Un equipo internacional de científicos ha secuenciado el genoma completo del gibón, el último simio cuyo material genético quedaba por descifrar y un avance que contribuirá a desvelar qué es lo que nos hace humanos y qué nos distingue de las otras especies de simios.
La investigación, publicada este miércoles en Nature y dirigida por la Oregon Health & Science University, ha contado con la participación del Instituto de Biología Evolutiva (CSIC/UPF) y del Centro Nacional de Análisis Genómico (CNAG) de Barcelona, donde se han hecho los análisis genéticos de los gibones utilizados en la investigación.
Tomàs Marquès-Bonet, investigador del ICREA del Departamento de Ciencias Experimentales y de la Salud de la Universidad Pompeu Fabra y coautor del trabajo, ha explicado el alcance de la investigación. Una de las herramientas más poderosas de la biología evolutiva es la genómica comparada, que estudia las diferencias entre genomas de los homínidos, algo esencial para comprender qué es lo que nos hace humanos y qué nos distingue de las otras especies.
Con ese objetivo, hace ya más de diez años, se puso en marcha un proyecto científico internacional que pretendía “analizar los genomas de todos los parientes vivos evolutivos más cercanos al hombre (el chimpancé, el gorila, el orangután y el bonobo), pero faltaba el del gibón”. Al secuenciar el genoma completo de este animal, un pequeño simio en peligro de extinción que habita en los bosques tropicales del sudeste asiático, “se cierra un capítulo muy importante de la genómica comparada”, asegura el investigador catalán.
A partir de ahora, la comunidad científica tendrá que hacer “lo más difícil pero también lo más interesante: trabajar con todos los genomas descifrados y compararlos con los nuestros para descifrar qué es lo que nos hace humanos y encontrar las características que definen a nuestra especie, las que son únicas del hombre”.
Por otra parte, los investigadores han analizado el genoma del gibón y han visto que el material genético de estos animales ha cambiado con una frecuencia inusual. “El genoma no es estable, con el paso de los años este código genético va cambiando, y entre esos cambios encontramos lo que se conoce como ‘reordenación cromosómica’, unas variaciones cromosómicas que no son comunes entre los simios, pero que se han producido en enormes cantidades en los gibones “, asegura Marquès-Bonet.
Durante esta investigación, los científicos han visto que los gibones tienen un elemento repetitivo conocido como elemento LAVA que sólo se encuentra en esta especie y que interviene en la modificación de genes relacionados con la ordenación y duplicación del ADN de la división celular. Conocer bien cómo se articula este proceso es “muy importante” porque mientras que en los humanos este fenómeno está relacionado con células tumorales, en los gibones no ocurre así. Por tanto, con el tiempo, este estudio puede servir para entender la repercusión de las reorganizaciones genómicas en las células sin que tengan consecuencias tan dañinas como el cáncer y “trasladar ese conocimiento a la práctica clínica”, explica el director del CNAG y coautor del artículo, Ivo Gut.
Pero además, descifrar el genoma de estos animales ha sido una “gran sorpresa” para los estudiosos de la conservación de los gibones. Hasta ahora, los biólogos no contaban con el genoma completo de los gibones, algo esencial para conocer la filogenia de la especie y determinar cómo y cuándo los cuatro géneros de gibón se separaron evolutivamente. Sin embargo, la inmensa variedad genética de esta especie ha hecho que “por primera vez en simios, aun teniendo todo el genoma completo, no haya sido posible conocer la filogenia de la especie”. “Creemos que el responsable de tal variedad genética, el elemento LAVA, hizo que hace cinco millones de años, en un corto espacio de tiempo, se crearan todos los géneros de gibones conocidas hoy en día”, por eso es imposible determinar cuál precede a cuál, y ese es sin duda “un resultado sorprendente”.
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