logre fortalecer la ética profesional que alguna vez caracterizó a nuestro rubro.

José Felipe Veloso Aguayo
Rut 15.181.367-4
Arquitecto

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