La noticia de la cuarentena ampliada no nos pilla de sorpresa, pero sí que se aplique justamente el día de la Familia. En principio, cuarentena y familia, no tienen nada que ver, pero al quedarnos en casa nos confrontamos con la familia y quizás sea un acierto, sobre todo al recordar una audaz expresión de Santo Tomás de Aquino que la describe como un “útero espiritual”.
Bella metáfora. Conocemos el proceso de crecimiento, cuidado, alimentación y preparación para la vida exterior de cada nuevo ser vivo en el seno, en el útero materno. Si aplicamos esta imagen a la familia como útero no material sino espiritual, nos remite a ese espacio vital donde se quiere a cada uno por lo que es, se nos ayuda a crecer, se nos acoge y alimenta -no sólo física sino sobre todo, humana y espiritualmente- y también se nos prepara para el mundo exterior, pues no retiene a sus miembros para sí, sino que es una comunidad abierta a otras comunidades.
Pero es necesario que cada miembro contribuya a su misión para vivirla realmente como útero espiritual, pues sólo así contribuye al bien de cada persona y de la sociedad. Y entonces también será “escuela para la vida” y para la convivencia, en tanto que es “escuela para el amor”. ¿Colaboro yo a eso? Celebrar la familia ha de ir más allá, a impulsarla a que cumpla su verdadera misión de escuela de la vida, más que nunca en estos tiempos de cuarentena, y para valorarla, abrillantarla y corregir lo que haya que corregir, pues es responsabilidad de todos.
Montserrat Martín, Instituto Berit de la Familia, Santo Tomás
Esther Gómez, Directora Nacional de Formación e Identidad Santo Tomás